Prueba superada: el gobierno de Lacalle Pou ante el referéndum

Prueba superada: el gobierno de Lacalle Pou ante el referéndum

Un gobierno que recargó sus baterías y una oposición con incentivos para la moderación son el nuevo contexto que dejó la consulta en Uruguay

Por: Adolfo Garcé29 Mar, 2022
Lectura: 5 min.
Prueba superada: el gobierno de Lacalle Pou ante el referéndum
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

El domingo pasado, 27 de marzo, la ciudadanía uruguaya concurrió nuevamente a votar. En esta oportunidad, debía pronunciarse sobre el recurso de referéndum interpuesto por el Frente Amplio y organizaciones sociales aliadas contra 135 artículos de una ley tan importante como polémica. La llamada Ley de Urgente Consideración es una ley ómnibus (476 artículos), aprobada en julio de 2020 por la coalición de gobierno que lidera el presidente Luis Lacalle Pou. El mecanismo constitucional de la urgente consideración utilizado para aprobarla limita el tiempo del que dispone el Parlamento para su tramitación. En caso de no pronunciarse en los plazos previstos por la Constitución (máximo de 100 días), la iniciativa queda aprobada tácitamente.

Tanto para el Gobierno como para la oposición, esta elección era una pulseada muy importante. El referéndum no consiguió su objetivo. El Gobierno superó la prueba. Esto, desde luego, tendrá consecuencias en el resto del mandato de Lacalle Pou. Pero la votación mostró, otra vez, la estabilidad del sistema de partidos uruguayo. Permítanme desarrollar estos dos argumentos.

Un sistema de partidos sólido

El sistema de partidos, sometido a una prueba extraordinaria, volvió a exhibir su solidez. El 13 de marzo de 2020, menos de dos semanas después de que el nuevo gobierno asumiera sus funciones, se conocieron los primeros casos de covid-19. La pandemia no solamente trajo enfermedad y muerte. Cayeron el PBI, el empleo y el salario real. Subió la pobreza y se multiplicaron las ollas populares. Cuando todo empezaba a mejorar, la invasión de Ucrania por Rusia generó nuevas turbulencias. El costo del combustible, un insumo básico en la producción, se disparó, impactando sobre otros precios. Entre marzo de 2020 y marzo de 2022 pasó de todo. Sin embargo, la foto del resultado del referéndum de ayer tiene una similitud impactante con el resultado del balotaje de noviembre de 2019 que depositó a Lacalle Pou en el sillón presidencial.

Pese al tsunami sanitario y sus tremendas consecuencias económicas y sociales, la volatilidad del voto fue bajísima. La moraleja de esta descripción es sencilla y al mismo tiempo muy importante en términos analíticos. En un continente políticamente inestable, en una región donde los partidos nacen y mueren todo el tiempo, los partidos uruguayos se las siguen ingeniando para conservar sus lealtades.

La baja volatilidad no es casualidad. La coalición de gobierno conservó el apoyo obtenido en su momento en la elección nacional, porque logró combinar una muy buena gestión de la pandemia con un esfuerzo visible por empezar a cumplir con las promesas realizadas durante la campaña electoral de 2019. Un ojo en la pandemia. El otro en las promesas.

El FA, por su lado, logró conservar el apoyo obtenido en el balotaje porque fue capaz de marcar diferencias con el Gobierno en temas que forman parte de su identidad. A lo largo de estos dos años se hizo eco de la crisis generada por la pandemia y reclamó todo el tiempo un mayor esfuerzo del Gobierno por atender la emergencia social. Los dos bloques, Gobierno y oposición, lograron estar cerca de sus respectivas bases sociales. Los líderes, de un lado y del otro, mantuvieron contacto con sus electores.

El gobierno salió fortalecido

Aunque la diferencia entre la votación por la papeleta auspiciada por el gobierno (el no) y la promovida por la oposición (el a la derogación de los 135 artículos) fue de menos del 1 % del electorado (aproximadamente 22.000 votos), el Gobierno ganó y la oposición perdió. El Gobierno superó el desafío. La consecuencia inmediata es que los 135 artículos impugnados siguen vigentes.

Pero el resultado tiene otras consecuencias significativas, en el plano de la perspectiva de la producción gubernativa y en el horizonte electoral. Triunfando en el referéndum, el Gobierno logró preservar su pulso reformista. El gobierno de Lacalle Pou se propone mover el statu quo. No ganó la elección para dejarlo todo como estaba. Además de ley y orden, en materia de política económica el nuevo Gobierno impulsa políticas promercado (disminución del peso del Estado y apertura comercial). Además, tiene en carpeta dos reformas muy importantes para el desarrollo social en el mediano plazo: seguridad social y educación. El triunfo en el referéndum es un impulso anímico y político adicional para encarar reformas complejas.

Pasando del plano de las políticas públicas al de la competencia electoral, el resultado del domingo pasado invita a los dos bandos a bajar el tono de la confrontación y a buscar zonas de encuentro. Es notorio que hay dos mitades de tamaño similar que no tiene sentido ignorar. Seguramente, tomando en cuenta lecciones del pasado, muchos dirigentes del FA consideran que para volver a ganar una elección deben reconquistar electores de centro y que, para ello, deben evitar la radicalización del discurso. La combinación de un gobierno que recargó sus baterías y una oposición con incentivos para la moderación genera un escenario auspicioso desde el punto de vista de la gobernabilidad. Desde luego, el tiempo dirá.

Adolfo Garcé

Adolfo Garcé

Doctor en Ciencia Política. Docente e investigador en el Instituto de Ciencia Política, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República, Uruguay

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