El poder blando de China en América Latina

El poder blando de China en América Latina

Al examinar la comunicación estratégica de China, la diplomacia cultural, la diáspora y otros tipos de compromiso asociados con el uso del poder blando, este documento pretende identificar las dimensiones críticas de la dinámica del poder blando de China en América Latina, considerando el legado de escenarios pasados, los desarrollos contemporáneos y las posibles tendencias futuras.

Por: Vladimir Rouvinski8 Feb, 2024
Lectura: 21 min.
El poder blando de China en América Latina
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

Al examinar la comunicación estratégica de China, la diplomacia cultural, la diáspora y otros tipos de compromiso asociados con el uso del poder blando, este documento pretende identificar las dimensiones críticas de la dinámica del poder blando de China en América Latina, considerando el legado de escenarios pasados, los desarrollos contemporáneos y las posibles tendencias futuras.

Introducción

En el pasado, la capacidad de uno u otro país para lograr sus objetivos en el ámbito internacional se medía evaluando su poder duro, entendido como el uso de la fuerza o la coerción, incluida la fuerza militar, las sanciones económicas u otras formas de presión abierta. En otras palabras, el poder duro ha sido el ejercicio más tradicional y explícito del poder. Como ha demostrado la guerra de Rusia en Ucrania, algunos Estados todavía usan el poder duro, particularmente cuando carecen de otras herramientas de influencia. Sin embargo, en las relaciones internacionales contemporáneas, las guerras son excepciones a las reglas de juego establecidas, y los Estados que inician guerras son condenados por la comunidad internacional y tienen que estar preparados para asumir altos costos relacionados con su comportamiento.

Desde la perspectiva anterior, el ascenso de China como potencia económica y política mundial ha ido acompañado no por el uso del poder duro, sino por un impulso estratégico para aumentar su poder blando en todo el mundo. Este concepto, acuñado por el erudito estadounidense Joseph Nye, se refiere a la capacidad de una nación para influir en las demás a través de la atracción y la persuasión en lugar de la coerción o la fuerza. Desde esta perspectiva, la estrategia actual del poder blando chino es polifacética y abarca diversos elementos como la cultura, la educación, la diplomacia y el compromiso económico. América Latina, una región diversa y rica en recursos con una creciente presencia internacional, se ha convertido en un escenario crucial para las iniciativas de poder blando de China.

Además, la evidencia sugiere que China está utilizando su poder blando como una herramienta de poder agudo para alcanzar sus objetivos específicos en la región. El poder agudo es un concepto introducido para describir una forma de influencia más sutil e indirecta que el poder blando y el poder duro tradicionales (Walker, 2018). El poder agudo desdibuja la línea entre el arte de gobernar tradicional y las actividades llevadas a cabo por actores no estatales, lo que dificulta atribuir responsabilidades a un Estado en particular. Por lo tanto, el poder agudo representa un enfoque matizado e indirecto para influir en otras naciones, distinto de la fuerza manifiesta del poder duro y la atracción del poder blando. A menudo implica tácticas que operan en las áreas grises de las relaciones internacionales y pueden ser difíciles de contrarrestar o atribuir.

En el contexto anterior, este documento examina las estrategias de poder blando y agudo de China en América Latina, centrándose en sus motivaciones, mecanismos e implicaciones para los países latinoamericanos involucrados. Mediante el análisis de la diplomacia cultural, el compromiso económico y la influencia política que China despliega en la región, se busca proporcionar una visión general de las dinámicas multidimensionales de poder blando y agudo de China en América Latina, considerando el legado del compromiso pasado, los desarrollos contemporáneos y las posibles tendencias futuras.

El poder blando y las ambiciones globales de China

Joseph Nye (2021) sugirió que el poder blando consta de tres componentes principales: cultura, valores políticos y política exterior. Estos elementos contribuyen colectivamente a la capacidad de una nación para moldear las percepciones e influir en otros países sin coerción militar o económica. Además, si bien los elementos de poder agudo relacionados con el poder blando varían, suelen incluir los siguientes elementos: propaganda para moldear la opinión pública, incentivos económicos para países amigos, programas de intercambio cultural, medios de comunicación financiados por el Estado e iniciativas educativas para promover una agenda política o cosmovisión específica. Además, el uso del poder blando como una herramienta de poder agudo puede implicar esfuerzos para influir en los grupos de expertos, académicos, periodistas y otros líderes de opinión en los países objetivo a través de incentivos financieros, asociaciones u otros medios.

Para comprender mejor el uso de herramientas de poder blando por Pekín hoy día, es necesario analizar más de cerca la evolución de la presencia de China en escenarios internacionales claves desde la proclamación de la República Popular (RPC) en 1949. En este contexto, durante la mayor parte de la segunda mitad del siglo XX, las principales tareas de los sucesivos gobiernos de la República Popular China fueron obtener el reconocimiento internacional como el gobierno legítimo de China (la reclamación disputada con el gobierno de la República de China con sede en Taipéi) y ponerse al día en términos de desarrollo económico con las principales potencias mundiales.

Si bien la legitimación de Pekín como el único representante de la nación china en el ámbito internacional («política de una sola China») se logró principalmente a fines de la década de 1980, el rápido crecimiento económico de China la ha impulsado a una posición global prominente en las últimas décadas. China ha articulado sus ambiciones globales como una superpotencia en ascenso a través de iniciativas como la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB), el bloque BRICS y otras, incluidas vastas inversiones extranjeras directas, que han tenido un impacto significativo en la percepción de la República Popular por las élites y la opinión pública en todo el mundo, incluida América Latina, donde la República Popular China fue vista en el pasado como partidaria de los movimientos rebeldes maoístas de izquierda y una amenaza para la democracia y el orden político establecido (Rothwell, 2013).

El cambio de percibir a China como una amenaza a percibirla como un socio en el desarrollo económico allanó el camino para la aceptación, por otras naciones, de los tipos de compromiso generalmente asociados con el uso del poder blando: cooperación educativa y diplomacia cultural, comunicación estratégica y creciente presencia de medios de comunicación en el espacio de comunicación dentro de varias regiones del mundo. Estos esfuerzos son parte integral de la búsqueda de China de una influencia más significativa y de la promoción de amplio alcance de su poder blando.

La estrategia de poder blando de China en América Latina: diplomacia cultural

La diplomacia cultural promueve la cultura, los valores, el idioma y el patrimonio de una nación para construir y fortalecer las relaciones con otros países y pueblos. Es potente para fomentar el entendimiento mutuo tendiendo puentes entre las naciones y también es una herramienta para fomentar el poder blando de uno u otro Estado. Como tal, es utilizada por muchas naciones.

No es sorprendente que China haya reconocido la importancia de la diplomacia cultural para fomentar el poder blando de Pekín como una de las formas de fortalecer su alcance global. Como tal, en los últimos años, China ha participado activamente en los esfuerzos de diplomacia cultural en América Latina, una región rica en diversidad cultural e importancia histórica, pero también cada vez más abierta a la influencia extrarregional como uno de los resultados de la globalización que se manifiesta en la liberalización del comercio, el aumento del turismo y la facilidad de viajar hacia y desde la región.

Dado que la diplomacia cultural es un componente crítico de la estrategia de poder blando de China en América Latina, recibe prioridad en lo que respecta a las medidas específicas del gobierno en Pekín. Los Institutos Confucio, que han proliferado en toda la región, son fundamentales para este esfuerzo. Según la lista publicada por la Fundación Andrés Bello, hay 44 Institutos Confucio en América Latina y el Caribe y varios de los llamados Centros de Cooperación en Educación Lingüística apoyados por la RPC (Fundación Andrés Bello. Centro de Investigación Chino Latinoamericano, s. f.). Estos institutos promueven el aprendizaje del idioma chino, los intercambios culturales y la colaboración académica. Ofrecen cursos de idiomas, eventos culturales e intercambios educativos, y brindan a los estudiantes y académicos latinoamericanos oportunidades de primera mano para aprender sobre China desde una perspectiva positiva.

La observación de las actividades llevadas a cabo por los Institutos Confucio en América Latina permite a algunos estudiosos confirmar que estos sirven como plataformas para que China difunda no solo el conocimiento sobre la cultura, la historia y el idioma chinos, sino también para promover valores políticos diferentes a la democracia liberal, fomentando una división más profunda en las sociedades latinoamericanas (Hartig, 2015). Esto se debe a que, al estar financiados —aunque solo parcialmente, en algunos casos— por el Estado chino, los materiales de aprendizaje utilizados en los Institutos Confucio son herramientas de poder agudo que representan solo el lado brillante de la China actual, silenciando la falta de derechos humanos fundamentales como la libertad individual, la libertad de opinión y expresión, otros derechos civiles y políticos de los que disfrutan las personas en los países democráticos, además de las crecientes desigualdades entre la gente común en ese país. Como resultado, para muchas personas que asisten a los Institutos Confucio en América Latina, China se está convirtiendo en una alternativa exitosa a la democracia liberal, que ha sido una opción política de larga data en la mayoría de los países americanos.

Los materiales de aprendizaje utilizados en los Institutos Confucio

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representan solo el lado brillante de la China actual, silenciando la falta de derechos humanos fundamentales como la libertad individual, la libertad de opinión y expresión.

China también aprovecha los medios de comunicación y el entretenimiento para mejorar su influencia cultural. Las películas, los programas de televisión y la música chinos han ganado popularidad en los mercados latinoamericanos, contribuyendo a una imagen positiva de China. Las coproducciones entre cineastas chinos y latinoamericanos han facilitado aún más los intercambios interculturales. Además, las exposiciones de arte chino y las colaboraciones en museos han ganado prominencia en América Latina. Estas exposiciones muestran el arte chino y sirven como un medio de diplomacia cultural, fomentando un aprecio más profundo por la historia y las tradiciones artísticas chinas. Al mismo tiempo, sin embargo, estos eventos no ofrecen oportunidades para discutir los desarrollos actuales y el fortalecimiento de las tendencias autocráticas en China, ya que su formato no permite tales debates. Aun así, a la inauguración de las exposiciones suelen asistir los embajadores de China u otros funcionarios, que no pierden la oportunidad de elogiar los éxitos económicos actuales de esta nación que vinculan al sistema político establecido en 1949. En este sentido, China goza en América Latina de un espacio de maniobra más expansivo que, por ejemplo, en Europa o Estados Unidos, donde la opinión pública es mucho más consciente de la naturaleza del régimen político de Pekín.

El compromiso de la diáspora como herramienta de poder blando en América Latina

Conocer el número exacto de descendientes chinos en América Latina es un desafío. Sin embargo, los académicos coinciden en que millones de personas de ascendencia china viven permanentemente en la región (Tan, 2013). Además, últimamente, Pekín ha mostrado un gran interés en involucrar a la diáspora a nivel mundial, incluida América Latina, con la esperanza de que los chinos de América Latina puedan servir como una herramienta de poder blando para el gobierno chino (Denardi, 2019). Hay varias razones detrás de este interés. En primer lugar, la diáspora china en América Latina a menudo mantiene fuertes lazos con su patria, lo que puede conducir a intercambios culturales entre China y los países latinoamericanos. Esto puede incluir festivales tradicionales chinos, cocina, clases de idiomas y eventos culturales que fomenten una apreciación más profunda de la cultura china.

Además, muchos miembros de la diáspora china en América Latina están involucrados en negocios y comercio. Sus actividades económicas pueden ayudar a fortalecer las relaciones comerciales entre China y las naciones latinoamericanas. China puede aprovechar estas conexiones para expandir su influencia económica en la región. Además, los miembros de la diáspora china que participan en el mundo académico pueden facilitar las colaboraciones educativas y de investigación entre las instituciones chinas y latinoamericanas. Esto mejora la imagen de China como centro de aprendizaje e innovación.

Al mismo tiempo, aquellos chinos que residen en América Latina pero mantienen vínculos personales y comerciales con su patria tienen graves limitaciones a la hora de hablar abiertamente de cosas que Pekín no quiere que se digan. Son conscientes de que criticar a las autoridades de China, en particular, la forma en que el Partido Comunista gobierna el país, o señalar la falta en China de muchas de las libertades de las que disfrutan los miembros de la diáspora en América Latina, puede generar dificultades repentinas para hacer negocios con China o incluso el riesgo de ser detenidos durante una visita a la patria. Por lo tanto, para Pekín, la diáspora sirve como un perfecto recurso permanente de poder blando, que se utiliza para conformar una imagen positiva de la China contemporánea, especialmente teniendo en cuenta el hecho de que muchos miembros de la diáspora están bien integrados en las comunidades locales y las cosas que dicen son más confiables para los locales que las que proceden directamente de las comunicaciones oficiales de China. En este contexto, los miembros de la diáspora china pueden representar los intereses chinos en la política latinoamericana, ya sea siendo elegidos como representantes políticos o formando grupos de presión que aboguen por políticas que se alineen con los objetivos de China.

¿Todos los caminos conducirán a Pekín en el futuro?

¿Qué hay detrás de la diplomacia cultural china y el compromiso de la diáspora en América Latina? Una de las principales motivaciones detrás de los esfuerzos de China para avanzar en su diplomacia cultural y trabajar más extensamente con la diáspora en América Latina es su presencia económica regional en constante expansión. China se ha convertido en un socio comercial importante para muchos países latinoamericanos. Las inversiones en infraestructura, energía y recursos naturales acompañan esta tendencia. Al fomentar los lazos culturales, China tiene como objetivo crear un entorno más favorable para sus actividades económicas, asegurando así la estabilidad de sus inversiones y el acceso a los recursos.

Sin embargo, aunque el objetivo de mejorar la recepción de China como socio comercial y gran inversor extranjero a través del poder blando puede considerarse legítimo, la diplomacia cultural de China en América Latina también puede verse como un desafío a las tradiciones democráticas de la región. Los latinoamericanos comparten estas tradiciones con los países occidentales, pero Occidente no las posee. Estas tradiciones son latinoamericanas en la misma medida en que son europeas o de los Estados Unidos. En este sentido, sería un error ver el uso del poder blando por China como un intento de contrarrestar la influencia histórica de los países occidentales solo en la región. Al contraponer los valores no democráticos a la democracia liberal como un camino alternativo al éxito económico, China busca no solo disminuir el dominio de las instituciones occidentales y el orden mundial liberal, sino también reclutar gobiernos y pueblos de América Latina para apoyar sus nuevas iniciativas globales encaminadas a rediseñar la arquitectura del futuro orden mundial.

China busca

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reclutar gobiernos y pueblos de América Latina para apoyar sus nuevas iniciativas globales encaminadas a rediseñar la arquitectura del futuro orden mundial.

A medida que la influencia de China en América Latina continúa creciendo, Pekín está convencido de que proyectar una imagen positiva del país entre las élites y la opinión pública debe acompañar este proceso. La diplomacia cultural y el compromiso de la diáspora permiten que China se presente como una potencia cultural e intelectual, no solo económica. Esto contribuye a crear una imagen más atractiva de China a los ojos de las naciones latinoamericanas y disminuye el valor de la crítica basada en hechos por los países occidentales, de las violaciones de los derechos humanos y la falta de libertades fundamentales, transparencia y responsabilidad de las autoridades chinas. En el contexto del declive del apoyo a la democracia como la forma preferida de gobierno en muchas partes del mundo, China se ha convertido en una nueva referencia sólida para otra forma de hacer política gracias al uso exitoso del poder blando.

A juzgar por los últimos acontecimientos, incluida la expansión de los BRICS mediante la inclusión, entre otros, de nuevos miembros de América Latina y la ausencia de los líderes chinos en la reunión del G-20 de 2023, hay pocas dudas de que la lucha por establecer nuevas reglas en el ámbito internacional se ha intensificado. Así pues, dada la importancia geopolítica y geoeconómica de América Latina en el hemisferio occidental, es probable que, desde la perspectiva de China, en el futuro, todos los principales caminos políticos y económicos de la región conduzcan a Pekín. El éxito de este esfuerzo depende de muchos factores, y es demasiado pronto para insistir en uno u otro resultado definitivo de las políticas de China hacia América Latina. Lo cierto es que es un proceso continuo en el que Pekín confía en el uso de su poder blando. Además, ya es posible evaluar el impacto actual del poder blando de China en la región.

Impacto del poder blando de China en América Latina

En los últimos años, los esfuerzos de la diplomacia cultural de China han contribuido a la aparición de una visión de que los latinoamericanos de hoy comprenden la cultura, los valores y la sociedad china mucho mejor que a principios del siglo XXI. Sin embargo, aunque ha habido una mayor conciencia que ha reducido los malentendidos y estereotipos culturales, China sigue siendo un enigma para la mayoría de las élites y la opinión pública de la región, al menos si se compara con el nivel de conciencia cultural de los latinoamericanos con respecto a los Estados Unidos y Europa.

La proliferación de los Institutos Confucio y los cursos de chino ha dado como resultado un mayor número de latinoamericanos que aprenden mandarín. Aun así, el número de personas que dominan el mandarín hasta el punto de que ahora sirva de puente lingüístico que facilite la comunicación y estreche los lazos entre ambas regiones sigue siendo bajo. Del mismo modo, aunque los intercambios culturales crearon un flujo bidireccional de ideas y creatividad, y la cultura latinoamericana, incluida la música, la danza y la cocina, ha encontrado su lugar en China, enriqueciendo el paisaje cultural en ambas regiones, el impacto de estos desarrollos en los lazos culturales generales entre las dos regiones es pequeño.

Sin embargo, China logró algo más. Gracias al uso hábil de herramientas de poder blando, ha construido una imagen bastante positiva de este país en América Latina, que —a pesar de tener un sistema político que difiere de una democracia liberal— ha logrado convertirse en una verdadera superpotencia que rivaliza con Estados Unidos y los países desarrollados de Europa Occidental. La ambigüedad de la imagen de China, que para la América Latina actual no es ni un completo desconocido ni un conocido bien conocido, sirve perfectamente a los intereses estratégicos del gigante asiático. En particular, las iniciativas de diplomacia cultural probablemente reforzarán indirectamente los lazos económicos. Al mismo tiempo, una percepción más positiva de China ha fomentado las asociaciones comerciales, los acuerdos comerciales y las inversiones entre China y las naciones latinoamericanas.

En América Latina hay mucha más gente que tiene una opinión favorable de China que en Europa y Estados Unidos (Silver et al., 2023). Esto se debe a que no hay una discusión pública sólida sobre las áreas grises del desarrollo y los modelos políticos de China, que a menudo son elogiados por los gobiernos de la nueva marea rosa que ven el papel de Pekín en la región como la respuesta a sus aspiraciones de cortar lazos con Estados Unidos y otras potencias occidentales. La existencia de una imagen positiva de China permite a esos líderes evitar cualquier cuestionamiento público digno de mención acerca de las políticas que buscan establecer vínculos de dependencia con Pekín.

El poder blando de China en América Latina: desafíos y oportunidades

Las iniciativas de poder blando de China en América Latina representan un enfoque polifacético para fortalecer los lazos culturales, mejorar el entendimiento mutuo y expandir su influencia regional. Estos esfuerzos han dado resultados positivos, ya que la colaboración política y económica se puede atribuir en parte al éxito de la diplomacia cultural, el compromiso de la diáspora, la cobertura mediática positiva y la comunicación estratégica. Sin embargo, el poder blando de China se enfrenta a varios desafíos.

En primer lugar, a medida que China continúa participando en la diplomacia cultural e impulsando su comunicación estratégica en América Latina, debe equilibrar los esfuerzos para promover sus valores culturales y políticos en la región y respetar la apertura política de las sociedades latinoamericanas y su compromiso con los derechos humanos. Como resultado, en gran medida, Pekín ha logrado evitar la aparición de amplios debates públicos sobre los pros y los contras de hacer negocios con China. De este modo, China está construyendo puentes duraderos de cooperación con sus contrapartes latinoamericanas, fomentando un modus operandi más sostenible y adecuado para dar cabida a escenarios futuros inciertos en los que aspira a desempeñar un papel decisivo.

Al mismo tiempo, la estrategia de poder blando de China en América Latina incluye influencia política, tanto a nivel bilateral como regional. China participa en esfuerzos diplomáticos, incluidas visitas de alto nivel, para fortalecer sus relaciones con los gobiernos latinoamericanos. En particular, China fomenta alianzas diplomáticas con países individuales y organizaciones regionales como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Estas alianzas a menudo implican discusiones sobre temas globales, como el cambio climático y la gobernanza internacional, en las que China busca presentarse como un actor global responsable cuyas políticas se basan en valores diferentes a los promovidos por Occidente, pero «adecuados», según Pekín, para construir «relaciones mutuamente beneficiosas». Del mismo modo, China brinda apoyo político a muchos países en desarrollo (incluida América Latina) en foros internacionales como las Naciones Unidas, posicionándose como una potencia no interviniente guiada por un enfoque confuciano tradicional y valores «milenarios» (Song et al., 2023).

Por último, pero no menos importante, los esfuerzos de poder blando de China en América Latina pueden verse como una forma de contrarrestar la influencia de los Estados Unidos y otras potencias occidentales en la región. Al presentar valores políticos diferentes de la democracia liberal como una alternativa viable a la organización política, China desafía no solo la Carta Democrática de las Américas, sino también la seguridad en la región, ya que la prevalencia de democracias de ideas afines es la clave para la estabilidad en el hemisferio occidental: las democracias no entran en guerra entre sí. De ahí que la expansión del poder blando de China en América Latina ha añadido una nueva dimensión a la competencia de China con Occidente. Las tensiones van en aumento y se hace un llamado a los actores responsables de dentro y fuera de América Latina para que comprendan mejor el impacto del poder blando de China en esta parte del mundo.

Referencias

Denardi, L. E. (2019). Las relaciones y políticas del Estado chino con sus diásporas: Apuntes sobre la burocracia diaspórica desde Argentina. Journal de Ciencias Sociales, 7(13), 49-64.

Fundación Andrés Bello. Centro de Investigación Chino Latinoamericano. (s. f.). Institutos Confucio en América Latina y el Caribe. 

Hartig, F. (2015). Communicating China to the world: Confucius Institutes and China’s strategic narratives. Politics, 35 (3-4), 245-258.

Nisley, T. (2022). The Popular Perception of China in Latin America and the Role of Confucian Institutes. Questions in Politics, ix, 30. 

Nye, J. S. (2021). Soft power: the evolution of a concept. Journal of Political Power, 14(1), 196-208.

Rothwell, M. (2013). Transpacific revolutionaries: the Chinese revolution in Latin America. Routledge.

Silver, L. Huang, Ch., y Clancy, L. (2023, julio 27). 1. Views of China. Pew Research Center

Song, W., y Ai, W. (2023). China’s Vision for a Future World Order and Its Implications for Global Governance. En F. Attinà y Y. Feng (eds.), China and World Politics in Transition: How China Transforms the World Political Order (pp. 13-29). Cham: Springer Nature Switzerland.

Tan, C. B. (ed.). (2013). Routledge handbook of the Chinese diaspora. Routledge.

Walker, C. (2018). What is “Sharp Power”? Journal of Democracy, 29(3), 9-23.

Vladimir Rouvinski

Vladimir Rouvinski

Profesor del Departamento de Estudios Políticos de la Universidad Icesi (Cali, Colombia). Su principal área de especialización son las relaciones de Asia y Rusia con América Latina y el Caribe.

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