Rumbo al acuerdo: ¿ahora qué sigue entre el Mercosur y la UE?

Rumbo al acuerdo: ¿ahora qué sigue entre el Mercosur y la UE?

Luego de 25 años de negociaciones, la firma marca un acercamiento histórico entre Europa y el Sur de América en un contexto de políticas aislacionistas y multipolaridad creciente. Pero todavía persisten obstáculos.

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Rumbo al acuerdo: ¿ahora qué sigue entre el Mercosur y la UE?
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

Dos días antes de que comenzara la Cumbre del Mercosur en Montevideo la semana pasada, se confirmó la participación de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y su comisario de comercio, Maroš Šefčovič. Esa fue la señal positiva que América Latina esperaba con impaciencia en relación con el acuerdo entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur.

Esta iniciativa lleva negociándose cerca de un cuarto de siglo (desde 1999) en los que ha tenido que hacer frente a numerosos retrasos y reveces. Hace apenas quince días, el presidente francés, Emmanuel Macron, criticó duramente el acuerdo tras una reunión con el jefe de Estado argentino, Javier Milei. Con el compromiso de Montevideo, la Comisión de la UE avanza y crea nuevos hitos. 

Potente zona económica

Si entrara en vigor el acuerdo, la Unión Europea y los cuatro Estados del Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay) crearían una de las mayores zonas económicas del mundo. Los países participantes suman 715 millones de personas, representan el 20% de la producción económica mundial y el 31% de las exportaciones mundiales de bienes. Una vez que el acuerdo entre en vigor, las dos zonas económicas eliminarán gradualmente alrededor del 90% de sus aranceles recíprocos.

Además de los aranceles, también se eliminarán barreras comerciales no arancelarias. Por ejemplo, como la doble certificación de los productos, y se mejorará la protección de la propiedad intelectual. En el ámbito de la contratación pública, los proveedores europeos tendrán un acceso significativamente mejor. Al igual que las empresas de los Estados del Mercosur en la Unión Europea. En consecuencia, los productos y servicios europeos serán mucho más competitivos en el enorme mercado del Mercosur. Recíprocamente, los productos de los Estados del Mercosur lo serán en la Unión Europea. Esto significa, por ejemplo, que será posible comprar más carne vacuna de alta calidad en Alemania. Por otra parte, los automóviles procedentes de Europa podrían abaratarse considerablemente en un país de precios altos como Uruguay. Aunque el desmantelamiento de los aranceles y de las barreras comerciales no arancelarias a través de acuerdos transitorios no se produzcan de la noche a la mañana, se crearán ventajas para los first-movers.

¿Como llegamos a este punto?

Que el acuerdo comercial Mercosur-UE tardara tanto en concretarse se debió en gran medida a la resistencia de fuertes grupos de interés dentro de Europa. En particular, el sector agrario y los grupos ecologistas y activistas contra el cambio climático, se habían movilizado repetidamentecontra la iniciativa. Los agricultores de Francia e Irlanda, por ejemplo, temen que en particular Brasil y Argentina, considerados importantes exportadores de carne con sus amplios y competitivos sectores agrícolas, puedan desplazar a los productores europeos. Dado que estas lucrativas zonas agrícolas suelen estar en territorios antes ocupados por selva tropical, mientras que en la UE se aplican estrictas normas medioambientales, sociales y de bienestar animal, el sector agrario comunitario lo considera una desventaja competitiva injusta. 

Aunque la economía francesa también se beneficiaría del acuerdo, su gobierno en particular se había erigido en portavoz de los intereses agrícolas y retrasó repetidamente las negociaciones. El hecho de que, después de todo el acuerdo se esté ultimando ahora también puede explicarse por la debilidad política interna de Emmanuel Macron, cuyo gobierno ha sido presionado por la Asamblea General en vísperas de la cumbre del Mercosur.

Tras dos décadas de negociaciones, los equipos negociadores de la UE y el Mercosur habían logrado acordar los términos clave del acuerdo en 2019. La firma fracasó entonces por el impacto de los incendios en las selvas que derivaron en nuevas exigencias climáticas de la UE. Y estas dieron lugar a nuevas exigencias de los Estados del Mercosur. Según los opositores al acuerdo, la expansión del comercio de productos agrícolas y materias primas aceleraría la tala de las selvas tropicales. Mientras tanto, se ha podido negociar un protocolo adicional que tiene en cuenta la protección contra la deforestación y los derechos de los indígenas. Puede que las normas no tengan el alcance que algunos grupos ecologistas esperaban, pero siguen siendo significativas para un acuerdo comercial. Precisamente por eso es equivocado el argumento de que el acuerdo UE-Mercosur es negativo para el ambiente. 

Resiliencia geopolítica

Al margen de estas consideraciones, hace tiempo que ha comenzado una feroz carrera geopolítica por el acceso a los mercados. Mientras que Estados Unidos, bajo el mandato de Donald Trump, volverá a apostar por acuerdos y «tratos» bilaterales, China busca ampliar su influencia mediante una combinación de acuerdos de libre comercio, grandes préstamos y programas de inversión a cambio de concesiones políticas. Pareciera que no vale la pena mencionar que a China no le preocupan los daños ambientales y climáticos. De poco sirve que la UE siga produciendo nuevas instrucciones y requisitos que se perciben como proteccionismo verde en los países socios.

Además de los importantes beneficios económicos, el acuerdo de Mercosur envía una señal en pro de acuerdos comerciales multilaterales, el libre comercio y la cooperación internacional entre socios que comparten valores democráticos en un contexto cada vez más multipolar. Las largas vacilaciones de la UE habían dañado enormemente su reputación en América Latina. Ahora, la UE ha podido demostrar a sus socios latinoamericanos que sigue siendo capaz de actuar a pesar de todos los desafíos. Esto es especialmente importante en vista al rápido crecimiento de las actividades de China en la región, que están provocando numerosas dependencias. Un ejemplo de estas ambiciones es el puerto de Chancay, cerca de Lima (Perú), inaugurado en 2024, construido y controlado por China. La guerra de agresión rusa obliga a Europa a diversificar tanto sus fuentes de suministro de materias primas y energía, como sus mercados de venta. Por lo tanto, la Unión Europea y los Estados del Mercosur también se harán más resistentes geopolíticamente con este acuerdo. Si bien el acuerdo con el Mercosur llega demasiado tarde, llega en el momento oportuno.

¿Y ahora qué?

A pesar de lo alcanzado en Montevideo, el tira y afloja en torno al acuerdo de Mercosur está lejos de haber terminado. En teoría, se requiere la ratificación de cada uno de los parlamentos nacionales de la UE y de los parlamentos nacionales de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Debido a que parece poco probable que el acuerdo logre la ratificación por parte de todos los parlamentos nacionales en Europa, la Comisión Europea podría verse tentada a separar la parte comercial de la política. De este modo, la parte comercial también podría ser adoptada por el Parlamento Europeo y el Consejo de la UE por mayoría calificada. Sin embargo, para la adopción por el Consejo de la UE también persiste un gran obstáculo: los votos en contra o las abstenciones de cuatro Estados de la UE, que representen el 35% de la población de la UE, bastarían para impedir el acuerdo.

A esto se agrega que el calendario político europeo incluye elecciones federales en Alemania en febrero, presidenciales en Polonia y eventualmente elecciones anticipadas en Francia en junio. Esto alberga numerosas incertidumbres. Es probable que la presidenta de la Comisión, von der Leyen, no presente el acuerdo al Consejo de la UE hasta septiembre. Hoy en día, además de Francia, también Bélgica, Austria, Irlanda, Luxemburgo, Países Bajos y Polonia han planteado dudas. Si Italia también rechaza el acuerdo, este bloque aglutinaría al 35% de la población de la UE. Desde Polonia ya se rumorea que el gobierno polaco podría relajar su oposición al acuerdo tras las elecciones.

El acuerdo alcanzado en Montevideo y la foto de los jefes de Estado de los países del Mercosur y de la presidenta de la Comisión Europea agarrados de la mano a pesar de todas sus diferencias ideológicas son una gran señal de esperanza para muchos a ambos lados del Atlántico. Es de esperar que también desencadene una dinámica en Europa que convenza a los escépticos europeos.

Jonathan Neu

Jonathan Neu

Representante Adjunto del Programa Regional Partidos Políticos y Democracia en América Latina, con sede en Montevideo de la Fundación Konrad Adenauer en Uruguay. Estudió matemáticas e historia en las universidades de Leipzig y Salamanca. Se especializó en historia de las ideas.

Sebastian Grundberger

Sebastian Grundberger

Coordinador de los países andinos en la Fundación Konrad Adenauer.

Patricia Enssle

Patricia Enssle

Oficial en la División de América Latina (EIZ). Trabajó para la KAS como consultora en el Departamento de Análisis y Archivo de Medios (WD/ACDP) y en los Programas Nacionales en el Departamento de Cooperación Europea e Internacional (EIZ).

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