Días después del atentado a mediados del 2024, Donald Trump se refirió a la religión con un estilo de un predicador evangélico: “Mi fe adquirió un nuevo significado el 13 de julio en Butler, donde me tiraron al suelo, básicamente por lo que parecía una mano sobrenatural”. Y con una cruz de madera en su mano agregó: “Me gustaría pensar que Dios me salvó con un propósito, que es hacer que nuestro país sea más grande que nunca”.
No siempre se considera la incidencia de la religión y moral en los análisis electorales. En Estados Unidos (EEUU) ambas tienen un peso mayor en las decisiones políticas de las que solemos imaginar. Si bien EEUU no es un Estado confesional, tiene un modelo de laicidad donde la presencia de lo religioso en la vida pública tiene una incidencia cultural muy singular y relevante.
En 2017, el día en que Trump asumió por primera vez la presidencia de EEUU, el neopentecostalismo tuvo un protagonismo inédito. Entre los principales referentes religiosos presentes se encontraba una de las personalidades del mundo neopentecostal más influyente de la televisión: la pastora Paula White. Es conocida como referente de la teología de la prosperidad. El pastor Samuel Rodríguez, presidente de la National Hispanic Christian Leadership Conference, se convirtió en el primer evangélico latino en participar de una investidura presidencial estadounidense. En octubre de 2015, varios telepredicadores de megaiglesias, afines a la teología de la prosperidad, rezaron públicamente sobre Trump imponiéndole las manos.
Neopentecostales y católicos “provida”
Trump ha hecho públicos varios encuentros con neopentecostales y ha realizado discursos provida dirigidos al público evangélico y católico. Veían en Hillary Clinton, y luego en Kamala Harris, “instrumentos de Satanás” que promueven el aborto y la desnaturalización de la sexualidad, junto con toda la agenda transgénero. También es cierto que habla de Dios y la religión abiertamente. Ha realizado algún que otro discurso con una Biblia en la mano, al mejor estilo de los telepredicadores. Pero ¿realmente hay una opción religiosa en la visión política de Donald Trump?
Lee también: ¿Cómo será la nueva era Trump?
Nominalmente pertenecía a la iglesia presbiteriana (lo confesó en 2011). Pero no frecuenta una iglesia en particular, ni se le conocen inclinaciones religiosas explícitas. En 2020 se definió como un cristiano “no denominacional”. No obstante, sus opiniones fervorosas sobre algunos temas han fascinado a muchos telepredicadores de la prosperidad y han visto en él un instrumento de Dios, incluso entre católicos de movimientos carismáticos. Así lo han defendido en público. Oran por él importantes telepredicadores de gran audiencia. Otros evangélicos en cambio, consideran que es un impío y superficial que usa a la religión.
Fueron muchos los que en los mítines de Trump llevaban camisetas con la proclama: “Jesús es mi salvador, Trump es mi presidente”.

Su mentor: Vicent Peale
El reverendo Norman Vicent Peale (1898-1993) fue su mentor en el ámbito de la religión. El exitoso predicador vendió millones de copias de su libro El poder del pensamiento positivo (1952), cuya famosa iglesia en New York congregaba mayoritariamente a protestantes ricos de clase ejecutiva. Difundió el pensamiento positivo y la búsqueda de la eficiencia: “Si crees algo, lo lograrás”, “si repites: Dios está conmigo, quien, contra mí, nadie te detendrá”, e ideas por el estilo. Peale llegó a decir que Trump era su mejor discípulo y Trump admiraba su capacidad oratoria y su pragmatismo.
Trump continúa la tradición de libros que mezclan testimonio personal con consejos para el éxito, con “inspiración bíblica” y pensamiento positivo que hoy dominan el mundo del management norteamericano de inspiración cristiana. Este tipo de ideas aparecieron en su campaña y en sus discursos: “De ahora en adelante una nueva visión gobernará esta tierra…”. Los autores de estas corrientes religiosas ven en EEUU “un nuevo Israel al que Dios eligió y bendijo de modo singular”.
Su “guía espiritual”: Paula White
En el año 2008 Trump apareció en el programa Paula Today, que conduce Paula White. Ella confirmaba las palabras y tesis de Trump sobre las claves del éxito: “Encuentra tu pasión y encuentra una manera para hacer dinero” y luego se convirtió en su referente espiritual.
White es la pastora principal del New Destiny Christian Center, en Apopka, Florida, muy cerca de Orlando.
White organizó en la torre Trump en 2015 un encuentro para orar por él, invitando a telepredicadores como Keneth y Gloria Copeland, David Jeremiah y Jan Crouch. En dicho evento se escuchó a White orar así: “Padre, por la sangre de Jesús lo aseguramos ahora… ninguna arma forjada contra él podrá prosperar y cualquier lengua levantada contra él será condenada conforme a la palabra de Dios”.
En 2024 fue mucho más moderada en su apoyo a Trump, tal vez para no perder muchos fieles que votarían a Harris. Pero lo cierto es que a pesar de no haber estado tan presente como en la primera presidencia de Trump, el 9 de setiembre encabezó una reunión evangélica anunciada como “Consejo Nacional de Asesoramiento sobre Fe”, previo al debate entre Trump y Harris, llamando a orar y a apoyar Trump. A los miles de evangélicos que participaban en la llamada, pidió: “Que oren por ustedes mañana”. Animó a los oyentes a orar: “Cuando él suba a ese escenario, el espíritu de Dios descanse sobre él” y, al final, “permita que recupere todo”, aparentemente en referencia a la Casa Blanca.

MAGA: el trasfondo bíblico y teológico
Desde el triunfo de Trump en 2016, comenzó a resurgir el nacionalismo cristiano blanco (NBC). Fundamentalmente creen que EEUU se fundó como una “nación cristiana” por cristianos (blancos), que instauraron leyes e instituciones basadas en principios bíblicos (protestantes). Respecto a la religión, la narrativa de la llegada a las colonias inglesas construyó un mito fundacional por el que los cristianos que llegaban se comparaban con los israelitas que llegan a la Tierra prometida. Así como el pueblo de Israel, perseguido por Egipto, llegó a Canaán, los cristianos, huyendo de Inglaterra por la persecución religiosa, realizaron un nuevo éxodo hacia la tierra que Dios tenía preparada para ellos.
El lema de Trump, Make America Great Again, enciende el deseo de recuperar el país quitándoselo al progresismo y su ideología woke. Se los asocia como promotores del secularismo y el relativismo moral, para volver a ser gobernados por valores cristianos.
Durante la campaña electoral, Trump prometió “proteger a los cristianos” en las escuelas, el ejército, el gobierno y la plaza pública. Muchos de los conflictos sobre la laicidad se han centrado en la discusión sobre la presencia de los símbolos religiosos en espacios públicos, especialmente cruces. Se comprometió a defender a cristianos y a los judíos que enfrentan discriminación y persecución. Se comprometió a oponerse al adoctrinamiento sobre las identidades sexuales, porque “Dios los creó hombre y mujer”.
Además del apoyo inamovible de los evangélicos pentecostales en 2016, en 2020, y en 2024: ¿cómo se explica el apoyo de inmigrantes latinoamericanos cristianos, católicos y evangélicos a Trump? Eligen los valores que representa, aunque a otros cristianos los escandaliza.
¿Una cuestión subestimada?
El tipo de cristianismo que más crece en el mundo desde hace décadas es el fenómeno carismático-pentecostal, ya sea católico o evangélico. Sienten que sus valores fundamentales y convicciones más profundas están “en peligro”. Por ello apoyarán a quienes defiendan sus mismos valores en contextos culturales hostiles.
El impacto del fenómeno religioso va más allá de las instituciones religiosas. Transforma la sociedad independientemente de las formas que adquiera. De hecho, puede disminuir la adhesión de los fieles a las iglesias. A la vez, puede aumentar la cantidad de personas que adhieren a la fe cristiana de forma desinstitucionalizada pero comprometida con sus valores en el espacio público. La recurrente simplificación del cristianismo “conservador” o “progresista” tampoco da cuenta de los supuestos teológicos y espirituales de quienes viven la fe y la moral por encima de las ideologías políticas. Esto lleva a análisis miopes de las actuales relaciones entre religión y política.