De la cárcel al sol de la libertad. Habla un preso político nicaragüense

De la cárcel al sol de la libertad. Habla un preso político nicaragüense

Esta entrevista busca explicar la situación en Nicaragua y lo que han transitado los perseguidos políticos que han vivido la peor cara del gobierno de Ortega.

Por: Evelyn Gaiser17 Feb, 2023
Lectura: 12 min.
De la cárcel al sol de la libertad. Habla un preso político nicaragüense
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

José Antonio Peraza Collado es nicaragüense, politólogo, analista político y experto en el sistema electoral de su país. El 26 de julio del 2021 fue encarcelado por el régimen de Daniel Ortega después de haber participado en un programa de televisión en el que analizaba la situación política de su país. Es uno de los 222 presos políticos que fueron liberados y expulsados a Estados Unidos el pasado 9 de febrero de 2023.

Cárcel y liberación

¿Cuándo supo de su liberación y de las condiciones de esta?

A las 11:00 p.m. del miércoles 8 de febrero llegaron los guardias del penal de Auxilio Judicial (Cárcel del Chipote Nuevo). Nos cambiaron el uniforme de preso a ropa de civil que a finales de diciembre habían pedido a nuestros familiares. Eso nunca había sucedido antes, por tanto, era una señal inequívoca que algo extraño estaba pasando, pero nadie sabía qué realmente. Sospechamos de inmediato que solo podía existir cuatro posibilidades: 1) Cambiar de condición carcelaria y ser trasladados a nuestras casas para cumplir allí nuestra condena. 2) Llevarnos a un acto público, en algún edificio del gobierno, donde nos expusieran al perdón o a la amnistía magnánima del dictador. 3) Trasladarnos a la Cárcel Modelo junto a los privados de libertad comunes. 4) O  trasladarnos a algún país amigo que hubiese aceptado recibirnos: Chile, México, Colombia, Costa Rica o Estados Unidos (la menos probable pero posible).

Nos sacaron a todos los presos de las celdas y nos llevaron a una galería donde consolidaron, en varias celdas, a todos los hombres presos (más o menos quince por celda). En otra galería consolidaron a todas las mujeres presas. Posteriormente, aguardamos allí como una hora y media. Después fuimos saliendo, celda por celda, en dirección a los buses que esperaban en las afueras del edificio del penal. Los buses llevaban las ventanas cubiertas de telas oscuras. Posteriormente, fueron saliendo todos los buses en una caravana que iba resguardada por decenas de miembros de la policía, hacia el centro de Managua. Ya en las calles, aún no sabíamos hacia donde íbamos. La incertidumbre se apoderó de nosotros.

Esperamos identificar a dónde se dirigía la caravana y allí las opciones se redujeron a tres: 1) Íbamos a un acto público en la casa de los pueblos (antigua presidencia), o 2) al aeropuerto, o 3) a la Cárcel Modelo en las afuera de Managua. Pero al tomar rumbo norte sólo cabían dos posibilidades: o la Cárcel Modelo o al aeropuerto.

Finalmente, al pasar por las instalaciones de la Fuerza Aérea del Ejército de Nicaragua, la caravana giró a la derecha y entró en la pista de aeropuerto de Nicaragua. Allí supimos que nuestro destino estaba definido, íbamos a ser enviados al exilio. En la pista nos aguardaba un avión listo para viajar. Allí supimos, de parte de un oficial de la Policía Nacional, que íbamos a viajar a Estados Unidos. En la base de la escalinata, funcionarios de la embajada de Estados Unidos y del Departamento de Estado nos entregaron un pasaporte nuevo para poder viajar.

La suspensión de la nacionalidad

Usted no solo analizaba los acontecimientos políticos en su función de politólogo, sino que también estaba políticamente activo. ¿Qué significa para usted el despojo de su nacionalidad? ¿Tiene alguna esperanza de que esta situación pueda revocarse?

Como persona que conoce la trágica historia de Nicaragua, sabía que el Estado dictatorial, tarde o temprano iba a actuar contra nosotros. Lo que no sabíamos era cómo lo iba a hacer. Incluso en los análisis más pesimistas. El régimen superó con creces lo que habíamos pensado que podía ocurrir. Nunca se pensó que llevara a la cárcel a todos los candidatos a la presidencia. Tampoco a todos los disidentes destacados y a todo aquel que se atreviera a dar declaraciones que cuestionaran al régimen.

Por tanto, la suspensión de la nacionalidad sólo puede entenderse como un mecanismo de la dictadura para castigar la disidencia política y ciudadana. El régimen quiere utilizar esa figura, inconstitucional e ilegal, para reprimir políticamente a sus adversarios, llegando incluso a la confiscación de las propiedades de los opositores.

Están utilizando la figura de menoscabo a la integridad del Estado para acusar a todo opositor de traidor a la Patria. Una aplicación ambigua y antojadiza de leyes que fueron diseñadas para lesionar los derechos humanos de los ciudadanos. Son leyes redactadas de forma discrecional para ser utilizadas contra cualquiera que ose desafiar al régimen. Se cumplió a cabalidad la advertencia hecha por la Alta Comisionada de las Naciones Unidas, Michele Bachelet, quien advirtió que este tipo de leyes siempre terminan siendo utilizadas como mecanismo de represión política contra opositores políticos.

Varios de los presos políticos nicaragüenses desterrados a EEUU

De la cárcel a Estados Unidos

¿Cuáles podrían ser las razones que explican la decisión del régimen de liberarlos y enviarlos a Estados Unidos? ¿Por qué específicamente se seleccionó a Estados Unidos como destino?

La razón fundamental para liberar a los presos políticos fue la campaña internacional por su libertad. Lo que empezó como un reclamo tenue fue creciendo hasta convertirse en una demanda, regional y mundial, contra un régimen que se negaba a liberar a unos presos políticos acusados de delitos absurdos.

La campaña obligó al régimen a comprender que estaba pagando un altísimo costo político, nacional e internacional, por mantener a los presos políticos en la cárcel. El régimen también quiso intercambiar a los presos políticos por su tranquilidad para gobernar hasta el próximo proceso electoral presidencial (2026). En otras palabras, quiso comprar, con presos políticos ahora libres, la tolerancia de la comunidad internacional hacia el régimen dictatorial. Especialmente la de Estados Unidos y de la Unión Europea.

Cuando vieron que nadie aceptaba ese chantaje, que no podía generar un proceso de negociación que les diera tranquilidad, entonces decidieron liberarse de los presos políticos porque el costo de tenerlos encerrados les causaba más problemas que soluciones.

El régimen escogió enviar a los presos hacia Estados Unidos porque era el país que había adquirido una sólida defensa de la libertad de los presos políticos y un retorno inmediato a la democracia.

Estados Unidos siempre mostró disposición para correr con los gastos y compromisos que requería el traslado de 222 personas de Nicaragua hacia los Estados Unidos.  Además, al régimen le convenía hacer ver que era Estados Unidos quien actuaba y se preocupaba por los presos políticos. Eso apoyaba el discurso de que los presos políticos son lacayos del imperio y que fue Estados Unidos el que fomentó a los golpistas para derribar al gobierno «legitimo» de Nicaragua. Esa es la lógica política que prevaleció detrás de esa decisión de excarcelar a los presos políticos.

La presión internacional

¿Cómo evalúa la acción de la comunidad internacional en torno a este hecho? ¿Pudo influir en la decisión adoptada por el régimen Ortega-Murillo? ¿Qué tan eficiente ha sido la presión internacional?

En general, las acciones de la comunidad internacional a favor de la libertad de los presos políticos y la necesidad de instalar un régimen democrático han sido decisivas. Específicamente, los Estados Unidos y la Unión Europea han sido muy claros sobre la necesidad de realizar elecciones libres e iniciar un proceso de transición democrática. A estos países hay que sumarles el voto en esa misma dirección de Canadá y de la mayoría de los países latinoamericanos.

En la OEA, los votos a favor del respeto a los derechos humanos, la realización de elecciones libres, la transición democrática y el respeto a las instituciones siempre fue mayoritaria a favor de esas tesis. Ese bloque democrático, en contra de la instalación de la dictadura, limitó al régimen de Ortega para que no profundizara los abusos contra la oposición, los ciudadanos y las instituciones.

Sin ese contrapeso, posiblemente, Ortega no se hubiese limitado en sus aspiraciones dictatoriales. El rechazo de casi la totalidad de los países de América y Europa a sus aspiraciones totalitarias y dictatoriales obligaron a Ortega a buscar espacios de diálogo y a liberar presos políticos.

Sin embargo, la eficiencia de la comunidad internacional se ha visto afectada. Esto por los mecanismos limitados que tiene a mano para aplicar a Ortega sin dañar a la mayoría del pueblo nicaragüense. Es allí donde radica su debilidad para influenciar y cambiar la correlación política. Ortega sabe que la comunidad de naciones democráticas no va a poner sanciones que afecten a todo el pueblo de Nicaragua.

La mayoría de las sanciones han sido aplicadas a personas individuales, no a la economía nicaragüense. Si bien esas sanciones afectan a los allegados de Ortega, no han sido lo suficientemente efectivas para frenar el rumbo dictatorial del régimen por el control que tiene de todos los poderes y las instituciones del Estado.

Ortega ha mostrado un control bastante bueno de su aparato represivo e institucional. Sin negar que ha tenido importantes deserciones desde el 18 de abril del 2018. No hay duda de que acciones más fuertes de parte de Estados Unidos, de la Unión Europea y de la comunidad internacional pondrían en aprieto a su gobierno, pero también al país. No obstante, eso acarrearía un profundo deterioro del nivel de vida de la mayoría de los nicaragüenses. Esto generaría un éxodo, aún mayor al actual, de miles de nicaragüenses buscando mejores oportunidades de vida.

La solidez del régimen

Hubo especulaciones de que la liberación de los presos políticos sería una señal de debilidad del gobierno nicaragüense. ¿Qué tan consolidado lo ve?

Los presos políticos siempre fueron vistos por Ortega como monedas de cambio. Él ha querido cambiar la libertad de los presos políticos por un respiro a su régimen. Él pensó que liberando a los presos y prometiendo una reforma electoral y cediendo algunos puestos en las instituciones a la oposición lograría acallar las voces críticas. Creyó que así podría terminar su período del 2022 al 2027 de forma relativamente tranquila.

Malas noticias para él. Parece que hay un consenso, nacional e internacional, de que al menos a nivel diplomático no hay tolerancia hacia sus desplantes dictatoriales. Tendrá que hacer mayores concesiones a la oposición nicaragüense y a la comunidad internacional. No es posible una Nicaragua próspera y estable sin democracia. Esa combinación es el alfa y omega de la ecuación. No sólo para Nicaragua sino para toda Centroamérica.

Familiares esperan a presos políticos en Estados Unidos. Fuente: AP

Persecución a la Iglesia católica

Su compatriota, el obispo Rolando Álvarez, sigue en cárcel en Nicaragua junto con otros presos políticos. ¿Qué puede hacer la comunidad internacional?

El encierro de Monseñor Álvarez en la cárcel es un símbolo de la incapacidad de Ortega de lograr recomponer las alianzas internas. Al igual que en la década de los ochenta del siglo pasado, Ortega volvió a romper con todos los poderes fácticos: el sector privado, la Iglesia católica y los Estados Unidos. En otras palabras, sus deseos dictatoriales lo han llevado a cometer, desde que asumió el poder, los mismos errores del pasado: represión, falta de libertades, fraudes electorales, llevar a la cárcel a opositores, etc. Peor aún, ha sobrepasado los excesos del siglo pasado al cometer crímenes de lesa humanidad, silenciando a la oposición interna, confiscando propiedades con fines represivos y despojando de la nacionalidad nicaragüense a cualquier opositor que él vea como un peligro a su hegemonía absoluta.

¿Cuál podría ser un camino hacia el retorno a la democracia y al Estado de derecho en Nicaragua?

El retorno al Estado de derecho y a la democracia no es posible con Ortega y los que lo acompañan. En este siglo, la visión de Ortega es incompatible con la visión de las fuerzas que pujan por la democracia. Con Ortega no hay futuro.

En Nicaragua, o es él (el pasado) o es la democracia (el futuro). La democracia es la única opción que puede construir una sociedad estable y próspera. Ortega está viejo. La imagen de joven idealista que venció a la dictadura ya no existe más. Hace mucho desapareció, se ha convertido en algo mucho peor a lo que derrotó. Con él, Nicaragua ha permanecido como una bicicleta estacionaria esforzándose mucho pero permaneciendo en el mismo lugar de la historia. Eso es Ortega, un escaparate del pasado que niega la modernidad a su pueblo en pro de su capricho de morir en el poder para heredárselo a sus descendientes.

Hacia el futuro

 ¿Cómo vislumbrar el día después, una vez que Nicaragua retome el sendero de la democracia?

Nicaragua es un país cíclico y repetitivo. Por tanto, los cambios llegarán cuando menos se esperen. Cuando todo parece resuelto y tranquilo, se descubre que nada estaba resuelto. Que debajo de la superficie corrían ríos caudalosos que niegan la ficticia realidad exterior. Cuando Ortega creyó que estaba en el cénit de su poder y que gobernaría sin resistencia y oposición, vino el terremoto de abril del 2018. La rebelión hizo trizas sus sueños de grandeza y de estabilidad dictatorial. Por tanto, así será el fin de Ortega. Cuando él crea que ya controló la rebelión de abril, vendrá su fin. ¿Cómo será ese fin? No lo sabemos, pero podemos intuirlo. Sus errores se acumulan y tarde o temprano ocurrirá el desenlace.

El día después será el despertar de un mal sueño que no nos va a dar ni tranquilidad ni estabilidad. Ese día nos volveremos a dar cuenta, nuevamente, que volvimos a perder tiempo valioso y que hay que redoblar esfuerzos para realmente transformar Nicaragua. Que estamos de nuevo en el punto de partida y que todas las tareas importantes están por hacer. Pero tendremos por fin la consciencia clara de que hombres como Ortega, a pesar de sus diatribas de modernidad, le han hecho un gran daño al país. Descubriremos que con él y su grupo estábamos anclados de forma inmóvil en una bicicleta estacionaria y que, a pesar del sudor de los esfuerzos, no hemos avanzado mucho. Por tanto, la Nicaragua grande y luminosa no está en el pasado sino en el futuro que duramente tendremos que construir en todo este siglo.

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Evelyn Gaiser

Evelyn Gaiser

Representante de la Fundación Konrad Adenauer en Costa Rica

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