¿Quiénes son los influencers? Aquellos líderes de opinión digitales cuya fama se gestó en las mismas redes sociales donde ejercen influencia. Allí puede rastrearse el camino de meros usuarios a referentes, que los vuelve cercanos y queribles para sus audiencias. No valen entonces los políticos, los activistas o las celebridades, que le deben a los medios tradicionales su popularidad. Como el “líder de opinión” del siglo veinte, los influencers encarnan valores, cuentan con múltiples lazos sociales y un gran conocimiento —o interés— en ciertos temas.
El estadounidense Mr. Beast invirtió parte de la fortuna conseguida gracias a sus 300 millones de seguidores en pozos para que comunidades africanas no bebieran agua contaminada. Todo debidamente documentado en su canal de YouTube, el número 1 en cantidad de suscriptores de toda la plataforma. En Argentina, el influencer Santiago Maratea organizó en 2022 una colecta multitudinaria entre sus seguidores para apagar los incendios forestales en Corrientes. Y Uruguay, con menos despliegue financiero, también tiene sus fichas en la esfera pública verde.
Influencers y participación política
Algo que tienen en común estos casos es el mantenerse por fuera de las formas político institucionales de ejercer la ciudadanía. La acción solidaria —directa o mediada por un influencer— es una forma de incidir en el bienestar de la comunidad. También generarse el propio, pero dar una respuesta contundente y generalizada a la magnitud de los problemas sociales y ambientales requiere políticas y política.
Sin ser activistas, hay una serie de actividades políticas que corresponden a la idea de ciudadanía ambiental. Va más allá de votar verde e incluye también acciones como firmar una petición, donar a una organización ambientalista o ser miembro de una. La relación de estas conductas con el deterioro ambiental es indirecta. Igual, tiene el potencial de afectar estrategias más ambiciosas de cambio social y políticas a nivel local o nacional, internacional incluso.
De cómo los influencers pueden generar un impacto en este tipo de comportamiento proambiental, sabemos menos. Uno de los pocos casos documentados es el del youtuber alemán Rezo. Llamó a las juventudes a votar en las elecciones europeas de 2019 para castigar la inacción de los gobernantes frente al cambio climático y a las desigualdades. Con un video de 55 minutos, logró 5 millones de visualizaciones y embarcó a otra serie de influencers en la campaña. Al “efecto Rezo”, se le atribuyó que el Partido Verde capturara más de un tercio de los primeros votantes alemanes. El partido conservador, liderado por Angela Merkel, sufrió pérdidas considerables en la elección.
Sin embargo, la participación en la política formal —la vinculada a procesos, actores e instituciones del sistema democrático— va dejando paso a una política más personalizada. El compromiso y la acción política pasan también por las opciones de estilo de vida y el apoyo a las causas como el racismo o el cambio climático. Este es uno de los tres rasgos que definen la forma en que las generaciones jóvenes tienden a participar en política: a corto plazo, en períodos determinados y por causas específicas.

Influencia ambiental
El caso de Rezo inspiró un estudio muy sólido sobre la socialización política de los jóvenes en la era digital, que logra comprobar relaciones entre el consumo de influencers, la preocupación ambiental y los comportamientos políticos proambientales. El seguir a un influencer que publica contenido proambiental aumenta la preocupación ambiental en las personas y esto incide en su decisión de protestar en la calle cuando se presenta la oportunidad. En temas de política formal, como las elecciones nacionales, la exposición a influencers impacta también en el comportamiento político on line, como el firmar peticiones digitales.
¿Un Rezo en Latinoamérica? YouTube fue identificada como la red más fuertemente asociada a la conciencia climática en nuestra región. Sin embargo, seguramente la cultura política del continente y de cada país en particular tenga algo que decir en cómo aterrizan estos fenómenos. En Uruguay, por ejemplo, un análisis de 200 publicaciones de ecoinfluencers locales encuentra que sólo un 6% alude al ámbito político. Un tímido 16% adicional al ámbito comunitario. La amplia mayoría de los posts de Instagram sitúan las respuestas a la crisis ambiental en el estilo de vida individual de la ciudadanía. En esta recae principalmente el deber de actuación y las posibilidades de transformación.
Estos hallazgos coinciden con otros en España, de los que nace el término ecoinfluencer. Refiere a un tipo de activista ambiental independiente de movimientos sociales que busca un cambio a partir de la promoción, con su ejemplo, de comportamientos individuales alineados a la sostenibilidad.
Oportunidades y riesgos
La asociación indiscutible entre el fenómeno del influencer y la masificación de las redes sociales digitales pone sobre la mesa cuestiones que separan esta esfera pública digital de la que concebía Jürgen Habermas. Lo que tiene lugar en estos escenarios son relaciones de intimidad entre influencers y seguidores, en la que se juegan afectos más que razones. Esto es muy potente y, a la vez, tiene sus riesgos.
Una serie de estudios recientes respaldan la tesis del rol simplificador de la política por parte de estos nuevos jugadores. O sea, a mayor exposición a influencers, más percepción de que logran hacer simples los temas difíciles. La forma en la que presentan los temas políticos genera más interés y atrae a las audiencias hacia temas que no considerarían de otro modo. Incluso hacia conductas políticas nuevas como logró Rezo.
Sin embargo, aumenta también la desconfianza de estos ciudadanos en un sistema político que no logra resolver lo que se les ha presentado como mucho más fácil de lo que en realidad es. Aumenta la brecha con los representantes democráticos y el cinismo ante un discurso político que perciben como innecesariamente complejo.
Más allá de los prejuicios generacionales, si consideramos a los influencers como intermediarios nuevos entre el sistema político llamado a actuar frente a la crisis ambiental y la población joven, hay tela para cortar.