Pandemia y liderazgo presidencial: el nuevo ciclo de la opinión pública

Pandemia y liderazgo presidencial: el nuevo ciclo de la opinión pública

Pasaron algo menos de 90 días desde que la OMS le asignó el status de pandemia al COVID-19. Superada la

Pandemia y liderazgo presidencial: el nuevo ciclo de la opinión pública
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

Pasaron algo menos de 90 días desde que la OMS le asignó el status de pandemia al COVID-19. Superada la conmoción inicial, que tuvo una traducción positiva en la popularidad de la mayoría de los presidentes de la región, un nuevo ciclo comenzó a emerger. La crisis del coronavirus pasó de la incredulidad a la asimilación; el clima de unidad frente a la amenaza externa se atenuó y el conflicto político recuperó terreno en la mayoría de los países.

¿El desgaste producido por las cuarentenas largas está haciendo mella en la popularidad presidencial? ¿Quienes reaccionaron tarde pudieron reencarrilar la situación? En otras palabras, ¿cómo evoluciona la imagen de los mandatarios en este segundo tramo de la pandemia? En este informe respondemos estos interrogantes a partir de información de 150 encuestas de opinión realizadas en 17 países de América Latina, América del Norte y Europa.

En la primer entrega de nuestro estudio (abril), analizamos cómo la pandemia tuvo, en promedio, un impacto positivo de 10 puntos porcentuales en la popularidad de los presidentes de la región. En un ciclo inicial la crisis del coronavirus  le permitió a muchos presidentes recuperar la iniciativa pública. Esto ocurrió en casos tan heterogéneos como Argentina, Bolivia, Chile, Canadá, Colombia o Perú. Pero hay otros, como Brasil, México y EEUU, cuyos liderazgos se vieron desafiados. En términos generales, las medidas de aislamiento social dieron un espaldarazo a la aprobación presidencial y los mandatarios más reacios pagaron un costo por la respuesta tardía. Cómo siempre, hay excepciones. Sería impreciso sostener que todos los presidentes perjudicados fueron quienes evitaron las políticas de aislamiento nacional estricto. El caso de Uruguay, por más particular que sea, demuestra una conciliación posible entre políticas de distanciamiento social sin aislamiento y un alto respaldo al presidente.

El denominador común viene de otro registro y es la subestimación del impacto de la pandemia. La escenificación pública de una liviandad frente a la crisis sanitaria y la contestación abierta al diagnóstico mayoritario. Con diferentes intensidades, Bolsonaro, Trump y AMLO han transitado alguna vez este camino.

Al analizar los datos pudimos observar tres grandes grupos con efectos divergentes en la opinión pública: los que incrementaron los niveles de aprobación de gestión, los que sufrieron mermas y los “ni-ni”. Entre los países cuyos presidentes aumentaron sus niveles de popularidad están Canadá, Argentina, Chile, Colombia, Francia, Italia, Perú y Uruguay. Las naciones en donde sus mandatarios cayeron en las encuestas son Brasil, Reino Unido, España y México. Entre los “ni-ni” que ni subieron ni bajaron aparecen Estados Unidos, Bolivia y Ecuador.

La incógnita actual es la trayectoria de estas tendencias. Lo que está en juego hoy es la evaluación de los presidentes gestionando. Ya no es solo su reacción ante la crisis, sino la acción política de sus gobiernos. ¿Se trata de burbujas de entusiasmo o de nuevos ciclos de opinión pública?

La información clarifica la pregunta. En primer lugar, el alza en la popularidad paró. En el reporte anterior hicimos mención a un efecto rally around the flag que describe cómo la existencia de determinados episodios críticos en la historia de un país generan un realineamiento momentáneo de los respaldos detrás de su máximo líder. En abril encontramos una mejora sustantiva en la imágen presidencial de la región. Pero hoy observamos que ese shock inicial de popularidad se estabilizó, y en algunos casos está empezando a decrecer.

Los datos muestran que los presidentes que incrementaron su aprobación  subieron por un ascensor y los que tuvieron bajas en la opinión pública fueron por la escalera. Bolsonaro cae paulatinamente. Trump lo hace milimétricamente. AMLO parece haber frenado la caída, dió un nuevo marco a su posicionamiento y recuperó cierta iniciativa. En cualquier caso, no hemos registrado en estos dos meses caídas abruptas en la aprobación de los presidentes analizados. El fenómeno es interesante para continuar evaluando la resistencia de ciertas coaliciones sociales aún ante los efectos de la pandemia.

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Hasta acá vemos que la pandemia configuró dos ciclos de opinión pública. En una primera instancia, ante la llegada de la crisis, un grupo mayoritario de líderes incrementó súbitamente su popularidad (con distinta intensidad) y el resto registró caídas, pero más moderadas (aquéllos subieron por ascensor, éstos bajaron por escalera). Una vez pasado el shock inicial, parecemos acercarnos a un nuevo punto de equilibrio: los presidentes que subieron comienzan a bajar algunos puntos y los que habían bajado detuvieron el retroceso de su imagen.

El clima de unidad que dominó en la mayoría de los países ante la irrupción de la crisis sanitaria hoy ya no está presente. Los mandatarios están expuestos a una mayor conflictividad interna. En Europa los líderes transitan la senda de la desescalada del confinamiento con la meta de evitar un rebrote de contagios. En América, los presidentes que llevan adelante cuarentenas largas evalúan cómo ingresar a la “nueva normalidad” para darle aire a la actividad económica sin que por ello colapsen sus sistemas sanitarios. En unos pocos países del continente el tan temido pico ya llegó, trayendo no solo severas consecuencias en términos de muertes sino también interrogantes para los liderazgos presidenciales. En algunas naciones concretas, las crisis sanitarias se tradujeron en crisis políticas.

Más allá de los efectos de la opinión pública en el ciclo inicial de la pandemia, el recorrido será largo y los Presidentes deberán usar con inteligencia su capital político disponible: a medida que se atenúa la amenaza del coronavirus, crecen las consecuencias nocivas de la recesión económica y esto plantea nuevos problemas y desafíos, especialmente a los mandatarios de Latinoamérica.

Daniela Barbieri, Javier Cachés y Augusto Reina

Daniela Barbieri, Javier Cachés y Augusto Reina

Daniela Barbieri. Socióloga (Universidad de Buenos Aires, UBA). Magíster en Comunicación Política (George Washington University). Docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Consultora política, investigadora y profesora universitaria (UBA) ~|||~ Javier Cachés. Politólogo (Universidad de Buenos Aires, UBA – Universidad Di Tella, Argentina). Consultor político. Docente de la Carrera de Ciencia Política de la UBA ~|||~ Augusto Reina. Politólogo (Universidad del Salvador, Argentina. Consultor político. Presidente de la Asociación Argentina de Consultores Políticos (ASACOP)

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