Misión: fortalecer y transformar los partidos

Misión: fortalecer y transformar los partidos

Análisis sobre los retos actuales del sistema político del Ecuador y la propuesta de reforma del Código de la Democracia hacia un nuevo sistema de partidos.

Por: Ruth Hidalgo10 Feb, 2022
Lectura: 6 min.
Misión: fortalecer y transformar los partidos
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

Es un hecho que en Latinoamérica los partidos políticos no están pasando por su mejor momento. Sus índices de credibilidad siguen siendo bajos. Los electores les van perdiendo la fe, sobre todo a aquellas tiendas políticas de tendencias tradicionalistas y acartonadas que promueven posiciones polarizantes de izquierda o de derecha.

Mirar hacia el centro

Al parecer, la ciudadanía —y dentro de esta, en un porcentaje bien alto, los jóvenes— quiere otra cosa, y empieza a mirar hacia el centro buscando otras opciones.

Pero, ¿qué significa mirar hacia el centro? Pues, puede significar algunas cosas: desde desmarcarse de la polarización reinante, que no presenta soluciones eficaces y humanas a las causas que la democracia pospandémica está demandando, hasta buscar estructuras políticas distintas, que demuestren compromiso con la profesionalización de la política y que sintonicen con la modernidad del siglo XXI.

Siempre existe el riesgo de que la polarización y la baja credibilidad de las organizaciones políticas generen un momentum para la aparición de nuevos outsiders. Y estos puede que terminen siendo un salto de fe, un tiro al aire en momentos tan complejos para la región.

Defectos sistémicos

Si miramos hacia atrás, tratando de encontrar la génesis del debilitamiento de los partidos y del desencanto hacia ellos, se pueden hallar varias cosas. Los partidos han venido arrastrando defectos sistémicos comunes: una débil democracia interna, la falta de profesionalización de sus líderes y candidatos, cacicazgos arraigados, poca promoción de las mujeres y, sobre todo, corrupción.

El mirar al poder como una medida eficaz para ganar estatus social y económico terminó generando un cúmulo de malas prácticas. Estas terminan arrasando con la credibilidad en el ejercicio de la política. A ese respecto, hay estudios de percepción que hablan de la antipolítica como una nueva corriente, que promueve el alejamiento de todo lo que signifique militancia dentro de un movimiento o partido determinado, justamente por la mala fama de las organizaciones políticas.

Invertir en una reforma seria y a largo plazo

En esa misma línea, y tratando de ubicar el problema para plantear luego soluciones, hay criterios que sostienen que gran parte del desgaste de los partidos se debe a que están regidos por un sistema normativo bastante laxo y poco riguroso, y que, además, ha sido reformado a gusto del poder de turno. Como consecuencia de ello, las normas actuales son poco eficaces.

Siendo así, quizás convenga invertir en una reforma seria y que se proyecte a largo plazo. En este sentido, hay iniciativas para ir hacia una normativa más rigurosa y moderna, que motive a los partidos a reinventarse y fortalecerse desde adentro con normas adecuadas y, al mismo tiempo, profesionalizarse.

Ecuador: cruzada por la transformación

En Ecuador se ha iniciado una cruzada por la transformación de los partidos políticos, a través de la reforma del Código de la Democracia, por la construcción de un nuevo sistema de partidos. El leit motiv: rescatar el ejercicio de la política y promover la transformación de las tiendas políticas desde adentro; lograr marcar un camino normativo hacia la construcción de verdaderas usinas de pensamiento político.

Vale decir que el caso ecuatoriano es particular. Actualmente cohabitan más de 250 partidos y movimientos políticos, entre nacionales, cantonales y provinciales: una locura en términos de dispersión, un verdadero caso de estudio de lo que no se debe hacer.

Esta realidad ha traído muchos problemas: la dispersión misma hace que en cada elección haya sábanas infinitas de candidatos, que no permiten al ciudadano conocer a quién vota y que termina haciéndolo desde el desconocimiento y la poca responsabilidad. Las autoridades —especialmente en el ámbito local— son electas con porcentajes mínimos y llegan al poder con problemas serios de gobernabilidad para llevar adelante su gestión.

Por otro lado, a las autoridades electorales les resulta muy difícil controlar a tantos partidos, que los procesos de democracia interna se realicen apropiadamente, que se cumpla con las cuotas, etc. Para ejemplificar esta situación, ya se advierte que, para las elecciones locales del 2023, con ese número interminable de movimientos y partidos, es probable que se presenten unos setenta mil candidatos. Controlar una campaña de esas dimensiones, cuando aún persisten los estragos de la pandemia, será una tarea casi imposible para el Consejo Nacional Electoral.

Se necesita un salto cualitativo

Ante esta situación y la baja credibilidad que muestran los partidos y movimientos, en Ecuador se trabaja en una reforma rigurosa que plantee un salto cualitativo hacia buenas prácticas políticas. Se trata de forzar a los partidos a reinventarse y, de paso, eliminar a aquellos que no cumplen con requisitos obligatorios.

Esta propuesta de reforma está siendo elaborada por un grupo en el que participan académicos, la sociedad civil y técnicos electorales. Y pretende recoger el criterio tanto de la academia y la autoridad electoral como de los mismos partidos.

En tal virtud, entre otras cosas se plantea reformar el alcance territorial de los partidos, para que aquellos que ostentan carácter nacional puedan presentar candidatos a presidente y vicepresidente, asambleístas y miembros del Parlamento Andino; y aquellos de carácter local o provincial, únicamente puedan presentar candidaturas a alcaldes, prefectos y juntas parroquiales.

Exigencias a la organizaciones

Se plantean también hacer más rigurosos los umbrales de creación de organizaciones políticas. Se propone la eliminación de los adherentes, es decir, pasar a tener solo afiliados. Por otro lado, se incluyen obligaciones respecto a la generación obligatoria del padrón de afiliados; reglas sobre la actividad permanente de la organización; la alternancia obligatoria en la dirigencia; el fortalecimiento de la presencia y participación de las mujeres; actividades permanentes, publicidad y eliminación de distritos.

Es una propuesta amplia que, sin tocar temas procedimentales propios del proceso electoral, va dirigida al sentido mismo de la participación política. Esta iniciativa ha llamado la atención de varios sectores: medios de comunicación, líderes de opinión y las propias organizaciones políticas.

Se espera un debate amplio, plural y diverso, pero sobre todo honesto y generoso. Si logra reunir las voluntades de los varios actores, para tomar forma y traducirse en una reforma viable. Podríamos estar abriendo la puerta a que se descubra el secreto de la transformación que requieren los partidos para sobrevivir, con una nueva fisonomía: la cara de la política que necesita el siglo XXI.

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Ruth Hidalgo

Ruth Hidalgo

Licenciada en ciencias jurídicas. Doctora en jurisprudencia. Decana de ciencias políticas y relaciones internacionales de la Universidad de las Américas (Ecuador). Directora ejecutiva de la ONG Participación Ciudadana.

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