El fracaso de la revocación de mandato en México

El fracaso de la revocación de mandato en México

En México la consulta de revocación de mandato no arrojó el resultado esperado por el presidente López Obrador. ¿Esto es circunstancial o indica una tendencia?

Por: Julio Castillo López18 Abr, 2022
Lectura: 6 min.
El fracaso de la revocación de mandato en México
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

El domingo 10 de abril se llevó a cabo por primera vez en México la consulta de revocación de mandato que, como la define el Instituto Nacional Electoral (INE), es «el instrumento de participación solicitado por la ciudadanía para determinar la conclusión anticipada en el desempeño de la persona titular de la Presidencia de la República, a partir de la pérdida de la confianza».

Es una de las figuras de democracia directa que existe desde hace mucho tiempo en otros países y, aunque es discutible su pertinencia —porque puede ser la llave para la inestabilidad política, para perpetuar mandatarios en el poder o para que los presidentes se dediquen a ser populares en lugar de a tomar decisiones—, es una figura válida que puede encauzar institucionalmente una molestia popular sobre sus gobernantes.

Sin embargo, en México la consulta nació sumamente viciada y se contaminó aun más en el camino. Hoy, que ya pasó el ejercicio y que la baja participación evidenció su fracaso, es sencillo reflexionar:

  • Para empezar, hay vicios de origen en todo el ejercicio. El presidente fue electo en 2018 para ejercer como tal hasta 2024 y, aunque diga que se someterá a la voluntad de la mayoría, esto no es posible porque la ley no es retroactiva. Además, en caso de perder y de renunciar a la presidencia por ello, lo que hubiera pasado es que Morena habría puesto un nuevo presidente. Curioso entendimiento de la democracia que si el presidente electo por la mayoría pierde el apoyo popular se designa a un presidente por el que nadie votó, por casi la misma cantidad de tiempo.
  • La consulta debió ser solicitada por ciudadanos en el ejercicio de su derecho. Se requerían 2.845.634 firmas de ciudadanas y ciudadanos para convocar; sin embargo, los únicos que juntaron firmas y los únicos interesados fueron el presidente y su partido político, que entregaron cerca de 10 millones de firmas, aunque más de una tercera parte eran apócrifas. Esto quiere decir que nunca estuvimos ante el ejercicio de un derecho ciudadano, sino ante un ejercicio de egolatría organizado desde el poder y con las facilidades que este permite (recursos ilegales, participación ilegal en medios de comunicación y promoción ilegal).
  • El INE era el único encargado de la difusión de la revocación. Entre el 5 de febrero y el 1º de abril tuvo 140 inserciones en medios digitales (con 14.065.063 impresiones), 871.363 spots de radio y televisión (en 3.538 emisoras), difusión en 13 periódicos con un tiraje total de 5.477.425 ejemplares, elaboración de más de 184 foros distritales, más de 30 estatales y 3 nacionales, más de 1.500 publicaciones en redes y entrevistas a funcionarios del INE.
  • Sin embargo, el INE no fue el único que promovió la consulta de revocación. El presidente junto con su partido llevaron a cabo una serie de acciones ilegales para promover la participación. Entre ellas, destacan: la promoción abierta de gobernadores (y la jefa de Gobierno) y de funcionarios públicos (encabezados por el secretario de Gobernación) en eventos, centenas de espectáculos en toda la República, brigadas de personas entregando volantes y pegando carteles por las calles, el uso de aviones de la Guardia Nacional, la impresión de volantes amenazando con retirar apoyos sociales y vacunas a quienes no asistieran, y acarreo de personas a las casillas de votación. Trascendió la historia de uno de los camiones de acarreo que se desbarrancó en Chiapas y hubo dos fallecidas, y los sobrevivientes afirman que los obligaron a ir para no perder apoyos sociales. Todo ello son acciones ilegales. El INE mandó retirar mucha de la propaganda ilegal, pero todavía faltan las sanciones por los ilícitos.
  • Ya iniciado el proceso de revocación y viendo el poco interés, los diputados de Morena reformaron la ley para que pudiesen participar promocionando a López Obrador; fue una de las reformas más rápidas de la historia, pero al estar técnicamente mal hecha no la concretaron. Lo curioso es que fueron los mismos legisladores de Morena quienes fijaron las reglas tres años antes, pero ahora ya no gustaron de sus propias reglas.
  • La oposición, en lugar de buscar la revocación, llamó a no participar en el ejercicio por estar plagado de irregularidades desde el origen.
  • Ante esto, la narrativa del presidente López Obrador y de Morena hizo a la autoridad electoral (INE) su principal enemigo, y se empezó una campaña de desprestigio, en la que incluso se anunció una reforma electoral para desmantelar la democracia.
  • Podían participar 92.823.216 votantes en el ejercicio. Para que fuera válido se necesitaba un 40 % de ellos, o sea, 37.129.286 personas. Lo hicieron 16.502.636 personas, que representan el 17,7 % del total de electores.
  • El presidente López Obrador obtuvo 15.159.323 votos, lo cual representa menos de la mitad de los votos que lo llevaron a la presidencia en 2018. Y aunque dentro del universo de participación se podría calificar como victoria del presidente, en realidad nadie convocó a votar en contra la revocación. Su único rival fue su propia votación anterior y quedó muy lejos de alcanzarla.
  • López Obrador compitió dos veces antes de lograr la presidencia. En 2006 fue derrotado habiendo obtenido 14.859.350 votos; en 2012 también fue derrotado y obtuvo 15.848.827 votos. En 2018 ganó con 30.113.483 votos. Los 15.159.323 votos en la revocación quieren decir que todo el apoyo adicional que llegó a tener hace unos años lo perdió en el camino y se quedó únicamente con su voto duro que, sin ser poco, lo deja en la proporción en la que ha sido derrotado ya dos veces.

Con los números es fácil evidenciar que el ejercicio no fue lo que esperaba López Obrador y que, lejos de darle la legitimidad que creía tener para hacer cualquier cosa, le dio una muestra de realidad fría y tajante. Nadie puede negar que tiene una base sólida de apoyo y que más de 15 millones de votos son un gran respaldo, pero no es lo que creía, ni lo que esperaba, ni lo que se necesita para ganar la presidencia de México. El presidente López Obrador de 2022 decidió competir contra el candidato López Obrador de 2018 y descubrió que su yo de hoy pierde más de dos a uno contra el que alguna vez fue.

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Julio Castillo López

Julio Castillo López

Licenciado filosofía y magíster en comunicación. Director general de la Fundación Rafael Preciado Hernández de México.

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