La competencia tecnológica es un campo central de la rivalidad de poder entre Estados Unidos y China. El semiproteccionismo, el aprendizaje técnico, la adquisición selectiva de conocimientos, la orientación sin control del Estado y la competencia han convertido a China en una potencia innovadora. Esto ha aumentado su influencia en la normalización. Como resultado, el poder económico, político, de seguridad e ideológico de China ha crecido con riesgos para la resistencia de la cadena de suministro, la seguridad nacional, los valores liberales y la competitividad tecnológica.
Introducción
Estados Unidos y la República Popular China (RCP) han entrado en una era de competencia por el poder global. En el corazón de esta rivalidad de poder se encuentra una lucha por el liderazgo en varias tecnologías estratégicas, en particular, la infraestructura inalámbrica, los semiconductores, la inteligencia artificial, el internet de las cosas y las tecnologías cuánticas, entre otras. La suposición subyacente es que el dominio de estas tecnologías es vital para la competitividad nacional, la seguridad nacional y la capacidad de dar forma a los asuntos globales. En 2016, el Comité Central del Partido Comunista Chino (PCCh) y el Consejo de Estado declararon abiertamente que «la aparición de tecnologías disruptivas está remodelando la competencia global y el equilibrio de poder.
La idea de que el avance tecnológico es fundamental para la rivalidad de poder no es nueva. A lo largo de la historia, el conocimiento técnico ha sido una fuente de poder para los Estados. El poder, definido como la capacidad de obligar o persuadir a otros a seguir un curso de acción preferido, que de otro modo no habrían elegido, está influenciado por las capacidades nacionales. El avance tecnológico, a su vez, puede fomentar capacidades nacionales que van desde la fortaleza económica hasta las capacidades militares y la reputación política.
Esto no quiere decir que la tecnología avanzada confiera automáticamente poder. Las variables intervinientes son múltiples, desde la estrategia política hasta la estructura organizativa, el poder de mercado o el conjunto de habilidades de liderazgo (Lewis, 2022). Sin embargo, en la medida en que la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías (así como su aplicación) crean retornos económicos reales y aceleran las capacidades militares, la innovación se correlaciona con el poder del Estado. Tanto más cuanto que la transformación digital está penetrando en todas las esferas de la vida política, militar, económica y social. Las tecnologías digitales y la conectividad, junto con una nueva revolución industrial, están impulsando la transformación social.
Este documento se centra en el poder tecnológico de China. Comienza analizando cómo evolucionó el poder tecnológico de la República Popular China y lo que China ha logrado. Seguidamente, se analiza un ejemplo concreto: la capacidad de China para elaborar normas técnicas. El documento cierra esbozando una heurística de cómo las capacidades tecnológicas de China se traducen en poder y por qué esto se considera problemático en gran parte de Europa.

China: una potencia tecnológica poco probable
La emergencia de China como potencia tecnológica plantea a muchos países de Occidente una realidad que no esperaban. Durante décadas, la proeza digital de Occidente se atribuyó en gran medida a la beneficiosa combinación de democracia liberal y capitalismo de libre mercado. Esta combinación por sí sola proporcionaba el entorno para la investigación, la apertura y la empresa que se consideraba necesario para el éxito tecnológico. Obviamente, como Estado no democrático y sin libre mercado, China sería incapaz de emular este éxito. Tan recientemente como en 2014, revistas como la Harvard Business Review se permitían publicar artículos sobre «Por qué China no puede innovar» (Abrami et al., 2021).
Esta opinión resultó ser desacertada. No solo las capacidades chinas rivalizan ahora con las de la UE y EUA, sino que también hemos subestimado la base de competencias que China ha desarrollado rápidamente como fabricante de productos electrónicos diseñados o desarrollados en otros lugares. Al menos durante la última década, China ha sido parte integrante e insustituible del ecosistema digital mundial, con considerables ventajas competitivas propias. Por tanto, tenemos que desarrollar ideas y conceptos que puedan dar cuenta de la competencia de China en el campo de la tecnología y, más ampliamente, de su creciente huella global. Esto puede resultar difícil, ya que elimina la centralidad de una narrativa occidental que se encuentra en el núcleo de las autopercepciones de los Estados y las sociedades. Sin embargo, dado que China ya ha replanteado profundamente el orden digital mundial, cuanto menos tiempo se emplee en asumir las consecuencias, mejor (Rühlig, 2022).
Hoy en día, casi nadie sigue aferrándose a la ilusión de que China no es innovadora. Muy por el contrario, muchos observadores asumen que China está en una senda inevitable hacia el éxito. El argumento subyacente es que, si China fue capaz de adquirir una influencia tecnológica significativa en las desfavorables condiciones del autoritarismo, es difícil ver algún factor que pueda detener a la RCP.
Entre otras muchas evaluaciones, el rastreador de tecnologías críticas del Australian Strategic Policy Institute (ASPI) considera a China líder tecnológico. Tras medir las aportaciones a la investigación, el ASPI identifica a la RCP como líder en 37 de las 44 tecnologías críticas (Gaida et al., 2023).
Ni condenado al fracaso ni inevitablemente exitoso
En contraste con tales perspectivas, sostengo que es probable que la RCP no esté ni en un camino inevitable de éxito ni condenada al fracaso. Para una evaluación adecuada, se deben considerar las condiciones que condujeron a la capacidad innovadora de la RCP. Cinco elementos pueden tomarse como decisivos.
En primer lugar, la protección parcial de sus mercados de tecnologías fundacionales y emergentes permitió a China absorber las nuevas tendencias de Occidente, al tiempo que protegía a las empresas chinas. El ejemplo más destacado es el Gran Cortafuegos que protege el internet de China. Considerado principalmente como una herramienta de censura y control del discurso, el Gran Cortafuegos también tiene una función comercial, la de proteger selectivamente a las empresas de internet de China de la competencia extranjera. Si bien internet no es de libre acceso, el Gran Cortafuegos es fácil de eludir mediante redes privadas virtuales. En otras palabras, el Gran Cortafuegos es lo suficientemente poroso como para permitir la innovación sin abrir el sector chino de internet.
En segundo lugar, el aprender de los ecosistemas occidentales ha desempeñado un papel enorme en la innovación de China. A través de programas como el Plan de los Mil Talentos, China ha apuntado sistemáticamente a atraer talentos chinos étnicos de universidades occidentales y empresas innovadoras para que regresen al país (Lewis, 2023). Los ingenieros que han regresado a China han aportado a la República Popular China no solo conocimientos específicos, sino también experiencia sobre cómo funcionan los ecosistemas de innovación en Occidente.
En tercer lugar, la adquisición selectiva de conocimientos técnicos ha sido importante para complementar la falta de capacidades de innovación chinas. Para ello, la República Popular China ha utilizado medios tanto legales como ilegales. Las prácticas chinas van desde la transferencia de conocimientos como condición para el acceso al mercado (Holmes et al., 2015, pp. 1154-1193) y las adquisiciones de empresas de alta tecnología por empresas chinas (Braw, 2020) hasta el robo de propiedad intelectual mediante operaciones de espionaje.
En cuarto lugar, el partido-Estado chino ha hecho uso de reliquias del pasado de China como economía planificada, sin replicar la planificación detallada. Por ejemplo, los planes quinquenales de la RCP señalan las prioridades del partido-Estado a los agentes nacionales (Heilmann, 2018). El sector financiero, dominado por el Estado, está liberando enormes recursos financieros al servicio de las prioridades políticas de la dirección central. Del mismo modo, el partido-Estado local se siente alentado a permitir la experimentación en campos de prioridades tecnológicas, entre otras cosas, una desregulación específica que favorezca la innovación en campos tecnológicos específicos.
En quinto lugar, el mercado de China se caracteriza por una fuerte competencia. Puede que la RCP no sea una economía de libre mercado, pero el fuerte compromiso del partido-Estado no implica que no haya competencia. En cambio, las diferentes regiones compiten fuertemente por las cuotas de mercado. Una sociedad con mentalidad innovadora incentiva aún más a las empresas a satisfacer las elevadas demandas de los consumidores.
Esto implica que la orientación central del partido-Estado se combina con la competencia comercial entre las empresas. Los europeos tienden a discutir el papel de las corporaciones estadounidenses de manera crítica, pero China tampoco es un actor monolítico. La división público-privada merece atención. Si bien existe un grado considerable de proximidad entre las corporaciones chinas y el partido-Estado, la reciente oleada regulatoria dirigida al sector digital demuestra que es incorrecto ver a las corporaciones chinas como una mera manifestación de los intereses del PCCh (Creemers, 2023). Incluso dentro del gobierno, los organismos de seguridad tienen intereses diferentes a los militares o a la burocracia tecnológica.
Estos ingredientes han convertido a la RCP en una potencia innovadora que no puede competir en eficiencia, sino en escala. Como resultado, China tiene una posición fuerte en las cadenas de suministro de tecnologías emergentes y fundacionales, y en esto, algunos argumentan, puede haber superado a la de Occidente (Allison et al., 2021).
Sin embargo, cuando se consideran acontecimientos más recientes, se cuestionan las condiciones que favorecen la capacidad de innovación de China. Las nuevas regulaciones de datos son un ejemplo de un control más estricto sobre el mercado semiprotegido (Tong y Xintong, 2023). Aprender de Occidente se vuelve más difícil, ya que los controles sobre la exportación también apuntan explícitamente a la cooperación en investigación y desarrollo (Kleinhans et al., 2023). Del mismo modo, el control de las inversiones complica las adquisiciones extranjeras y el mercado chino se está cerrando más bien en un momento de tasas de crecimiento decrecientes. De ahí que el acceso al mercado se convierta en una herramienta menos eficiente para incentivar la transferencia de tecnología. Finalmente, las instituciones recién creadas, como la Comisión Central de Ciencia y Tecnología, son una señal de supervisión más estricta del partido-Estado, antes que una señal ligera (Mok, 2023). La represión de empresas privadas como Alibaba en los últimos años también ha puesto en duda la confianza de los empresarios privados.
A pesar de estas condiciones desfavorables para la capacidad innovadora de China, el país no está condenado al fracaso. Los cinco ingredientes de su capacidad innovadora continúan persistiendo en general, a pesar de los desafíos graduales. Solo el tiempo dirá en qué medida las condiciones cambiantes están afectando negativamente las capacidades de innovación de China. Además, no se debe subestimar la capacidad de adaptación de China.
El poder de la normalización de China: fuerte pero no dominante
Un ejemplo de la creciente influencia de China en la tecnología es su capacidad para dar forma a las normas técnicas. Una serie de documentos y declaraciones proporcionan evidencia de la importancia estratégica que el liderazgo político de la RCP atribuye a la normalización técnica. El establecimiento de las normas tecnológicas, incluidas las normas técnicas, se integra explícitamente en las ambiciones políticas de influir en los asuntos internacionales (Jinhong, 2018). En 2020, por ejemplo, Shu Yinbiao, un destacado funcionario chino de normalización técnica, argumentó que la capacidad de influir en el establecimiento de normas técnicas internacionales es un reflejo del poder y la competitividad de una nación (China Huaneng Group, 2020). Del mismo modo, la normalización técnica ha sido parte integral de la planificación macroeconómica en la RCP durante bastante tiempo.
Para mejorar su capacidad de normalización, China ha estudiado cuidadosamente los enfoques occidentales y ha modificado selectivamente estas prácticas para ponerlas al servicio de su propia economía estatal. El resultado es una presencia estratégica de las instituciones del partido-Estado chino y una politización del establecimiento de normas técnicas (Rühlig y Brink, 2021, pp. 1196-1221).
Los esfuerzos de China por aumentar su influencia en la normalización internacional han producido distintos grados de éxito. En términos de posiciones de liderazgo técnico, cruciales para establecer la agenda y dar forma al proceso de normalización, la RCP ha ganado influencia en la Organización Internacional de Normalización (ISO) y en la Comisión Electrotécnica Internacional (IEC). Si bien la participación de China en las posiciones de liderazgo en ISO e IEC sigue siendo inferior a la de los principales países europeos y EUA, está en constante crecimiento. La RCP está interesada en liderar los trabajos de normalización de la ISO en sectores económicos estratégicos.
Aunque China ha aumentado su presencia en la ISO y en la IEC, está lejos de dominar ambas organizaciones. En el Sector de Normalización (UIT-T) de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), la influencia de China es más evidente. En términos de posiciones de liderazgo técnico, China ha ganado un papel importante en el UIT-T. Las posiciones de la presidencia del Grupo de Estudio se distribuyen casi por igual entre los principales miembros del UIT-T. En el período de estudio 2022–2024, la RCP ocupa uno de los once puestos de presidencia. Solo Japón y Corea del Sur han ganado dos escaños cada uno. Del número mucho mayor de vicepresidencias de grupos de estudio, China obtuvo el 8,7 %, por delante de Corea del Sur (7,7 %), Argentina, Japón e India (5,8 % cada uno) en el período de estudio actual. La cuota de China en los puestos directivos de los grupos de trabajo del UIT-T (incluido el Comité Directivo de Evaluación de la Conformidad) es aún mayor. En el período de estudio 2022-2024, China tiene la mayor cuota de presidencias (24,2 %), seguida de Japón (15,2 %) y Corea del Sur (12,1 %). Si se tienen en cuenta las vicepresidencias, el liderazgo de China se vuelve aún más claro. Mientras que la participación de China asciende al 23,5 %, le siguen a gran distancia el Reino Unido (9,8 %), así como Argentina y Túnez (7,8 % cada uno).
Si se consideran las contribuciones y los temas de trabajo presentados a las comisiones de estudio del UIT-T, el compromiso de China parece predominante. En 2021, las entidades chinas presentaron el 54,4 % de todas las contribuciones a las comisiones de estudio del UIT-T (CIRA, 2022, pp. 22-23).
Al igual que en la ISO y la IEC, la influencia de China en la normalización de la UIT varía según los sectores tecnológicos. Como país recién llegado a la normalización internacional, China está centrando sus esfuerzos en sectores estratégicos y nuevas tecnologías que aún no se han normalizado (Rühlig, 2023a).
A pesar de todos estos éxitos, la RCP no domina toda la normalización técnica dentro de la UIT. Por ejemplo, China llegó tarde a la normalización de las tecnologías cuánticas y fracasó con su propuesta de «nueva IP» en la UIT. Del mismo modo, la Administración de Normalización de China (SAC) tardó hasta mayo de 2020 en proponer el establecimiento de un Comité Técnico Nacional de Normalización de Blockchain que reflejara el trabajo de la ISO a nivel nacional. El comité técnico internacional respectivo se estableció en 2016.
Esto demuestra de manera ejemplar que China ha ganado una enorme influencia sobre las reglas y normas que dan forma a las nuevas tecnologías, pero dista mucho de ser dominante.

El poder de la tecnología digital de China: una heurística
Las capacidades tecnológicas de China y sus habilidades para dar forma a las normas técnicas han aumentado. Este es el resultado de al menos cuatro conjuntos de factores de influencia que fortalecen el poder de la RCP de manera más amplia (Rühlig, 2022).
En lo económico, el patrocinio de las empresas chinas por el Estado ha inclinado la balanza y distorsionado la competencia. Las empresas tecnológicas chinas se benefician de un trato preferencial y de unas normas medioambientales y de protección de datos menos estrictas. Las patentes y el despliegue de nuevas tecnologías tienen efectos distributivos masivos. En consecuencia, la política china de normalización estadocéntrica para mejorar su competitividad industrial digital mediante patentes esenciales socava la competitividad de las economías de mercado.
En el plano político, China, al igual que otros países en el pasado, puede aprovechar las concesiones políticas de terceros países tecnológicamente (sobre)dependientes. Por ejemplo, si una determinada infraestructura crítica en un tercer país se basa en normas técnicas chinas que no están en conformidad con otras normas, el país depende de los proveedores chinos para mantener y desarrollar aún más la infraestructura crítica en las próximas décadas.
En el ámbito de la seguridad, el creciente despliegue mundial chino conlleva riesgos que van desde el espionaje hasta la piratería técnica y las operaciones de influencia basadas en las redes sociales, pasando por las inquietudes en materia de seguridad que suscitan los proveedores de hardware o las cadenas de fabricación con sede en China. Además, la incorporación de equipos digitales chinos podría ir acompañada de ciberinseguridades que permitan el espionaje y el sabotaje de la RCP.
En lo ideológico, la tecnología no es neutral en cuanto a valores. De ahí que la pujanza tecnológica de China ponga en entredicho que los principios de gobernanza de las tecnologías digitales que penetran cada vez más en sociedades enteras reflejen valores liberales y democráticos.
Esto ha generado preocupación en Europa y más allá. Es necesario distinguir al menos cuatro conjuntos de riesgos (Rühlig, 2023b):
Riesgos para la resiliencia de la cadena de suministro global. Las cadenas de valor globales de muchas, si no todas, las tecnologías emergentes y fundacionales se caracterizan por una división transnacional del trabajo. Ninguna región tiene el control de todas las fases de producción ni de sus mercados proveedores. Por lo tanto, para fortalecer la seguridad del suministro, será necesario fortalecer la resiliencia de las cadenas de valor mundiales con el fin de reducir los impactos negativos de segundo y tercer orden en caso de interrupciones del suministro. Las estrategias para fortalecer la resiliencia varían mucho entre cadenas de valor mundiales específicas, como las de semiconductores, baterías o computación cuántica, dependiendo de sus características individuales.
Riesgos para la seguridad nacional. No reducir la dependencia estratégica o la pérdida de capacidad estratégica podría tener repercusiones negativas (in)directas en la seguridad nacional. Las dependencias estratégicas en las tecnologías fundacionales, como los semiconductores, o en las tecnologías de uso general, como la inteligencia artificial, podrían tener un impacto indirecto en la seguridad nacional. Los riesgos de seguridad nacional que se derivan de la dependencia de los proveedores chinos de equipos de redes móviles son diferentes de los riesgos de seguridad nacional para los Estados miembros, que dependen en gran medida de los drones, cámaras de vigilancia o chips de inteligencia artificial de proveedores chinos. Algunos de estos riesgos pueden mitigarse a nivel técnico, mientras que otros se reducen a la confiabilidad del proveedor de tecnología.
Riesgos para las aspiraciones normativas. La dependencia estratégica o la cooperación tecnológica también pueden entrar en conflicto con los valores. Al igual que la implementación de restricciones a la exportación para proteger los derechos humanos, la dependencia estratégica también puede examinarse de acuerdo con las violaciones de derechos humanos que permitiría dicha tecnología. Un ejemplo es el aumento del escrutinio de las cámaras de vigilancia de Hikvision y la participación de la empresa en violaciones de derechos humanos contra los uigures en la RCP. Del mismo modo, la sostenibilidad es una preocupación creciente, en la que las tecnologías emergentes y fundacionales desempeñan un papel cada vez más importante. Si bien todas las partes enfatizan su importancia, la prioridad atribuida y los enfoques de sostenibilidad varían.
Riesgos para la competitividad. Los países de todo el mundo podrían invertir en capacidades estratégicas o tratar de reducir las dependencias estratégicas para poder competir internacionalmente a largo plazo si se considera que una determinada tecnología o mercado será muy importante en el futuro. Los ejemplos actuales de Europa incluyen inversiones en computación cuántica y fotónica. A la luz de la intensificación de la rivalidad tecnológica entre Estados Unidos y China, los incentivos gubernamentales para apoyar la competitividad tecnológica de una industria o proveedor de tecnología nacional específica también pueden estar motivados por el mantenimiento de la indispensabilidad estratégica; es decir, garantizar que una empresa continúe desempeñando un papel indispensable en las cadenas de valor mundiales a largo plazo. Por tanto, la competitividad tecnológica crea una influencia geopolítica.
Estos conjuntos de mecanismos de influencia y riesgos asociados no son necesariamente específicos de China. Las empresas y los países occidentales se han beneficiado durante mucho tiempo de su avance tecnológico y han explotado su dominio con fines políticos. Lo que es particular sobre el poder técnico de la RCP es la estrecha alineación del partido-Estado y las empresas chinas, incluso aquellas que son de propiedad privada. Esto difumina la distinción entre los intereses comerciales y los intereses políticos estratégicos del partido-Estado y aumenta el poder de la RCP mucho más allá del estrecho campo de la tecnología.
El autor quiere destacar que ha escrito este artículo a título personal y sus opiniones no deben considerarse representativas de su empleador ni de ninguna institución de la Unión Europea.