La comunidad de Estados BRICS pasará a la historia a partir del 1 de enero de 2024. Recibirá una nueva sigla con la admisión de seis nuevos Estados miembros. Etiopía también se unirá a los BRICS el próximo año y tiene puestas grandes expectativas en la membresía. Pero, ¿qué significa esto para el posicionamiento en la política mundial del país más poblado de África después de Nigeria?
La decisión de los estados BRICS sobre cuál de las candidaturas de la autoproclamada contraparte del G7 sería aceptada, era esperada con impaciencia, especialmente en el continente africano. Al final, fueron Egipto y Etiopía, dos países con aspiraciones de convertirse en una fuerza moldeadora en el continente y especialmente en el norte y este de África, los que recibieron el 24 de agosto la notificación de que serían admitidos.
Reconocimiento y participación
Para Etiopía —con su gran población y la economía de más rápido crecimiento en África Oriental—, unirse al círculo ilustre de países como China, Rusia e India hacía realidad un deseo largamente anhelado. Como único país del continente que nunca ha sido colonia de una potencia europea, se considera un defensor de la autonomía africana. En las calles de Addis Abeba se pueden ver pancartas con lemas como «Detengan el colonialismo – África se levanta». Estas dejan claro, ante los ojos de los políticos y de la población, que el continente debe decidir por sí mismo con qué socio trabajar y en qué medida.
Con renovada confianza en sí misma, a Etiopía poco le interesa el hecho de que unirse a los BRICS podría significar herir susceptibilidades de sus socios europeos o de Estados Unidos. Después de décadas de diversas crisis, hambrunas o guerras civiles, Etiopía, como miembro de una confederación de Estados que representa al sur global, finalmente obtiene lo que había exigido durante mucho tiempo: respeto y reconocimiento en el continente africano y en la política mundial.

Cooperación sin preguntas
En los últimos años, la economía etíope tuvo que luchar contra múltiples crisis, que en 2022 llevaron el país al borde de la bancarrota. Como muchos otros países del continente africano, tanto el sector nacional como el privado sufrieron la pandemia de covid-19. Al mismo tiempo, siguió la guerra civil en Tigray, en el norte. Los combates duraron dos años en las regiones de Tigray, Afar y Amhara. Desplazaron a cientos de miles de personas, destruyeron cultivos y ahuyentaron a los ya de por sí escasos inversores. El resultado fue la hiperinflación y la caída de sectores de la población en la pobreza.
El hecho de que Etiopía sea, sobre el papel, la economía de más rápido crecimiento en África Oriental no se debe al desempeño económico del país sino más bien al vertiginoso crecimiento demográfico. Además, desde la perspectiva etíope, muchos socios europeos han demostrado ser poco fiables en el pasado reciente. La razón es que muchas empresas, organizaciones no gubernamentales y la Unión Europea suspendieron la cooperación financiera con Etiopía después de que se conocieran las violaciones de derechos humanos cometidas por el ejército y sus aliados durante la guerra en Tigray.
Otros socios no hacen preguntas. Como es bien sabido, China con su Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), es un actor económico indispensable en Etiopía, como en todo el continente. Además, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Qatar se posicionan en el Cuerno de África. Esto se manifiesta principalmente en el desarrollo de corredores comerciales y puertos en el Mar Rojo o en el Océano Índico. China consiguió importantes emprendimientos portuarios en Yibuti y la empresa DP World de Dubai gestiona, entre otros, el puerto de Berbera en Somalilandia. Para un país sin litoral como Etiopía, ambos puertos son de fundamental importancia, tanto en términos de importaciones como de exportaciones.
El hecho de que el Nuevo Banco de Desarrollo de los países miembros de BRICS se ofrezca como un financiador importante, que actualmente no aborda cuestiones como la condicionalidad, va al encuentro de Etiopía, que está en dificultades financieras. Sin embargo, el apoyo financiero en forma de préstamos resuelve algunos, pero no todos, los problemas de Etiopía. También el primer ministro Aby es consciente de ello, pero espera sobre todo nuevas iniciativas comerciales e inversiones de antiguos y nuevos socios. Desde ya puede presentar la membresía en los BRICS como un éxito diplomático, especialmente en su propio país. Las cifras actuales confirman la tendencia positiva al aumento de las relaciones comerciales dentro de los países BRICS. Aún no se puede prever si Etiopía podrá sacar provecho de esto.
Continúa el desprendimiento
Pero, ¿qué significa realmente para Europa la membresía de Etiopía en los BRICS? En primer lugar, una mayor profundización de relaciones comerciales con los actuales socios (Rusia, China) y una diversificación con nuevos socios (India, Sudáfrica, Brasil). Es obvio que esto implica que Europa y Alemania se estén volviendo menos relevantes para Etiopía. Sin embargo, no hay razón para temer que ahora se le dé la espalda a Europa y se comercie exclusivamente con los países BRICS. Para ello, Etiopía depende demasiado de un gran número de socios.
Desde un punto de vista político, Etiopía seguirá velando por sus propios intereses internos, en los que basará su política exterior. Por lo tanto, es lógico que sea miembro y tenga voz y voto en una comunidad de Estados como los BRICS, principalmente, debido a su propia imagen de aspirante a potencia media.
La comunidad de Estados BRICS definitivamente le exigirá un trato preferencial al Estado etíope en asuntos comerciales. Pero Etiopía no aceptará un dictado completo de los Estados líderes de los BRICS, de la misma forma que no aceptó la tutela por Occidente en los últimos años.
Publicación original en idioma alemán: KAS, 25 de agosto de 2023.
Traducción: Manfred Steffen, oficina KAS Montevideo
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