No hay vida sin agua. La circulación del agua por la biósfera es como un flujo sanguíneo. Cualquier interrupción, hasta un cambio en dicho flujo, podría significar el colapso del complejo sistema hidrológico del que depende la vida. El ser humano cambia el entorno, cada vez más y en forma cada vez más rápida. El mundo globalizado significa que todo está entrelazado, y que cada rincón del planeta está ocupado con alguna actividad de origen humano, sea una ciudad, una carretera o una actividad productiva agrícola o industrial, o un basurero. Estas actividades requieren de gran cantidad de agua: para el riego, para la higiene personal, para la industria, para el transporte, para la recreación. Y todas estas actividades, en mayor o menor medida, alteran, contaminan, cambian los ciclos hidrológicos.
El agua, presente en el planeta en cinco formas principales: en la atmósfera, en el suelo, como agua superficial, en las napas y en los hielos, es utilizada de todas las formas imaginables. Desde la ciencia se advierte: «El agua no solo es el soporte de los ecosistemas que nos proveen de alimento y energía. También regula la temperatura y el clima en la Tierra. El agua está en el centro de un drama planetario que se desarrolla frente a nuestros ojos».
Avanza el desierto
Uno de los efectos más notorios del proceso descrito es el avance de los desiertos y la pérdida de fuentes de agua. El proceso de desecación del Mar de Aral en relativamente poco tiempo sirve para ilustrar el problema. Situado en Asia Central, entre las actuales repúblicas de Kazajistán y Uzbekistán, este lago fue utilizado en la URSS como fuente de agua para irrigación de enormes plantaciones de algodón. Los planes de producción no dejaban lugar a dudas respecto a las prioridades. En los años sesenta, el área del Mar de Aral alcanzaba unos 60.000 km2, el equivalente aproximado a Bélgica y Holanda juntas. En solo medio siglo, el lago se redujo en un 60% de su superficie. Hoy, decenas de barcos de la otrora flota pesquera son testigos mudos de un desastre ambiental cuyas causas se vinculan al supuesto de que la naturaleza es ilimitada y que el ser humano la puede controlar..

.En un libro publicado en los años sesenta en la URSS, el autor Igor Adabáshev, describía un futuro venturoso: «El Mar de Aral se purificará e irá transformándose poco a poco en un mar dulce. Sus aguas se poblarán de peces de río de estimada carne. En el litoral del antiguo Mar de Aral aparecerán centenares de nuevas industrias pesqueras».
Estas líneas hoy resultan por lo menos sorprendentes en vista de los resultados constatables. Pero el futuro venturoso descrito en el libro no era una fantasía, sino parte de proyectos reales predominantes no solamente en ese país.Crece la demanda
El crecimiento de la población en el planeta y el aumento de las expectativas de consumo ejercen cada vez más presión sobre los ecosistemas terrestres y acuáticos, y también sobre la política. Los ciudadanos esperan disponer del agua para satisfacer necesidades cada vez más altas. Latinoamérica no está exenta de estos problemas. Basta observar la situación en grandes ciudades como San Pablo y La Paz o los conflictos por el agua en México.
En nuestras casas abrimos el grifo y esperamos que salga agua. Limpia y fresca. Una vez utilizada, desaparece. El contacto con el agua es corto, efímero. Llega a nuestra cocina o baño después de un largo recorrido desde la fuente, pasando por la usina potabilizadora y, después del breve encuentro, desaparece por el desagüe. Ya la palabra lo indica. El agua desaparece de nuestra vista, para siempre.
También la disponibilidad de alimentos que exigen grandes insumos de agua, como las paltas (aguacates), el jugoso churrasco y las aguas embotelladas provenientes de fuentes exóticas parten del supuesto de la disponibilidad infinita de un recurso escaso.
Los ciclos y los ecosistemas
Los ciclos hidrológicos globales influyen en el clima, en los ecosistemas, en el transporte y en el almacenamiento. Todas estas funciones están entrelazadas y deben, por lo tanto, ser atendidas en forma simultánea, ya que el uso en determinado lugar puede tener consecuencias en otro lugar lejano. Por ejemplo, la desforestación en un punto de una cuenca puede limitar la disponibilidad de agua en otro. Evitar, anticipar y resolver estos conflictos es un tema político.
Sin embargo, no alcanza con la política a nivel local o nacional. En un mundo globalizado, las consecuencias de una actividad pueden afectar a gente que no tuvo nada que ver con dicha actividad. Y cada problema local puede rápidamente convertirse en global. Se requiere entonces también de políticas que permitan una gerencia global del agua.
«El alma humana se parece al agua, del cielo viene y hacia él asciende y desciende a la tierra en eterna alternancia».
Esto escribía Goethe en 1779, según relatan inspirado por la cascada Staubbach, en la localidad suiza de Lauterbrunnen. Este nombre significa fuentes ruidosas. El tronar del agua inspiró al gran poeta alemán.Hoy no tenemos mucho tiempo para escuchar a las cascadas, ni al mar, ni el fluir de los ríos afectados por nuestro estilo de vida. Volviendo al Mar de Aral, tal vez su desaparición nos ayude a tomar conciencia del agua, de su importancia para la vida, de su silenciada presencia y del profundo contenido político de su disponibilidad o escasez.
Notas:
Stockholm Resilience Centre. (2020). Saving the planet’s bloodstream. Adabáshev, Igor (1960). El hombre corrige el planeta. Moscú: Editorial Progreso. Von Goethe, Johann Wolfgang, «Gesang der Geister über den Wassern», traducción del autor..