México: a un año del covid-19

México: a un año del covid-19

Pandemia y proceso electoral marcan la agenda pública de México. En un clima de confrontación, la oposición aspira lograr un cambio de rumbo.

Por: Carlos Castillo17 Mar, 2021
Lectura: 7 min.
México: a un año del covid-19
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

La gestión gubernamental de la pandemia, la lenta pero ya en marcha estrategia de vacunación y el proceso electoral en el que se renueva la totalidad del Congreso federal este 2021 marcan la agenda pública de México. En un clima político de confrontación, la oposición aspira a corregir el rumbo incierto que ha tomado el país.A México no llegó la segunda ola de la pandemia de covid-19.

En unos días hará un año de que, ante la alerta por la llegada del brote al país, las decisiones tomadas por el gobierno de López Obrador condujeron a que el contagio masivo, la llamada inmunidad de rebaño, fuese la estrategia a seguir para hacer frente a la enfermedad.

Se desestimó así la gravedad de lo que implicaba contraer coronavirus: el presidente recomendó amuletos para atajar la probabilidad de contagio. Se emitieron piezas de comunicación y mensajes que llamaban a seguir las actividades rutinarias. El uso del cubrebocas (mascarilla) fue y es hasta el día de hoy desestimado y solo un recurso ocasional para el titular del Ejecutivo…

Desde entonces los contagios aumentaron y pronto saturaron un sistema de salud que, desmontado como parte de las reformas emprendidas por el gobierno. Aún sin tener un andamiaje operativo claro, enfrentó y enfrenta la falta de medicamentos, la saturación periódica en algunas zonas del país, la falta de ventiladores o la corrupción en torno a su adquisición, la lenta y burocrática pero ya en marcha estrategia de vacunación.

¿Tecnocracia o discurso populista?

Hubo que esperar el aumento acelerado de contagios para que el gobierno solicitara a la ciudadanía quedarse en casa; el asueto del verano y la época decembrina presentaban un riesgo que fue mitigado con el llamado a no salir, no visitar, no organizar encuentros sociales o familiares. Los casos, no obstante, siguieron en aumento. Día tras día, López Obrador y los encargados de conducir la «estrategia» del gobierno hallaron y hallan excusas, desvían la atención, informan sin claridad, falsean causas de muerte en los certificados para, ya se ha demostrado, ocultar las cifras reales de contagios y fallecimientos.

Una suerte de tecnocracia envuelta en el discurso populista en México. Recurso que al norte del río Bravo también enfrentó a Donald Trump con la crítica y la descalificación por una parte de la opinión pública estadunidense.

Ha sido casi un año en que las y los mexicanos han permanecido a su suerte, sobreviviendo a la estrategia gubernamental. Madres y padres encargados de resolver los retos de un tránsito a la educación digital, en un país donde las brechas de conectividad distan mucho de ser óptimas para lograr la cobertura docente nacional; pequeños y medianos empresarios haciendo frente, sin ningún programa de apoyo por parte del gobierno, a una reducción en el consumo que ha llevado a la quiebra a miles de negocios; familias en peregrinaje de hospital en hospital a la espera de encontrar una cama disponible para atender a algún cercano…

El sistema de salud

La crisis que padece el sistema de salud va acompañada de la que resiente ya el sistema económico nacional, y se suma a otras decisiones que en el último año han mermado el desarrollo país: la vuelta a las energías fósiles en un momento en que el cambio en la presidencia estadounidense vuelve a poner en la agenda los Acuerdos de París; la incapacidad de responder, contener y detener la violencia en razón de género, que aumenta a raíz del confinamiento en casa y lleva, diez veces al día durante los últimos dos años, a su extremo más crudo, el femicidio.

Hay ataques constantes —ya sea desde el discurso presidencial, desde los cambios en el andamiaje legislativo o desde la reducción presupuestal— a los organismos autónomos encargados de organizar las elecciones, de garantizar la transparencia y la rendición de cuentas del gobierno federal. Periodistas e intelectuales críticos, que configuran las bases de un discurso polarizante, radicalizan el debate público, lo empobrecen y simplifican en posturas de todo o nada, sin ánimo de construir consensos.

«El virus nos vino como anillo al dedo», declaró López Obrador a poco de iniciar la crisis del covid-19 en México, en abril de 2020. Un año después, con la campaña de vacunación en lento avance e iniciado el proceso electoral en el que se renovará la totalidad del Congreso federal (500 escaños), la gubernatura de 15 estados de la República y un total de 20.292 cargos de elección popular en el nivel local, la frialdad de la frase cobra una vigencia donde el pragmatismo y la necesidad de lo dicho no opacan el cinismo y la indiferencia de quien la pronuncia.

Rol del discurso presidencial

La estrategia del gobierno fue criticada por la propia comunidad científica del país y la prensa internacional. Sin embargo, se desarrolla sin importar el daño que se genera, la ineficiencia que cobra vidas, lo que haya que dejar en el camino, entreverada con una retórica presidencial que distrae desde la anécdota y el soliloquio, busca culpas en el pasado, construye enemigos, niega lo que los datos dicen y anuncia que su propia información ofrece una realidad en la que México mejora a partir de los cambios que emprende el gobierno.

Las elecciones del próximo 6 de julio son como un referéndum sobre el rumbo incierto que ha tomado México. Contrarrestar la mayoría que hoy ostenta el partido Morena y sus aliados en el Congreso federal, conservar aquellas entidades donde gobierna la oposición, así como detener el deterioro de aquellos municipios donde el partido del presidente obtuvo el triunfo electoral hace tres años han llevado a que la oposición, conformada por los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y de la Revolución Democrática (PRD), suscriba una serie de acuerdos y compromisos en el ámbito electoral. Además, sumaron perfiles de la sociedad civil a sus candidaturas. Esto es estableciendo una agenda conjunta de medidas urgentes en temas como la salud, la violencia, la economía, las brechas de desigualdad, la corrupción, el desarrollo social, la inclusión y el desarrollo sostenible.

Retos a la oposición

Aunque la oposición logre ganar la elección en México, será un reto no menor transformar la administración pública, volverla eficiente y útil a la ciudadanía, contribuir a paliar la corrupción y a reducir los grandes márgenes de impunidad que asolan al país. El país está delante el desafío de enfrentar la desigualdad y la pobreza a través de políticas que trasciendan las diversas formas de asistencialismo y corporativismo nunca del todo desterradas como método de asistencia social, y que apunte al mediano y largo plazo a través de estrategias transexenales que impulsen el pleno desarrollo de la sociedad mexicana más necesitada, violentada y abandonada.

Que sea capaz, sí, de reconocer que la popularidad de un presidente que se mantiene entre el 50 y 60 % durante tres años está anclada en un discurso que en puntos clave tiene razón. Sin ambargo, al implementar medidas de cambio, es incapaz de garantizar los mínimos requieridos para aprovechar su potencial en distintas áreas de la vida pública.

Viene por delante una campaña compleja. López Obrador llega con una alta aprobación. Sin embargo, la elección tendrá lugar en el plano de lo estatal y lo local, donde el trabajo, los liderazgos y los gobiernos emanados tanto de Morena como de la oposición serán puestos a prueba. Una campaña de pronóstico aún muy reservado.

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Carlos Castillo

Carlos Castillo

Director editorial y de Cooperación Institucional, Fundación Rafael Preciado Hernández. Director de la revista «Bien Común».

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