Claudia Sheinbaum: tres puntos de diferencia con López Obrador

Claudia Sheinbaum: tres puntos de diferencia con López Obrador

En su asunción presidencial, la primera mandataria mujer en México marcó cierta diferencia respecto al manejo económico, energético y la actuación del Ejecutivo.

Por: Julio Castillo López17 Oct, 2024
Lectura: 6 min.
Claudia Sheinbaum: tres puntos de diferencia con López Obrador
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

Claudia Sheinbaum asumió el 1 de octubre como la primera mujer presidenta de México para el sexenio de 2024 a 2030. El inicio del periodo siempre es motivo para fijar posiciones de acuerdo y diferencia respecto al mandatario anterior. En su toma de protesta, Claudia Sheinbaum no le habló a su oposición política o partidista. Pero sí a quienes ponen en duda su capacidad de gobernar de manera distinta al expresidente Andrés Manuel López Obrador.

El discurso que dio Sheinbaum al recibir la banda presidencial en el Congreso estuvo lleno de elogios a su antecesor. Describió la Cuarta Transformación, pasó por una versión maniquea de la historia de México y hasta dedicó una sección entera a los “principios” del gobierno anterior. En su discurso, repitió las frases (y algunas mentiras) de López Obrador, al grado de que el oficialismo coreaba las expresiones de la presidenta.

Tres puntos del mensaje de asunción de la nueva presidenta marcaron diferencias de forma y fondo con el estilo imperante en Morena. Al menos, puede verse como un cambio de actitud.

¿Cambio de estilo?

En materia económica, les habló a los empresarios y específicamente a los socios comerciales de Estados Unidos y Canadá. “Promoveremos la inversión pública y la inversión privada. Lo digo con toda claridad: tengan la certeza de que las inversiones de accionistas nacionales y extranjeros estarán seguras en nuestro país. (…) Aprovecharemos la relación del tratado comercial con Estados Unidos y Canadá para seguir impulsando la relocalización de las empresas, mientras se promueve el desarrollo regional con bienestar y cuidado del medio ambiente. (…) Es claro que entre nosotros no competimos. Nos complementamos y, además, generamos las condiciones para una mayor consolidación de la economía de todo el continente”, dijo en su discurso.

En materia energética, marcó una diferencia mayor. “El objetivo fundamental de la producción de petróleo con Pemex seguirá siendo el consumo nacional y este se limitará a una producción de 1.8 millones de barriles diarios. Vamos a promover la eficiencia energética y la transición hacia las fuentes renovables de energía para absorber, a través de estas fuentes el crecimiento de la demanda de energía. Recuerden que la reforma energética proponía una producción de tres millones de barriles diarios, eso es ambientalmente imposible, es mejor promover la eficiencia y las fuentes renovables”.

También se refirió a las formas de actuación desde la presidencia. “Aprovecho para decir que el día de mañana por la tarde estaremos en Acapulco para dar continuidad a la atención inmediata

[por la catástrofe natural]
que ha dado el gobierno de México y apoyaremos, como siempre lo hemos hecho, como gobiernos humanistas a todas y todos los damnificados de Guerrero y otros estados”.

Ciudad de México, 1 de octubre de 2024. Asunción de Claudia Sheinbaum acompañada por Andrés Manuel López Obrador.

Marcadas diferencias

Más allá de las loas y las frases de promoción electoral, estos tres puntos marcan un mensaje de diferencia.

El presidente López Obrador nunca acompañó in situ a las víctimas de una catástrofe natural. Cuando lo intentó (irónicamente en Acapulco un año antes) se quedó varado en el camino sin posibilidad de continuar. Fue una escena francamente triste; un presidente que hizo todo lo posible por no ir y aparentó lo contrario. Que la nueva presidenta anunciara en su primer mensaje que un día después acompañaría a los damnificados (y fuera) fue una marca de diferencia. Y, a juzgar por el carácter del presidente saliente, una especie de menosprecio político.

El sexenio de López Obrador se caracterizó en materia energética por la regresión al monopolio estatal y la apuesta por las energías fósiles. El punto de quiebre se dio en 2020, cuando se le hizo una modificación al Convenio Internacional para Prevenir la Contaminación por los Buques para prohibir el uso de combustóleo en las embarcaciones. Con ello, buena parte de la producción que se genera en las refinerías en México pasó a ser “invendible”. Por eso López Obrador emitió un acuerdo para que dicha sustancia (una de las más tóxicas de los hidrocarburos) se pudiera usar en la generación de electricidad. Todo esto además pasó en medio de la tempestad de la pandemia de covid-19 y poca gente se enteró.

Volver a hablar de energías limpias y hacerlo en la transición puede significar un punto de quiebre entre la política del sexenio de López Obrador y el nuevo. Habrá que ver cómo se dan las cosas. Por el momento, y a partir de las reformas presentadas por la presidenta Sheinbaum, no se ve muy claramente que lo dicho en discurso vaya a ser congruente con lo que se hace. Pero el beneficio de la duda ahí está.

Por último, la certeza para las inversiones en el tratado de América del Norte es de suma importancia. Alrededor de ocho de cada diez pesos de exportaciones mexicanas van a Estados Unidos. Lo curioso es que se limitó a la certeza jurídica y, si se analiza de fondo, el arbitraje para las grandes inversiones está garantizado en Estados Unidos. O, dicho de otra manera, no serían tribunales mexicanos los que solventen controversias. Sin embargo, no se puede desdeñar el mensaje a los empresarios, porque es necesario generar certezas. Aunque la inversión extranjera está actualmente limitada por la falta electricidad y de agua, la certeza jurídica es un punto central en las inversiones.

Opacar las sombras

México tiene nueva presidenta y aunque desde la campaña se dejó claro que no se cambiaría nada, en los matices se pueden encontrar diferencias que mejoren (o empeoren) la realidad de un país que actualmente tiene problemas serios en todos los rubros importantes: seguridad, inversión, salud y muchos otros.

La responsabilidad es mayor. Las luces deberán ser muy visibles si se quieren opacar las sombras que se mantuvieron por seis años y hoy, más allá de los tres mensajes del discurso inicial, la insistencia en una reforma judicial que acaba con la división de poderes, la ratificación de los monopolios estatales en materia energética y la disputa con España por el legado histórico, merman las esperanzas de un cambio de rumbo.

Julio Castillo López

Julio Castillo López

Licenciado filosofía y magíster en comunicación. Director general de la Fundación Rafael Preciado Hernández de México.

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