La Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2023, elaborada anualmente por Reporteros Sin Fronteras (RSF), muestra que siete de cada diez países presentan un ambiente de riesgo para sus periodistas. Basándose en indicadores como contexto político, marco legal, seguridad y contexto socioeconómico, el reporte permite reconocer el decadente estado de la libertad de expresión en los medios.
Los recientes cambios hechos a Twitter, ahora liderado por Elon Musk, así como la disponibilidad de inteligencia artificial que crea realísticas imágenes ficticias, contribuyen a la dispersión de noticias falsas en las redes sociales. Sin embargo, en algunas regiones, el mayor riesgo para la prensa no es qué se publica, sino qué le sucede a quien intenta publicar.

Una trayectoria violenta
América Latina es considerada la región más peligrosa para los reporteros. Es responsable de casi la mitad de las muertes violentas a periodistas en el mundo.
Según RSF, en algunos Estados como Paraguay, Bolivia y Colombia se contemplaron avances en el último año. Sin embargo, incluso países latinoamericanos con puntajes más altos como Costa Rica, Argentina o Uruguay muestran un significativo descenso en sus desempeños, de hasta 15 posiciones en comparación con 2022. Este fenómeno se explica por la polarización política y medidas de obstrucción al acceso a información gubernamental.
Particularmente notorio es el drástico descenso de Perú en el índice, que califica 33 posiciones por debajo del año anterior. Esto se debe a la intensificación de su crisis política y los violentos enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas armadas bajo el gobierno de Dina Boluarte.
Digno de mención igualmente es Honduras. Ocupa el lugar 169 de 180 a nivel mundial, con lo que se ubica debajo de autocracias como Venezuela o Nicaragua, y solo tres lugares sobre la censurada Cuba. Desde la instauración del estado de excepción en 2022 por violencia y crimen organizado, se han suspendido seis derechos constitucionales, entre ellos el derecho a reunión. Esto limita seriamente la libertad de prensa, y en general la democracia y la libertad de expresión.
La situación es similar en El Salvador, donde el estado de excepción se implementó nueve meses antes que en la vecina Honduras. De esta manera, el presidente Bukele ha logrado limitar el acceso a información sobre el gasto público. De acuerdo con RSF, periodistas, en especial mujeres, se enfrentan a menudo a amenazas y ataques por la policía. Pueden recibir hasta 15 años de sentencia por publicar mensajes en redes sociales proveniente de «grupos criminales». A pesar de esto, El Salvador obtiene un puntaje de 115, bastante por delante de Honduras.
México, núcleo de homicidios
El actual presidente López Obrador ha sido uno de los mayores propagadores de noticias falsas durante su propio gobierno. En congruencia con estrategias populistas, frecuentemente denigra a los noticieros de oposición. Incluso ha creado la sección semanal «Quién es quién en las mentiras» dentro de su conferencia matutina, en la que se desacreditan informaciones que desfavorecen su narrativa.
No obstante, el mayor contribuyente a la deficiente puntación de México por la RSF se debe a su categorización como el país con más homicidios a periodistas en el mundo. Según cifras oficiales, en 2022, 14 reporteros fueron asesinados por su trabajo en México, un nuevo récord para la nación. Este número supera al de países con guerras activas como Ucrania y Yemen. Desde el año 2000, aproximadamente 150 periodistas han sido asesinados en esta nación, sin contar a desaparecidos.
El mayor riesgo es para quienes reportan a nivel local y en zonas rurales. Este fue el caso de la reciente desaparición de Roberto Flores, quien publicaba denuncias ciudadanas sobre actos de corrupción en Chiapas. De manera similar, el crimen organizado y las fuerzas armadas juegan un papel importante en las desapariciones forzadas y el hostigamiento.

¿Superando el bolsonarismo?
Similar a López Obrador y su simpatizante político Trump, el expresidente Jair Bolsonaro desempeñó gran hostilidad hacia los medios y emitió continuamente mentiras: sobre la pandemia, sobre sus oponentes y sobre el presunto fraude electoral. Los efectos de este último fue la causa del violento asalto a los tres poderes en Brasilia el pasado enero.
Sin embargo, la transición presidencial a Lula da Silva hizo que Brasil ascendiera 18 puestos en el índice en tan solo un año. Este es un récord positivo para el continente americano. Aun ante una sociedad altamente polarizada, se espera que la ausencia de Bolsonaro enmiende la relación con los medios a largo plazo.
Actualmente, el Congreso está estudiando el Proyecto de Ley de las Fake News. Este impondría sanciones a las empresas tecnológicas que no tomen medidas contra noticias falsas y contenidos ilegales en sus plataformas. Ya ha provocado reacciones negativas de empresas como Google y Facebook. El proyecto es muy polémico y los expertos advierten sobre el efecto que podría tener sobre la libertad de expresión.
Aunque no se compara con el número de víctimas mexicanas, en Brasil también se observa un problema de violencia agravada hacia periodistas. En 2022, tres de ellos fueron asesinados por su trabajo. En dos de los casos, este se relacionaba a los daños hechos a comunidades indígenas en el Amazonas.
Perspectivas para la libertad de prensa
Se observa una convergencia entre países con instituciones democráticas debilitadas, así como tendencias autocráticas, y un bajo nivel de libertad de prensa. Sólo una división de poderes efectiva, que sostenga los derechos constitucionales y regule las fuerzas armadas, puede efectivamente proteger a periodistas de la violencia, y a los medios, de la censura.
En cuanto a avances tecnológicos, un delicado balance debe ser respetado para evitar que mentiras obvias sean compartidas sin consecuencias, sin crear censura autócrata.
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