El cielo de los sirios: de las alfombras voladoras a los tomahawk. Este territorio se ha convertido en botín codiciado y moneda de cambio entre los centros del poder mundial. El valor de Siria deriva del presente, no de su pasado.

Foto: Wikicommons
Tres religiones, casi cuatro Estados en uno, diversas etnias, ocho potencias interviniendo y más de 4000 años de historia son un cóctel explosivo que hoy nos muestra lo peor de la política internacional encapsulado en un país puente entre Asia y Europa.
Siria es, en los papeles, una democracia que respalda un régimen legítimo, y, ante una incipiente y creciente rebelión, se ha inmerso en una guerra civil que ha variado en su orientación y estaría siendo ganada por el régimen en el poder.
Sin embargo, la realidad nos da algunas verdades que han convertido a este territorio en botín codiciado y en una moneda de cambio entre centros de poder mundial.
Algunos datos de contexto
Siria como tal tiene más o menos 100 años de historia. Fue siempre parte de algún imperio. El más cercano de ellos fue el Otomano. Supo ser tierra de tránsito, ruta comercial hacia y desde Occidente. Campo de sueños desérticos y fábulas árabes. Cuentos de genios, magia y aventuras cuando las conquistas se hacían a caballo y se miraba al enemigo cara a cara. Toda esa historia no es útil hoy, aunque es mencionada por todos los analistas. No obstante, hoy el valor de Siria deriva del presente, no de su pasado.
George Bush (padre) fue el responsable de ganar la primera Guerra del golfo, pero su victoria real fue diplomática y económica: un país occidental que logró una coalición árabe en contra de un país árabe (Irak). Conquistó el «patio trasero» de la Gran Arabia. El golfo fue dominado desde allí por sus portaaviones, y Jordania, Siria, Líbano y Turquía pasaron a tener el valor de un corredor hacia Occidente.
El mismo Occidente, luego de mantener a Turquía en la familia, fue testigo de la irrelevancia a la que se condenó al Líbano a base de bombardeos, al tiempo que absorbía a Jordania para su perspectiva ideológica. También ha visto cómo en Siria ha prosperado un régimen autoritario y personalista en manos de la familia Al-Ásad.
Los férreos controles comerciales y coqueteos con Rusia han puesto al presidente de la República Árabe Siria, Bashar Al-Ásad, hijo de su predecesor, Háfez, en la vereda de enfrente de los intereses occidentales. Por ello, Occidente ha entrenado, sostenido, armado y fogoneado una oposición siria variopinta que se transformó en rebelión y con la que han llegado a la guerra civil. La integran kurdos, musulmanes, socialistas y otros colectivos unidos por el odio a Bashar Al-Ásad y su reiterada violación a los derechos humanos.
Los rusos, lejos de tener el aparato militar de hace décadas, optan por intervenir puntualmente en forma controlada en apoyo al gobierno sirio. Iniciaron su presencia en el conflicto más por reflejo a la presencia occidental que por un real peligro a sus intereses, aunque es cierto que esa área les importa a mediano plazo. Primero aportaron tropas los meses necesarios para que Al-Ásad repuntara en la guerra y redujera la presencia de ISIS. Luego, en 2016, se retiraron y solo dejaron bases aéreas de apoyo y presencia misilística. Ahora vuelven con más fuerza.
Excusas para marcar la cancha
El tratamiento severo desde el punto de vista militar, los abusos y la negación a la negociación han hecho impopular a Siria y al régimen de Bashar Al-Ásad. La utilización de armas químicas sobre la población civil ha sido la detonante de la agresividad directa desde Occidente, específicamente Estados Unidos (más Francia e Inglaterra).
Sin embargo, la posición de estos países que tienen en común una lógica tradicional de protección de los derechos humanos tiene algunas inconsistencias:
1) En la tercera semana de noviembre de 2016, Estados Unidos realizó descargas de uranio empobrecido sobre objetivos militares, en contravención a lo permitido en estos conflictos. Si bien Estados Unidos sigue sosteniendo que solo afectó a personal militar, son múltiples los testimonios de áreas pobladas que quedaron bajo su fuego.
2) Según la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ), en 2016 las armas químicas de Siria fueron destruidas en su totalidad. Por ello se generó un consenso en torno a que el régimen sirio no tenía en su poder armamento químico. Si bien es cierto que esto muy fácilmente pudo haber sido suministrado en el ínterin por su aliado ruso, no deja de quedar mellada la credibilidad de los líderes occidentales con el recuerdo de Bush y su argumento de «armas de destrucción masiva» sobrevolando nuestra memoria, cuando se acusó a un país árabe (Irak) de tener armamento que no poseía.
Hace un año, ante un ataque similar sobre los rebeldes, se dio un bombardeo quirúrgico ordenado por el presidente Donald Trump cuyos alcances militares se discuten, pero que fortaleció a Al-Ásad en el frente interno.
Hoy, la orden de bombardeo es acompañada por la primera ministra británica Theresa May y el mandatario francés Emmanuel Macron, pero se ejecutó una semana después del ataque químico, con previo aviso a los rusos. Así que es difícil que haya tenido algún resultado concreto ante la evidencia de que los sirios mudaron su equipamiento en estos días.
Apuntes del presente, para el futuro
· Trump llegó al poder criticando la tibieza y torpeza de Obama en su política exterior. Dijo que retiraría tropas de los lugares donde no se pudiera ganar a corto plazo y solo intervendría donde pudiera tener resultados. Incluso puso precio a las intervenciones en conjunto con aliados de la OTAN. Hoy tiene 1900 hombres en una guerra casi perdida, y los retirará este año con seguridad.
· Putin tiene ganada la partida bélica y política. Es razonable pensar que sus intereses económicos (realmente no son muchos a corto plazo, el petróleo le llega seguro y por otras vías) estarán tranquilos con un régimen afín y agradecido por su ayuda. Luego de la guerra, Siria empezará a pagar.
· Basahr Al-Ásad está viendo caer a ISIS y a los rebeldes casi a la vez en su territorio. En lo que queda del año seguramente dominará casi todo su territorio. La enorme sombra en el horizonte son los kurdos, mutatis mutandi convertidos en una fuerza independiente que ya tiene sus propias áreas bajo dominio (más de 15 localidades o municipios). Este será su desafío.
· Europa no tiene acceso ni buen ambiente con Siria, pero creo que sería inteligente empezar a desmarcarse de caminos bélicos y explorar la vía diplomática con acercamientos comerciales, compartiendo mercados en acuerdos que dejen abiertos canales de diálogo. La Unión Europea ya está sufriendo con el cambio de humor de Turquía y ha perdido un posible aliado. La zona se le escaparía de las manos irremediablemente si no cambia el tono. Hasta ahora no ha entendido cómo dialogar.
Finalmente, solo cabe lamentar los bombardeos decididos para «enviar un mensaje». En primer lugar, el mensaje no convence a quien los recibe y las excusas no convencen del todo a quienes lo atestiguan, pues escasean las pruebas en uno u otro sentido.
Por otro lado, con el claro plan chino de crecimiento global y las convicciones rusas en cuanto a sus estrategias a futuro, Occidente debería superar este problema y definir sus prioridades. Para ello sería útil abandonar ciertos mitos y entender que la improvisación es mala consejera. Occidente fue, quiere seguir siendo y quizás sea en el futuro la policía del mundo, pero eso tiene sus costos.
Sobre los ciudadanos sirios… nadie habló de ellos en estos días. Solo se los tomó de excusa, que no es lo mismo.
Gustavo A. Calvo
Analista politico. Integrante de «Mesas» de En Perspectiva (www.enperspectiva.net). Columnista digital