Petro y el fin de las expectativas

Petro y el fin de las expectativas

En un año marcado por inestabilidad y escándalos, subió la desaprobación al gobierno de Colombia mientras caían las expectativas de la izquierda. ¿Cómo se terminó el consenso nacional?

Por: Nicolás Díaz Cruz4 Sep, 2023
Lectura: 6 min.
Petro y el fin de las expectativas
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.


Este último año ha estado marcado por una gran inestabilidad política, por enormes retos y expectativas de cambio, que dejan algunos análisis preliminares sobre la desaprobación a Petro y su gobierno. Este comenzó —como casi todos los gobiernos— con luna de miel. Es decir, con una aprobación mayoritaria de la población. Desde ese punto, la aprobación ha bajado considerablemente —de casi dos tercios hasta un tercio—, según las distintas mediciones de percepción de encuestas como el Opinómetro y Pulso País de Datexco, la Invamer Poll, y Polimétrica de Cifras y Conceptos. La mayoría de estas se efectuaron entre los meses 7 y 8 del mandato de Petro. Son cifras que contrastan con la encuesta más reciente del CNC, que muestra todavía una mínima ventaja de aprobación de 48,8 % frente a una desaprobación de 45,7 %.

Algunos sucesos y análisis de estos últimos doce meses pueden explicar que la desaprobación haya superado a la aprobación al gobierno del cambio. Estos podrían explicarse por las agendas que han marcado la opinión pública: escándalos de corrupción, promesas ambiciosas de cambio, la situación del país frente a la defensa de la vida, la participación ciudadana, las relaciones con la prensa y con la sociedad civil.

Corrupción

En medio de un país lleno de episodios de corrupción y abusos recurrentes de poder —Odebrecht tiene sobre las cuerdas a varios liderazgos de distintas corrientes políticas, por hablar de uno de los muchísimos escándalos—, este gobierno tuvo escándalos que costaron el cargo a la ministra de Minas y Energía, al embajador de Colombia en Venezuela, a la jefa de gabinete de Gobierno. Por fuera de los altos funcionarios, también su hijo se encuentra comprometido con la justicia. En su caso, ha prometido colaborar con la Fiscalía en lo que presuntamente sería la entrada de dineros ilegales a la campaña presidencial de Petro. Sin duda, el gobierno ha tenido que comunicar más. Y sortear más este tipo de sucesos desde la contención de crisis, antes de establecer su agenda propia, y en ser más previsivo y proactivo frente a la lucha anticorrupción, la que ha sido, hasta el momento, reactiva.

Según la OCDE, en Colombia se necesitan once generaciones para salir de la pobreza. Dicha cifra, aunada con la política dominante, requería un cambio de formas y de apuestas para superar los problemas estructurales, de ausencia de movilidad social y económica, de inversión pública en política social, así como la presencia estatal en zonas donde históricamente no ha llegado el Estado. Muchas de estas necesidades y realidades unieron a la sociedad colombiana para apoyar su mandato. Llegó alguien con pasado y trayectoria de denuncia de esas prácticas. Sin embargo, cambió rápidamente. Para llegar a gobernar y mantener mayorías en el Legislativo, Petro necesitó aliarse con las clases tradicionales.

¿El gobierno del cambio?

La llegada de este gobierno prometía un cambio que estaba en sintonía con el sentimiento nacional reflejado en las urnas. Prometió muchísimas reformas. Algunas no gozaron de consensos en el Congreso y en la opinión pública —en contravía de lo que anunció el discurso inaugural el presidente Petro—: la reforma política, la reforma a la salud, la reforma laboral. Sin embargo, sí logró estos consensos con el Código Electoral, la reforma tributaria, la reforma constitucional que reconoce a la población campesina como sujeto de derechos políticos (al igual que poblaciones étnicas y las víctimas del conflicto). También respecto a la jurisdicción agraria para resolver de manera más ágil los conflictos por la propiedad, tenencia y uso de la tierra (punto pendiente del acuerdo de paz del gobierno Santos) y la gratuidad en la educación superior pública (de iniciativa legislativa pero respaldada como propuesta de campaña del gobierno). 

Cada una de estas propuestas es ambiciosa en sí misma. Sin embargo, las reformas en su conjunto han sido más ambiciosas que la realidad y la estrategia política llevada a cabo hasta el momento. Por esto, parece haber ciertos consensos en opiniones que he recolectado en distintos sectores del espectro político: «Petro es más que su propio gobierno», «Estoy de acuerdo en los para qué del gobierno Petro, pero no en los cómo», «La curva de aprendizaje es larga», «Son activistas, no ejecutores». Sin duda, la ejecución e implementación de estas reformas y políticas definirá en gran parte el balance frente a su gobierno. Así también, si podrá cumplir con el tamaño de la ambición de las expectativas que se ha trazado como gobierno.

Colombia, ¿potencia?

Lo que podría considerarse la bandera de gobierno (hito y legado), y que coincide con lo que la mayoría de colombianos les pide a los gobiernos de izquierda, se enmarca en el programa de gobierno. Esto es: mayores oportunidades, políticas sociales, así como búsquedas alternas a la solución de conflictos. Con un claro énfasis en la prioridad de la protección de la vida como eje articulador de gobierno. Frente a estos indicadores, no se ven cambios sustanciales en resultados inmediatos respecto a los años anteriores.

Según la Fundación PARES, «el repertorio de violencia de los grupos armados es mayor, más disperso y está orientado a mostrar su control de población y control territorial con mucha menos autocontención a la hora de afectar civiles». En la protección de líderes sociales tampoco hay mayores avances. A través de sus investigadores, Justicia muestra que este fenómeno doloroso está lejos de terminarse, a pesar de tener varias de sus causas fuera de la acción estatal. Las promesas o expectativas todavía están lejanas.

En pocas palabras…

La sensación generalizada es que la participación del gobierno Petro busca más adeptos y barras bravas que apoyen su periodo de gobierno que visiones críticas sobre las cuales construir. La ruptura de un gran acuerdo nacional en este periodo no solo muestra ruptura con las élites políticas sino con sectores sociales que no han logrado poner sus agendas críticas.

Tras la ventana giratoria que han tenido activistas reconocidos en el gobierno de izquierda, vemos un debilitamiento de la sociedad civil. Y en este ejercicio, fuera de que son pocas las organizaciones críticas, es menor la aceptación a posiciones críticas al gobierno en lógica de reconocer, aceptar y construir desde allí.

Hay numerosos retos pendientes en este gobierno del cambio. Demasiadas expectativas siguen intactas frente a las grandes transformaciones que busca el país. La aceptación y legitimidad de este gobierno, al que se le acabó el gran consenso nacional, dependerá de una mejor ejecución y de moderar al máximo, las ambiciones.

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Nicolás Díaz Cruz

Nicolás Díaz Cruz

Politólogo. MPA-Public Affairs (Sciences Po, París). Consultor. Gestor de proyectos. Director ejecutivo de Extituto de Política Abierta (Colombia). Cofundador de Demolab y de la Red Nosotras Ahora. Miembro de la Red Latinoamericana de Innovación Política.

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