Treinta años del genocidio de Ruanda

La tragedia en el país africano nos recuerda las terribles consecuencias del fracaso de la comunidad internacional. Subraya la importancia de la justicia, la reconciliación y la solidaridad internacional.

Por: Anna Lassal19 Jul, 2024
Lectura: 6 min.
Treinta años del genocidio de Ruanda
Compartir
Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

En 1994 se producía el genocidio de 100 días en Ruanda, uno de los mayores crímenes del siglo XX. La comunidad internacional desempeñó un papel decisivo por su inacción y falta de intervención. ¿Cómo pudo ocurrir esto? ¿Dónde están las responsabilidades?

Un vistazo al panorama político internacional actual muestra que persisten muchos conflictos: Rusia y Ucrania, Oriente Medio, Sudán. En todas las situaciones nombradas, el papel de la comunidad internacional es crucial. Los sucesos de Ruanda demuestran las consecuencias que pueden haber si fracasa la comunidad internacional.

El genocidio

Entre abril y mediados de julio de 1994, miembros radicales de la población mayoritaria hutu asesinaron a más de 800.000 personas, principalmente de la minoría tutsi. Entre 150.000 y 250.000 mujeres fueron violadas.

Los orígenes del genocidio se remontan a la época colonial, cuando se crearon distinciones racistas entre hutus y tutsis. Antes de la colonización, el término hutu se refería simplemente a un agricultor y tutsi a un propietario de ganado. Las potencias coloniales categorizaron a los tutsis como élites natas debido a su supuesta apariencia noble. Esto provocó un acceso desigual a la educación y a la participación política. La consiguiente injusta estructura social contribuyó a las tensiones que desembocaron en los acontecimientos de 1994.

El desencadenante del genocidio fue el derribo del avión del presidente ruandés Juvénal Habyarimana en abril de 1994. El gobierno culpó a los rebeldes, pero hasta hoy no se ha aclarado del todo. En respuesta, las milicias hutus comenzaron a asesinar sistemáticamente a los tutsis. Finalmente, la intervención no provino de la comunidad internacional, sino del ejército rebelde tutsi, el Frente Patriótico Ruandés (RPF), liderado por el actual presidente Paul Kagame, lo cual puso fin al genocidio.

Fracaso internacional

El papel de la comunidad internacional puede reconstruirse ahora en detalle con base en los informes de Carlsson (1999) y Masire (2000). Ya en agosto de 1993, investigadores de derechos humanos de la ONU para Ruanda advirtieron del peligro de una escalada de violencia entre diferentes grupos. Sin embargo, esta advertencia fue ignorada. El telegrama urgente del general de la UNAMI destinado en Ruanda, en el que informaba del grave peligro, tampoco fue atendido. Durante semanas, la prensa internacional trivializó la situación como «guerra tribal».

Dos semanas después del asesinato del entonces presidente, Human Rights Watch ya estimó el número de víctimas en casi 100.000 y pidió que los crímenes fueran calificados de «genocidio» por los políticos de la comunidad internacional. Esto habría obligado a las Naciones Unidas a actuar desde la resolución de genocidio de 1948 sobre la protección de la población civil. El retraso en la respuesta constituye un fracaso del Consejo de Seguridad. Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña ejercieron la correspondiente influencia en la redacción de los documentos oficiales de la ONU e impidieron el uso oficial del término genocidio.

Como antigua potencia colonial, Bélgica retiró su contingente de las Naciones Unidas de Ruanda después de que extremistas hutus asesinaran a diez miembros belgas de las fuerzas de paz. Estados Unidos también bloqueó los refuerzos sobre el terreno y exigió el cese total de la misión de los cascos azules. El Consejo de Seguridad de la ONU decidió reducir el número de tropas de más de 2.500 a 270 soldados. En ese momento, la Unión Europea centraba la mayor parte de su atención en la guerra de Bosnia. Mientras tanto, la situación en Ruanda seguía deteriorándose debido a la falta de intervención y al desinterés político.

Genocidio en Ruanda, 30 años
Genocidio en Ruanda, 30 años

Reconciliación y superación

Es un proceso costoso construir la reconciliación después de acontecimientos tan dolorosos. Todavía se sigue la pista de los autores en todo el mundo, más recientemente en Francia y Sudáfrica. Las Naciones Unidas crearon el Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR) para juzgar a los principales responsables del genocidio. A nivel local, se crearon los criticados tribunales Gacaca, basados en la justicia comunitaria. A través del diálogo entre autores y víctimas pretenden lograr la reconciliación social de la población.

La comunidad internacional también se expresó en algunos casos respecto a sus propios fracasos. Cuatro años después del genocidio, Bill Clinton, por entonces presidente de Estados Unidos, visitó Ruanda y admitió que había subestimado la brutalidad del genocidio, aunque había sido informado de los hechos en una fase temprana. El gobierno ruandés aceptó sus poco entusiastas disculpas, vinculadas a la ayuda financiera. Las Naciones Unidas también reconocieron su fracaso y Emmanuel Macron se disculpó en la capital Kigali, en 2021, en nombre de Francia, por su papel en el genocidio. Otros países aún no han reflexionado sobre su propio comportamiento. 

Ruanda hoy

En la actualidad, Ruanda sigue siendo un país en proceso de transformación. Económicamente, la nación se ha desarrollado considerablemente en las dos últimas décadas, pero las libertades políticas siguen restringidas. El actual presidente, Paul Kagame, gobierna el país con mano de hierro y la oposición se enfrenta a una dura represión. Lo cierto es que las secuelas del genocidio aún se hacen sentir hoy en Ruanda. La edad media de la población es de solo 19 años. Hay numerosos testigos presenciales que relatan en primera persona el asesinato de sus hijos, hermanos, padres y personas cercanas.

En la actualidad, la memoria del genocidio se mantiene viva a través de 240 monumentos conmemorativos. En Ruanda, la negación del genocidio puede castigarse con penas de prisión. Ya no se permiten atribuciones como hutu o tutsi. Se han creado aldeas de reconciliación en las que conviven perpetradores y supervivientes. 

Relaciones con América Latina

En el curso de la reconstrucción y la cooperación internacional, África y América Latina han profundizado sus relaciones para mejorar la sostenibilidad de sus sistemas agrícolas y alimentarios. En septiembre de 2022, destacados representantes de gobiernos, organizaciones internacionales, el mundo académico y el sector privado debatieron sobre la cooperación Sur-Sur en la Cumbre Anual del Africa Food Systems Forum celebrada en Kigali. El objetivo de esta cooperación es combatir la inseguridad alimentaria, la malnutrición y la degradación medioambiental compartiendo experiencias y estrategias entre África y América Latina.

 La colaboración entre África y América Latina, fundamentada en la solidaridad y el intercambio de conocimientos, no solo fortalece sus lazos históricos, sino que también ofrece un camino hacia un futuro más sostenible y justo para ambas regiones.

Anna Lassal

Anna Lassal

Máster en ciencias políticas en la Ruprecht-Karls-Universität Heidelberg. Practicante en la Fundación Konrad Adenauer en Montevideo

newsletter_logo

Únete a nuestro newsletter