Menos de 24 horas después de volver a la libertad, Lula dejó claro que su retorno a las calles y rutas de Brasil tendrá como eje la reorganización de la izquierda para la elección presidencial de 2022.
El expresidente brasileño de 74 años fue liberado de la cárcel de la Policía Federal en Curitiba, en el sur del país, después de 580 días preso por juicio en segunda instancia en el que fue condenado por corrupción pasiva y lavado de dinero en el caso del apartamento triplex en la playa de Guarujá, costa de San Pablo. La condena fue un desdoblamiento de pena inicialmente decidida por el entonces juez de primera instancia Sérgio Moro, y reforzada posteriormente por el Tribunal Regional Federal de la Cuarta Región (la segunda instancia del proceso).
La decisión de la Suprema Corte
En una votación apretada de 6 votos a favor y 5 en contra, el Supremo Tribunal Federal, la Suprema Corte de Brasil, decidió la constitucionalidad del artículo 283 del Código del Proceso Penal brasileño, que instituye que una condena solo pueda empezar a ser cumplida después de sentencia firme. Es decir, después de agotadas todas las instancias judiciales (lo que se llama tránsito en juzgado en Brasil).
La decisión llevó casi un mes de análisis y votación por los ministros, y era uno de los juicios estrella a cargo de la Corte por implicar, justa y directamente, el caso del expresidente de Brasil. Con esta decisión, Lula aguardará en libertad la tramitación total de este proceso, en el que ya fue condenado. El exmandatario está imputado o es blanco de denuncia en otros nueve casos.
Dicho fragmento del Código del Proceso Penal establece que «nadie podrá ser preso sino en flagrante delito o por orden escrita y fundamentada de autoridad judicial competente, en razón de sentencia condenatoria transitada en juzgado, o en el correr de la investigación o proceso, en virtud de prisión temporal o preventiva».
Queda claro, por el texto, que no todos los encarcelados en segunda instancia podrán alcanzar la libertad. En el artículo 132 del mismo Código se establece como prioridad a ser observada la garantía del orden público y económico, o de la aplicación de la ley penal, para que un condenado se mantenga dentro o fuera de la cárcel antes del agotamiento de recursos. Es decir que las llamadas prisiones cautelares (preventivas, temporales o in fraganti) siguen vigentes.
Los votos de cada ministro del Supremo Tribunal Federal pueden consultarse en la página web de la Corte.
Lula: en la ruta y en oposición activa
Después de un discurso de menos de 10 minutos al dejar la cárcel el viernes 8 de noviembre —en el que agradeció a los militantes que lo acompañaron con cánticos del lado de afuera de la cárcel (la Vigilia Lula Libre) durante un año y siete meses y presentó a su novia, la socióloga Rosângela da Silva—, Lula habló más largamente a la militancia del Partido de los Trabajadores al día siguiente, el sábado, en la sede del Sindicato de los Metalúrgicos de São Bernardo do Campo (San Pablo), su cuna política.
Allí osciló entre momentos de buen humor con expresiones de enojo, se dijo desprovisto de odio para quienes determinaron su prisión —el ahora ministro de Justicia Sergio Moro, el jefe de los fiscales a cargo de la Operación Lava Jato, Deltan Dallagnol— y fue duro en relación con el gobierno Bolsonaro y la política económica del ministro Paulo Guedes.
«Chile es el modelo de país que Paulo Guedes quiere construir acá», dijo, en una seguidilla de consideraciones sobre el escenario latinoamericano. Deseó la victoria de Daniel Martínez en las elecciones de segunda vuelta en Uruguay (el 24 de noviembre) y, sobre la elección de Alberto Fernández en Argentina, con la expresidenta Cristina Fernández como vicepresidenta, consideró que «Macri se llevó una paliza». En relación con Evo Morales —quien renunciaría por presión de las fuerzas armadas bolivianas el día después de su discurso, el domingo— consideró que «hizo el mejor gobierno en Bolivia desde su creación».
Desde Estados Unidos, Steve Bannon, uno de los artífices de la victoria de Donald Trump y principal articulador de la nueva derecha internacional, clasificó a Lula como «el más grande ídolo de la izquierda globalista en el mundo» y vaticinó «enorme perturbación política en Brasil» con el retorno del petista a las calles.
Bolsonaro versus Lula
Si Lula es el principal líder de la izquierda, el presidente brasileño Jair Bolsonaro es el más importante representante del antipetismo en Brasil, fuerza que lo llevó al Palacio del Planalto en octubre del año pasado.
En su discurso en São Bernardo do Campo, Lula reconoció que el actual mandatario fue elegido democráticamente «pero no para gobernar para milicianos». El expresidente se refiere a grupos paramilitares que controlan el crimen principalmente en Río de Janeiro y cuyos integrantes mantienen relaciones de cercanía con la familia Bolsonaro.
Por fin, anunció que va a recorrer todo el país para hablar con la gente y mostró disposición en contemplar a otros partidos en sus recorridos. De hecho a su lado figuraban representantes de otras fuerzas políticas de izquierda como el Partido Socialismo y Libertad (PSOL), y el Partido Comunista de Brasil (PCdoB). Además, prometió un «pronunciamiento a la nación» en 20 días. «Si nos organizamos bien, la llamada izquierda, de la que Bolsonaro tiene tanto miedo, va a vencer la ultraderecha», remató.
Lula es inelegible hasta 2035, por cuenta de la Ley de la Ficha Limpia (que determina que los condenados por la justicia solo pueden volver a candidatearse ocho años después del cumplimiento total de pena.
Ese sábado Bolsonaro, que venía manteniendo silencio sobre la liberación de Lula, comentó a la prensa que «la gran mayoría del pueblo brasileño es honesta, trabajadora» y que no iba a «dar espacio y discutir con un presidiario». Agregó que Lula «está suelto pero con todos sus crímenes en la espalda».