Cómo la narrativa proiraní colonizó a bien pensantes occidentales

Por detrás de las críticas a Israel y el ataque de EEUU hay coincidencias de que las democracias liberales occidentales están en decadencia.

Por: Isaac Nahón Serfaty9 Jul, 2025
Lectura: 10 min.
Cómo la narrativa proiraní colonizó a bien pensantes occidentales
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

La operación militar de Israel contra Irán dejó al descubierto la inclinación proiraní de varios bien pensantes occidentales. Es un fenómeno mundial. El destape se ha manifestado de diversas formas. Entre estos bien pensantes hay de todo: filósofos encumbrados afectos a Putin (a quien ven como un salvador), apocalípticos cristianos, con cabezas saturadas de teorías conspiranoicas, y damas progresistas que hablan francés y aborrecen, a veces no sin razón, a Donald Trump.

El primer rasgo de esta colonización de la narrativa proiraní es el horror que expresaron los bien pensantes ante el ataque israelí contra las instalaciones nucleares de Irán, sus altos oficiales militares y los científicos que contribuyeron al desarrollo de sus capacidades atómicas. Invocaron el ataque sobre un Irán “no agresor”. Los bien pensantes criticaron la acción israelí, pues “no tenía justificación alguna según las leyes internacionales”.

La corta memoria de estos bien pensantes no les permite recordar que el régimen islamista de Irán lleva años en una guerra abierta contra el Estado de Israel. Incluso al que ha declarado su voluntad de destruir. Es parte central de la doctrina de su estamento políticomilitar y religioso.

Proxies derrotados

La destrucción del “pequeño Satán” (Israel en la retórica de los ayatolás) se ha intentado de varias maneras. La principal ha sido el uso de los proxies iraníes en el Medio Oriente, Hezbolá como el principal de ellos. El llamado partido de Dios libanés islamista chií con un brazo militar, está ahora muy disminuido. La inteligencia israelí y las Fuerzas de Defensa de Israel decapitaron su liderazgo y destruyeron parte de su arsenal e infraestructura. Después de años de tener que convivir con un estado dentro del Estado, el gobierno libanés actual tomó cartas en el asunto. Está tratando de desarmar a Hezbolá y poner orden en casa.

El otro proxy de Irán fue la Siria bajo la dinastía de al-Assad. El régimen sangriento que gobernaba en Damasco cayó como un castillo de naipes ante el avance de los islamistas suníes apoyados por Turquía. De allí, salieron corriendo las tropas de Hezbolá que pelearon al lado del dictador Bashar al-Assad y contribuyeron a masacrar a cientos de miles de sirios. También salieron del país los oficiales de la Guardia Revolucionaria iraní, que ofrecían entrenamiento, inteligencia y armas al asesino al-Assad.

Israel también jugó su papel en la caída de la dictadura siria. El debilitamiento de Hezbolá en el Líbano y el constante ataque a las instalaciones iraníes en territorio sirio ayudaron al fortalecimiento de las milicias sunitas dirigidas por quien encabeza ahora el régimen sirio Ahmed Husein al-Sharaa. También es conocido como Mohamed al-Jolani (su familia es la región del Golán). Por cierto, este líder militar fue el representante de Al-Qaeda en Siria. Los turcos le dieron apoyo y lo llevaron al bando “menos radical”. Lo hicieron así potable a otras potencias regionales como Arabia Saudita y le dieron legitimidad ante países europeos y Estados Unidos.

Proxies debilitados

También están los hutíes, aliados yemenitas de los iraníes, a quienes proveen de armas y misiles de largo alcance. Han sido un dolor de cabeza para varios actores regionales, incluyendo Israel y los saudíes. Igualmente, los milicianos hutíes han visto lo que es capaz de hacer la aviación israelí con sus distantes enemigos, por lo que se espera que bajen la intensidad de sus ataques.

Por último, está Hamás, un proxy de Irán con su propia lógica e intereses. Se comenta que Hamás actuó por su cuenta en la masacre que cometió el 7 de octubre de 2023, sin consultar con sus socios iraníes. Sin embargo, parte de sus armas, su logística e incluso dinero vino del régimen iraní, con quienes comparten el objetivo estratégico de destruir a Israel. Aunque el desenlace del conflicto en Gaza sigue incierto, y el futuro de Hamás no está claro, es obvio que uno de los aliados de los ayatolás persas quedará muy disminuido después de esta guerra.

La variable nuclear

Los bien pensantes argumentan que el programa nuclear iraní tenía inicialmente solamente objetivos científicos y civiles. Auguran que después de los ataques conjuntos de Israel y EEUU, el régimen de Teherán acelerará el desarrollo del arma nuclear. Pues ahora no les queda más remedio que “defenderse” de los agresores sionista e imperialista (que vienen casi a ser lo mismo en la mentalidad de los bien pensantes).

¿Alguien medianamente razonable puede creer que todo el despliegue nuclear iraní tenía fines pacíficos? ¿Para qué enriquecer a más del 60% el uranio, si con un enriquecimiento mucho más bajo se podría haber usado con fines médicos y para generar energía termo-nuclear? David Albright y Spencer Faragasso, expertos nucleares del llamado “buen ISIS” (por las siglas en inglés Institute for Science and International Security), han descrito con evidencias en mano las motivaciones atómicas de Teherán.

Centro IR-40 en Arak, Irán. Foto: Wikipedia

Contra el Estado de Israel

Pero no es ingenuidad lo que mueve a nuestros bien pensantes a creer en la “inocencia” del régimen iraní. Es una visión del mundo compartida con gente de extrema derecha y de extrema izquierda, en la que la revolución islamista iraní de 1979 fue un hito importante para quebrar la hegemonía de EEUU en el mundo, y destruir a su principal aliado en el Medio Oriente, Israel.

Esto no implica que no haya argumentos serios sobre la necesidad de una solución diplomática ante el desafío nuclear iraní. Así lo ha expuesto recientemente el exministro de Relaciones Exteriores de Israel, Shlomo Ben-Amí. Pero nuestros bien pensantes expresan su horror ante la ofensiva antinuclear israelí a partir de una antipatía que va más allá de sus disgusto por el gobierno de derechas (con elementos de la extrema derecha) que encabeza Benjamín Netanyahu. Ellos no conciben la existencia de un Estado judío. Los bien pensantes pro-Putin con aspiraciones reaccionarias, los fundamentalistas apocalípticos o los progresistas anti-Trump repudian la soberanía judía en su tierra ancestral. Comparten la idea de los islamistas iraníes que el mundo estaría mejor sin Israel.

La propaganda disfrazada

Una de las virtudes de la buena propaganda es que no parece propaganda. Viene de la boca de “calificados” comentaristas y expertos, e incluso de respetados periódicos. Es así cómo la narrativa proiraní ha ido colonizando el espacio público en las redes digitales.

En este contexto, se puede explicar la razón por la cual el New York Times, medio
que alguna vez defendió los valores del periodismo independiente, ahora se haya convertido en ocasional socio de la maquinaria propagandística de la República Islámica de Irán. ¿No me creen? Vean aquí la imagen del portal del sitio web del Times el 24 de junio a eso de las 7 PM hora del este. Abre la página con la supuesta filtración de inteligencia que dice que el bombardeo contra las tres instalaciones nucleares iraníes solo retrasaría su programa atómico por algunos meses. Eso podría entenderse. Reporta una supuesta filtración desde dentro del mismo gobierno de Trump (de filtraciones como esas está hecho el periodismo, recordemos el caso Watergate en la época de Richard Nixon).

Pero cuando se mira el conjunto de elementos alrededor de esa noticia, uno entiende que el editor detrás de la página podría pasar por un agente de la Guardia Revolucionaría iraní. La foto: manifestación prorégimen de Irán en Teherán. El titular: Irán clama que el cese al fuego es una prueba que sus fuerzas militares han prevalecido en esta guerra. Otro titular: afirma que el supuesto reporte de inteligencia le quita fuerza a la pretendida victoria que Trump quería reclamar en la reunión de la OTAN en La Haya. Y así van otros titulares, muy alineados con los que un propagandista de la revolución de los ayatolás quisiera ver en los medios de comunicación occidentales. Irán ganó, Israel y EEUU perdieron, según el Times.

La motivación principal del periódico para asumir una perspectiva proiraní es su oposición al gobierno de Trump. Pero no deja de hacerle el juego a un régimen islamista que encarcela y ejecuta a periodistas y homosexuales y que persigue a las mujeres por no seguir un código de vestimenta impuesto por la ley religiosa.

Captura de pantalla del New York Times, 24 de junio, 2025, sobre las 7 PM hora del este.

Enamoramiento francés con el fundamentalismo chií

En francés también hay ejemplos de repetidores de la narrativa del régimen iraní. En un artículo en la publicación Marianne, Annette Lévy-Willard, periodista y miembro del jurado del premio que lleva el nombre de la feminista Simone de Beauvoir, cuenta cómo vio en París a manifestantes que se llaman de izquierda protestar con banderas palestinas e iraníes (la que impuso en régimen islamista) contra los bombardeos de Israel y EEUU contra las instalaciones nucleares en Irán. Ella se pregunta: ¿cómo es esto posible? Ella misma nos da la respuesta (traduzco y cito):

“Este reflujo nauseabundo no era nuevo; la izquierda ya se había encaprichado con los ayatolás hace casi medio siglo, cayendo bajo el encanto de un hombre que no ejercía una seducción arrolladora: el ayatolá Jomeini, entonces exiliado cerca de París, en el encantador suburbio de Neauphle-le-Château. La Francia de Giscard lo había acogido, alimentado y protegido, y famosos intelectuales franceses, de izquierda y laicos, lo habían visitado para escuchar religiosamente a este líder religioso. Michel Foucault y Jean-Paul Sartre a la cabeza. Foucault, el autor de Historia de la sexualidad (1976-1984) e Historia de la locura (1961), no había leído bien sus propios libros cuando veía en la futura revolución islámica iraní ‘una nueva espiritualidad política’ que es ‘la forma más moderna de la revuelta y la más loca’. ¿Moderna? Llamaba a Jomeini ‘el hombre santo exiliado en París’, barriendo la palabra ‘fanatismo’ avanzada por algunos comentaristas lúcidos. Sartre, por su parte, hablaba con entusiasmo de un ‘régimen anticolonialista y antiimperialista’.”

Como vemos, el enamoramiento francés con el fundamentalismo chií viene de lejos.

Caricatura por Isaac Nahón.

Una teología antijudía

Las coincidencias de los islamistas iraníes con los reaccionarios putinistas y los apocalípticos cristianos tienen otras raíces. Ambos consideran que las democracias liberales occidentales están en decadencia. Abogan por un retorno a valores tradicionales cristianos y rechazan la doctrina de la Iglesia Católica después del Concilio Vaticano II que ya no acusa a los judíos de deicidio y busca una reconciliación con sus “hermanos mayores”, en palabras del Papa Juan Pablo II.

Proponen un “retorno a oriente”, es decir, una crítica a la modernidad a la que culpan de la corrupción de las sociedades occidentales. En esto coinciden con los fundamentalistas iraníes. Repudian sobre todo la idea de que los judíos (ellos prefieren la denominación “los sionistas”), pueblo “maldito” desde la perspectiva cristiana más tradicional (y de alguna forma de un cierto Islam), pueda mostrar al mundo sus éxitos desde el Estado soberano que ha construido en estos últimos setenta y siete años.

La supervivencia de Israel, contra todo pronóstico, hace ruido en su teología antijudía. ¿Cómo justificar el hecho de que Israel haya podido superar a sus enemigos y normalizado relaciones con varios países árabes-musulmanes? Estos reaccionarios no pueden concebir estos logros de Israel sino como resultado de una gran conspiración mundial sionista. De nuevo, coinciden con sus pares fundamentalistas iraníes.

El régimen islamista de Irán se ha debilitado militarmente. Aunque todavía no hay conclusiones definitivas, es muy probable que su programa nuclear haya sufrido un retroceso importante. Los jefes militares, políticos y científicos del régimen de los ayatolás saben que están en la mira de Israel. Los propios ciudadanos iraníes saben que la dictadura fundamentalista no es tan sólida como pretende su clase gobernante. Lamentablemente, en los propios países occidentales la narrativa del islamismo iraní ha penetrado la mente de bien pensantes convertidos en colaboradores de su propaganda. 

Isaac Nahón Serfaty

Isaac Nahón Serfaty

Doctor en Comunicación. Profesor en la Universidad de Ottawa, Canadá

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