Autoafirmación occidental y un nuevo orden mundial

Autoafirmación occidental y un nuevo orden mundial

No hay dudas de que el mundo se está reorganizando. Y es igualmente indudable: Occidente, ya lo definiremos, parece desorientado. La confusión en los distintos Estados varía en intensidad. Una perspectiva alemana hacia el nuevo orden mundial.

Por: Frank Priess11 Jul, 2024
Lectura: 9 min.
Autoafirmación occidental y un nuevo orden mundial
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

En la prensa especializada de occidente y en foros internacionales se debate sobre lo que nos espera después del enfrentamiento Este-Oeste en la Guerra Fría y del “momento unipolar” de los Estados Unidos. ¿Una reedición de la confrontación de bloques con la distribución de combate aquí democracias y autoritarios allá? ¿Un “G2” con campos agrupados en torno a Estados Unidos y China? ¿Multipolaridad? ¿Anarquía estatal global?

Para Europa está claro: el conflicto sistémico, si es que alguna vez estuvo superado, ha regresado con fuerza. Y no deja la opción sobre participar en él o no. “La era de la autocomplacencia occidental ha terminado. Somos testigos de un ataque activo a la democracia por parte de regímenes autoritarios, y los efectos de esta agresión ahora se pueden reconocer claramente.

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A estas alturas debería estar claro que Rusia, China y sus imitadores no están empeñándose en llegar a ser como nosotros. Más bien están empeñados en buscar intensamente nuevos caminos en su lucha contra la libertad. El tiempo no está de nuestro lado” (Dobson/Walkner 2024).

La escalada de la guerra de agresión rusa contra Ucrania, que comenzó con la anexión de Crimea hace diez años y el separatismo en el este de Ucrania, debería haberle abierto los ojos a quienes todavía dudaban. A pesar de esto experimentamos cómo algunos tomadores de decisión política siguen aferrados a ilusiones y modelos anacrónicos. “Alemania está siendo atacada constantemente en esta guerra híbrida“, escribía el semanario Der Spiegel el 9 de marzo de 2024 en su artículo de portada “Putin nos escucha”. Con desinformación se intenta tanto en Alemania como en todo el mundo desestabilizar las democracias y hasta hacer susceptibles a un ataque. La ingenuidad, la corrupción e intereses no siempre transparentes en muchos países de la Unión Europea ayudan al agresor. Buenas investigaciones lo evidencian hace años.

El cuento del occidente decadente

Rusia no está sola con sus métodos: Irán con sus “Milicias proxy”, Corea del Norte y China actúan de manera similar e intentan ampliar sus esferas de influencia. Hace tiempo que anunciaron activamente la competencia de sistemas. y no oculta sus propias intenciones. Como narrativa básica sirve el cuento de hadas del Occidente decadente, que ya habría pasado su mejor momento y habría reducido a la servidumbre al mundo con dobles discursos, explotación colonial e imperialismo durante demasiado tiempo. La retirada de Afganistán fue entendida en este sentido. Estados Unidos es el principal oponente, Europa se identifica como particularmente vulnerable.

La cuestión es quién pertenece a Occidente: 45 países participan actualmente en todo el mundo en las sanciones contra Rusia. ¿Esto podría constituir un indicador? Fareed Zakaria habla de “Occidente plus” y teme, sobre todo, la retirada estadounidense, aunque al país le vaya muy bien: “Estados Unidos debe hacer del afianzamiento de sus alianzas la pieza central de su política exterior”. Al mismo tiempo, no es en modo alguno seguro como sigue la cosa con la “superpotencia que duda de sí misma” (Zakaria 2024) en un país donde el aislacionismo y el “Estados Unidos primero” amenazan con volverse preponderantes, y especialmente el Partido Republicano, se vuelve impredecible. Las elecciones presidenciales de noviembre de 2024 marcarán el rumbo mucho más allá de los EE.UU.

Normalidad temerosa

Durante mucho tiempo ha sido una perogrullada afirmar que Europa y especialmente Alemania tienen que hacer más por su propia seguridad. En este país se necesita en primer lugar una evaluación realista de la situación y voluntad política de dar seguimiento a estas conclusiones con acciones. Hace mucho que no somos el ejemplo brillante para seguir por todos. Los “Estados canallas” como la Rusia de Putin no están de ninguna manera tan aislados, como nos gustaría. La demanda de hipermoralidad alemana no es excesiva a nivel internacional. Incluso hay buenos ejemplos para reprochar doble moral a nuestra “política exterior basada en valores”.

El impacto de la Zeitwende (cambio de época) parece ceder el paso a una miedosa normalidad, en vano buscamos cambios en las prioridades. Que la voluntad de defenderse y defender a los aliados en caso de ataque en conformidad con las obligaciones previstas en el artículo 5 del Tratado de la OTAN aparece alarmantemente baja en las encuestas, no fortalece precisamente la confianza en un país que en realidad hace mucho debería asumir responsabilidad y un papel de liderazgo en lugar de dejarse llevar y seguir. “La tragedia es que los Estados europeos que entienden lo que está en juego geopolíticamente rara vez disponen de los recursos financieros y políticos para poder actuar. A aquellos que tienen los medios (actualmente) les falta el coraje para actuar y liderar” (Fiott 2024).

Vecinos del este

Hay otros actores un poco más avanzados: los vecinos del este de la República Federal de Alemania se sienten confirmados en cuanto a sus advertencias respecto a Rusia. Ursula von Leyen, presidenta de la Comisión Europea intenta desde 2019 encabezar una “Comisión verdaderamente geopolítica” capaz de dar seguimiento con acciones a su análisis de amenazas. Países que han permanecido neutrales durante mucho tiempo, como Suecia y Finlandia, buscan protección en la alianza occidental lo que constituye una no deseada contribución de Vladimir Putin a la unidad de Occidente.

Hacia el extremo oriente de Europa, sobre todo en Asia, donde China es percibida como la mayor amenaza por sus pretensiones respecto a esferas de influencia, al sur de China Mar y Taiwán y el eje con Rusia provoca grandes preocupaciones, allí hace tiempo que Estados como Japón y Australia actúan enérgicamente y fortaleciendo su sistema defensivo sus alianzas. Al mismo tiempo, China observa muy de atentamente si la agresión de Putin contra Ucrania tiene éxito y qué se puede aprender de las reacciones de occidente respecto a las propias pretensiones.

Sigue siendo urgente que la Unión Europea no se deje dividir, que demuestre como colectivo su voluntad de afirmarse y que refute la “narrativa de la decadencia”.

Parque temático u hogar de ancianos

Antes de asumir nuevamente la responsabilidad de la política exterior polaca Radek Sikorski ya definió el rumbo el año pasado: “Para sobrevivir y prosperar en un mundo de gigantes en guerra, Europa debe transformarse de una confederación militarmente débil en un genuino superpoder” (Sikorski 2023). Así Europa se convertiría en un mejor socio aliado de EE. UU. y de las democracias de todo el mundo. La pesadilla de Sikorski sería una Europa como futura combinación de parque temático y hospicio.

A la autoafirmación también pertenecen aliados en el llamado Sur Global. Estos últimos pueden únicamente ser ganados con respeto, una porción de Realpolitik y considerando sus intereses. Cuando en Occidente se habla de “orden basado en reglas”, el Sur llama la atención sobre el hecho que de que rara vez estuvo involucrado en la elaboración de dichas reglas. Y respecto a las actuales reglas, la composición del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas o las ponderaciones en los organismos financieros internacionales son sólo dos ejemplos que documentan más las relaciones de poder del pasado que una gestión del futuro con igualdad de derechos.

El comportamiento en las votaciones en las Naciones Unidas para condenar la guerra de agresión rusa contra Ucrania muestra que la soberanía y la no injerencia se perciben y defienden como valores y, finalmente, como preocupación de los más débiles. Lo mismo vale respecto a una honesta superación del pasado y para afrontar desafíos de la humanidad, como el cambio climático o las pandemias. Las heridas del período del COVID no han sanado en todas partes, y no es sólo la “diplomacia de las vacunas” de China la que sigue teniendo un impacto.

El tono moralista

A la hora de buscar socios surgen dilemas muy conocidos. ¿Qué está permitido hacer para conservación de nuestra libertad, nuestra democracia, nuestra forma de vida y con quién uno hace alianzas para esto? El presidente estadounidense Joe Biden invita todos los años a las “cumbres de la democracia” globales y siempre se complica. La India, bajo el presidente Narendra Modi, ¿es en realidad un socio de valores como sugiere la retórica de la “mayor democracia del mundo”? ¿Es justo que la Hungría bajo Víctor Orbán no haya sido invitada, aunque sea miembro de la Unión Europea y de la OTAN? ¿Cómo se está desarrollando Turquía bajo el presidente Recep Tayyip Erdoğan?

¿Hemos olvidado que el país siguió siendo socio de la OTAN incluso durante las diversas dictaduras militares? ¿Se “perdona” al príncipe heredero de Arabia Saudita el asesinato de un periodista incómodo porque está orientado más bien al occidente y en declarado enfrentamiento con los intereses con Irán? ¿Debemos cooperar con las dictaduras militares africanas, no solo porque necesitamos las materias primas sino también para contener la influencia de los rivales sistémicos?

Promover la democracia

Además de la Realpolitik a nivel intergubernamental, hay necesidad de promover la democracia en todo el mundo. Esto requiere un apoyo constante de las sociedades civiles, así como el fortalecimiento de los derechos humanos y civiles donde sea posible. También se necesitan medidas comprometidas y dotadas de recursos para contrarrestar las noticias falsas y las campañas de desinformación como la afirmación rusa de que dicho país nunca fue una potencia colonial.

La promoción del periodismo de calidad siempre es una buena elección. “La cooperación para el desarrollo debería invertir aún más promoción de la democracia y la resiliencia de los procesos de democratización, y pensar en dónde dicha cooperación a pesar de objetivos geopolíticamente legítimos se vuelven contraproducentes porque fortalece estados autoritarios y su comportamiento externo propenso a conflictos”, afirma Jörg Faust, director del Instituto Alemán de Evaluación de la cooperación al desarrollo. (Faust 2024). La búsqueda del equilibrio adecuado sigue siendo una tarea permanente.

Fuentes

Dobson, William J. / Walker, Christopher: „Die Ära westlicher Selbstgefälligkeit ist vorbei“, en: Frankfurter Allgemeine Zeitung, Nr. 60, 11.03.2024.
Faust, Jörg: „Nicht ob, sondern wie“, en: Internationale Politik, 79. Jg., Nr. 2, marzo/abril 2024, p. 100–104.
Fiott, Daniel: „Wann wird Europa reif für Geopolitik?“, en: Internationale Politik, 79. Jg., Nr. 1, enero/febrero 2024, p. 25–29.
Sikorski, Radek: „Europe´s Real Test Is Yet to Come“, en: Foreign Affairs, 102. Jg., julio/agosto 2023, p. 66–77.
Zakaria, Fareed: „The Self-Doubting Superpower, en: Foreign Affairs, 103. Jg., Nr. 1, enero/febrero 2024, p. 38–54.

Texto publicado originalmente en alemán en Die Politische Meinung, número 586, año 2024.

Versión ligeramente resumida y traducida al español por Jonathan Neu y Manfred Steffen, programa regional Partidos Políticos y Democracia en América Latina, Montevideo.

Frank Priess

Frank Priess

Ex director adjunto del área internacional de la Fundación Konrad Adenauer. Analista político.

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