Pablo Malo: ¿por qué es más fácil dividir?

Pablo Malo: ¿por qué es más fácil dividir?

Entrevista con el psiquiatra Pablo Malo Ocejo, autor de «Los peligros de la moralidad». Por qué la moralidad es una amenaza para las sociedades del siglo XXI (Deusto, 2021).

Por: Adriana Amado1 Feb, 2023
Lectura: 8 min.
Pablo Malo: ¿por qué es más fácil dividir?
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

Pablo Malo es psiquiatra experto en psicología evolucionista, coautor del libro Psiquiatría evolucionista: una introducción. Es coeditor del blog de biología evolucionista La nueva Ilustración evolucionista y editor del blog Evolución y neurociencias.

Autor de diversas publicaciones científicas, las más recientes centradas en el tema del suicidio y su prevención, así como en la evolución del suicidio en la especie humana, es también miembro de la Txori-Herri Medical Association y de la banda de psico-rock The Beautiful Brains.

El autor indaga la base biológica y antropológica que tienen los comportamientos de grupo. La segregación ha estado en la base de la supervivencia y sus principios ancestrales siguen explicando fenómenos de la contemporaneidad de nombres como polarización o cancelación. Que son los mismos viejos mecanismos de preservación del clan.

Conspicuo divulgador de psicología evolutiva y comportamiento humano en Twitter (@pitiklinov), sus hilos nos recuerdan lo poco que integramos esos saberes en la comunicación pública. Y lo esenciales que son sus conclusiones para entender fenómenos tan críticos como la polarización política.

Moralidad, ¿palabra de moda?

Adriana Amado: ¿Es posible asociar la palabra de moda cancelación a lo que tradicionalmente llamábamos moralidad?

Pablo Malo: Cancelación en el fondo es censura. Es una forma de castigo que consiste en excluir a los que no piensan como es debido. Se les excluye el grupo y se les echa fuera para que no puedan pudrir más manzanas. Es un comportamiento moral que ha existido siempre. Lo que ocurre es que las redes potencian y facilitan este tipo de comportamientos que han existido a lo largo de la historia del ser humano y que ahora se ven.

AA: Es curioso que muchos de esos grupos que antes eran los excluidos, como los grupos de progresistas, ahora se han vuelto los canceladores.

PM: Estamos viviendo una especie de subversión de los valores. Estamos cambiando lo que han sido los valores de la Ilustración. Los valores del liberalismo en sentido filosófico, la libertad de expresión, la ciencia, ahora están en tela de juicio. Ahora la libertad de expresión resulta que es mala, que es de derechas y lo que es de izquierdas es cancelar. Por ejemplo, en el racismo ha habido un cambio de las posturas de Martin Luther King de no juzgar a la gente por el grupo al que pertenece, por su raza, sino por su carácter. Ahora estamos en una política de identidades donde tú vales lo que vale el grupo al que perteneces, sea de orientación sexual, sea étnico. Se pone al grupo por encima del individuo.

Dividir: ellos y nosotros

AA: Uno de los principios morales que aparecen en el libro tiene que ver con «ama a tu familia, tu clan, tu logia o tu mafia», que en la base es «rechaza al extraño». ¿Es un proceso en marcha o un acomodamiento?

PM: El ser humano tiende a dividir el mundo en ellos y nosotros. Esto es lo que se llama un universal antropológico, o sea, hemos vivido en grupos que han competido con otros grupos durante miles de años. Eso ha marcado un poco nuestra psicología. Hemos tenido que competir con otros y defender esos principios. Es muy fácil enfrentar la gente entre sí. Eso lo saben los políticos y lo usan para enfrentarnos en vez de para que trabajemos juntos. Nuestra mente moral es tribal y —esto es muy importante— nuestros valores morales solo llegan hasta los límites de nuestro grupo. A los otros no les vamos a aplicar los mismos valores.

Si el otro es un peligro, si el otro quiere acabar contigo, entonces los principios morales ya no son «no matarás a nadie, punto», sino «no matarás a los de tu grupo; a los del otro grupo sí los puedes matar». Una vez que el otro ya está excluido, es el malo, pues ya podemos matarlo, ya podemos usar la violencia. Esto está pasando en todos los países. En Brasil, en Estados Unidos, están divididos cincuenta a cincuenta, unos contra otros, y cada vez más hay encuestas que están aportando que la gente estaría dispuesta a usar la violencia contra los del otro grupo. Estamos entrando en una pendiente muy resbaladiza.

AA: En Argentina tenemos un líder que dijo en una alocución: «Al enemigo ni justicia».

PM: Esa división ellos-nosotros es ancestral, forma parte de la naturaleza del ser humano. Las redes, los políticos, no están inventando nada. Lo que están haciendo es tocar teclas que están en nuestra naturaleza. No es casualidad que los programas que más éxito tienen en televisión sean los deportivos, los de cotilleo, o que ahora en Twitter tenga éxito toda esta indignación moral. Eso tiene éxito porque está tocando teclas de nuestra naturaleza humana.

Prestigio y poder

AA: En su libro habla de que las sociedades se ordenan por prestigio o por poder. Ahora hay quienes descalifican el mérito como forma de acceso, pero la alternativa es que el acceso al poder sea determinante.

PM: Ocurre que otra tecla de nuestra naturaleza es que somos animales ávidos de estatus. Los seres humanos hemos funcionado siempre en jerarquías y el que más alto estaba, más acceso tenía a bienes, a recursos, a parejas. Para subir en el estatus hay dos formas: una es el prestigio y otra es la dominancia. Uno puede subir porque es fuerte y todos los demás lo respetan y le temen. O por prestigio, en tanto siempre se ha respetado a las personas que han tenido capacidades o cualidades.

Ahora, eso se está poniendo en tela de juicio y es complicado porque también es verdad que mucha gente sube en el escalafón porque ha tenido ciertos privilegios o ha pertenecido a clases más privilegiadas. Yo creo que hay que buscar un equilibrio. Va a ser muy difícil que no reconozcamos el mérito, porque está en nuestra naturaleza y reconocemos a la persona que hace algo bien y que tiene capacidades. Con eso normalmente el ser humano no tiene problemas, que aparecen cuando alguien accede a beneficios o privilegios que no son merecidos.

La moralidad del grupo

AA: ¿Qué pasa cuando esta moralidad de un grupo resulta más poderosa que la justicia de la sociedad en su conjunto?

PM: El sentimiento de justicia o la idea de que hay que repartir las cosas de manera justa forma parte de la moralidad. Hay siete cosas que se han encontrado en muchas culturas del mundo, que son comunes en todas las sociedades humanas, y una de ellas es el sentimiento de justicia. También el de reciprocidad, es decir, si alguien te hace un favor, devuelve un favor. Esa idea de que no haya desigualdades forma parte de nuestra naturaleza humana también y lo que hay que hacer es combinar esa idea de la justicia con las otras partes de la moralidad.

Aporte de la psicología

AA: ¿Qué podría aportar la psicología con base biológica al análisis de los fenómenos políticos?

PM: Podría llevarnos a una moralidad más inclusiva, que en vez de que nos dividamos en círculos morales enfrentados, entendiéramos que nuestra mente es tribal y, de ahí, buscar la forma de coordinar de esfuerzos, de buscar objetivos que nos unan a todos. Porque cuando los humanos colaboran por objetivos comunes, esas diferencias desaparecen. Lo que tienen que buscar los políticos son empresas que nos unan, no cosas que nos dividan. Hoy en día se están moralizando temas y generando más divisiones de las necesarias, complicando más las cosas.

Si los políticos entendieran cómo funciona la mente humana, podríamos conseguir unirnos en vez de dividirnos. La democracia se basa en pensar que las otras personas son razonables y que las ideas que tienen son legítimas. Si pensamos que los otros son los malos y que no puedo hablar con ellos, nos cargamos el juego democrático. El juego democrático tiene que ser de compromiso y de escuchar al otro. Se basa en negociar, en ceder, en respetar las ideas del otro y llegar a acuerdos. Ese componente de imposición del que gana es peligroso porque, al final, va a generar resquemor y sentimientos que no tardarán en aflorar.

Indignación moral

AA: En esa idea de organizar a la ciudadanía, las redes sociales permiten agregar gente que quizás está dispersa y se siente sola en su pensamiento. ¿Qué faltaría para encontrar el potencial virtuoso de la red y no ponerle el foco en la negatividad?

PM: Facebook, Twitter, todos estos sitios se han dado cuenta de que la indignación moral vende y lo que quieren es captar tu atención y que estés en las redes. Así como otras webs te quieren enganchar con el sexo, estos te enganchan con la indignación moral. Pero yo creo que las redes son maravillosas para para compartir. Estamos viendo a investigadores que han hecho un artículo y lo resumen en un hilo de Twitter.

Es maravilloso que te estén haciendo un resumen de su trabajo y tú lo estás aprendiendo; estás creciendo, estás comprendiendo cosas. Como un cuchillo, que te lo puedes usar para partir pan o lo puedes usar para matar a alguien, las redes son una herramienta, que podemos usar para cosas positivas y para unir a la gente. A esas herramientas hay que cambiarlas para que sea más difícil atacar o enfrentar a la gente. Twitter, que es la que yo uso y conozco, tiene esa parte de compartir que es maravillosa, y luego tiene la parte de que es un tribunal moral, una Inquisición moral. Y esa parte ya no me gusta tanto, pero para compartir conocimiento, ciencia, es estupenda.

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Adriana Amado

Adriana Amado

Doctora en Ciencias Sociales. Presidente de Infociudadana. Investigadora en Worlds of Journalism Study. Periodista en el diario La Nación y Radio de la Ciudad de Buenos Aires.

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