Horacio Cartes nunca había votado en su vida, y lo hizo por primera vez cuando se votó a sí mismo en el año 2013.

Presidente Horacio Cartes, de Paraguay | Foto: Cancillería Ecuador
No era afiliado al Partido Colorado; se afilió poco antes de anunciar su candidatura. Tuvieron que amoldar, en una asamblea extraordinaria, los estatutos de aquel partido para reducir a un año la antigüedad requerida para ser candidato. Lo consiguió.
Horacio Cartes quería ser presidente de la República del Paraguay. Lo consiguió.
Horacio Cartes quiso modificar la Constitución para optar a la reelección, pero la sangre de varios jóvenes militantes de la oposición detuvo su intento.
En sus intensos cinco años de militancia política, el actual presidente paraguayo ha mostrado un ímpetu en la concentración del poder desconocido en la transición democrática paraguaya. Dividió a la sociedad entre cartistas y anticartistas. Difuminó las fronteras entre rivales políticos, a quienes también arrinconó de un lado o del otro.
Poco a poco, los paraguayos hemos conocido el carácter de nuestro presidente, no muy dado a hablar con los medios. En su visión, él no suma derrotas, sino que solo posterga sus victorias.
Horacio Cartes construyó un enorme movimiento político transversal a varios partidos, y lo hizo porque no vino a la política de paso, sino para quedarse.
Quedarse en la política partidaria activamente luego de haber sido presidente tiene un precio que ningún expresidente hasta la fecha pudo pagar. Ese precio es el de violar, con autorización de la Corte Suprema de Justicia, la Constitución de la República del Paraguay.
Recién el 15 de agosto de 2018 el presidente Horacio Cartes debe entregar el poder al presidente electo Mario Abdo Benítez. La sucesión presidencial, sin embargo, no es la única sucesión en los poderes constituidos, ya que los nuevos legisladores electos asumen sus funciones el 1 de julio de 2018.
La Constitución, que claramente veda la posibilidad de que los presidentes ocupen cargos en el Legislativo, obviamente no previó el absurdo del ridículo al que somete la Corte Suprema al republicanismo al permitir a una persona ejercer el cargo de presidente de la República y ser al mismo tiempo senador electo.
Por el temor a que sus futuros colegas del Senado no le tomen jamás el juramento, Cartes se ve forzado a dejar el cargo de presidente mientras aún le responden los congresistas salientes que le deben aceptar la renuncia. Horacio Cartes pretende jurar con sus pares y, si no lo hace el mismo día, aparentemente teme sumar quizá su primera derrota política