El deep state y la creencia en la gran conspiración

El deep state y la creencia en la gran conspiración

Oxford Languages define el “deep state” (estado profundo) como un “cuerpo de personas, típicamente miembros influyentes de las agencias de […]

Por: Isaac Nahón Serfaty15 Jun, 2020
Lectura: 8 min.
El deep state y la creencia en la gran conspiración
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

Oxford Languages define el “deep state” (estado profundo) como un “cuerpo de personas, típicamente miembros influyentes de las agencias de gobierno o militares, de quienes se sospecha están implicados en maniobras secretas para manipular o controlar las políticas del gobierno”. A esto agrega que “el deep state y su política de permitir el florecimiento de ideologías extremistas puede ser un asunto de preocupación”.

El deep state está últimamente en la boca de gobernantes, analistas, periodistas, profesores y personas que participan en las redes sociales, especialmente en Twitter.  El presidente Donald Trump lo usa regularmente para referirse a la conspiración que desde la misma estructura del gobierno de Estados Unidos, estaría en marcha contra él para evitar su reelección en las elecciones de noviembre próximo.

Las protestas y saqueos que han estallado a partir del asesinato del ciudadano negro George Floyd por parte de un policía blanco en Minneapolis han dado pie para que el deep state cobre fuerza en el discurso de Trump y sus partidarios. Se ha caracterizado al movimiento de protesta y a la violencia que le ha acompañado como un esfuerzo coordinado por varios factores para debilitar al gobierno de Trump, que ya tiene bastantes problemas por la pandemia de COVID-19 y sus devastadores efectos sociales y económicos.

El deep state, dicen los partidarios de Trump, estaría actuando ahora en alianza con factores como Antifa, una red de organizaciones de ultraizquierda, y con el financiamiento del multimillonario George Soros. A esto se junta la supuesta participación de revoltosos profesionales pagados por el chavismo que se habrían infiltrado en las protestas para producir caos, como habría sucedido en Chile el año pasado.

Desmenuzar las teorías conspirativas

Analicemos punto por punto para ver qué podría haber de cierto en la tesis del deep state y sus socios globalistas de la ultraizquierda que, como dijo alguien recientemente en una radio venezolana, “quieren destruir la libertad y los valores de Occidente”.

¿Existe el deep state? Sí y no, o como hubiera dicho el recordado expresidente venezolano Carlos Andrés Pérez, y también todo lo contrario. Me explico. En Estados Unidos, como en Francia, en Gran Bretaña, Alemania, Canadá e Israel, y otros países desarrollados, existe una burocracia profesional del Estado que permanece en sus puestos a pesar de los cambios de gobierno. Así que esa clase burocrática tiene sus intereses y busca mantener sus empleos y sus privilegios (pensión, seguro de salud, vacaciones pagadas, etc.).

Trump ha encontrado resistencia a sus “políticas” (a veces es difícil hacer la distinción entre sus políticas y sus caprichos) en ciertos sectores de esa burocracia, particularmente en el Departamento de Estado, en el Centro de Control de Enfermedades (CDC) e incluso entre los militares (el caso del capitán del portaaviones relevado de su cargo en plena pandemia sería un ejemplo de ello). Elementos de esa burocracia no quieren a Trump “four more years” (cuatro años más) en la Casa Blanca. ¿Eso quiere decir que actúan como un cuerpo coherente con un plan para derrotar a Trump? No necesariamente, o por lo menos, no hasta el punto de promover una violencia generalizada o una pandemia mundial para que Trump fracase como presidente. La violencia y la pandemia tienen otras explicaciones que no se pueden reducir a la conspiración de burócratas descontentos con el presidente.

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¿Y qué me dicen de Antifa, la red de organizaciones de ultraizquierda? ¿No actúan de la misma forma en que actuaron los anarcocomunistas en las calles de Barcelona o de Santiago de Chile, provocando destrucción y caos? ¿No es parte de un movimiento mundial que tiene como financistas y promotores al Foro de Sao Paulo, plataforma de la izquierda latinoamericana que se ha apoderado de Venezuela y que pretende desestabilizar a los Estados Unidos? No se puede descartar que Antifa reciba apoyo logístico y financiero de los gobiernos de Venezuela, de Cuba o incluso de Rusia. Lo que resulta más difícil de creer es que los militantes de Antifa trabajen de forma coordinada con los burócratas del servicio público de los Estados Unidos. Aunque algunos burócratas no quieran a Trump, tampoco quieren una desestabilización a gran escala del país que ponga en peligro sus empleos y sus privilegios contractuales. Antifa quiere destruir el sistema. Los burócratas del gobierno quieren mantenerlo.

Dinero y política

Ahora veamos el supuesto papel que juega George Soros en esta “gran conspiración”. Soros es un multimillonario judío de origen húngaro que sobrevivió al Holocausto, estudió en el Reino Unido, hizo muchísimo dinero especulando en la bolsa y en el mercado de divisas, vive en los Estados Unidos y ha declarado públicamente que quiere que Trump salga del poder en noviembre. Uno de los enemigos declarados de Soros es el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, populista de derecha, que lo ha acusado de querer desestabilizar su país financiando la llegada masiva de refugiados del Medios Oriente.

Soros cumple con varios de los requisitos típicos de las teorías de conspiración. Es un multimillonario judío, imagen usada por la propaganda nazi y comunista. Su organización Open Society Foundations financia proyectos en todo el mundo, incluyendo los antiguos países comunistas de Europa del Este, países en desarrollo en Latinoamérica, África y Asia, en el Medio Oriente (incluyendo en los territorios palestinos). Yo tuve la oportunidad de tener a varios estudiantes afganos becados por la Open Society Foundations en la Universidad de Ottawa en Canadá. Y es un liberal, en el sentido original del término, que asegura luchar contra toda forma de autoritarismo que vaya contra la democracia.

¿Forma parte Soros de un proyecto de gobierno mundial, de la llamada “conspiración globalista”?  No. Lo niego porque no creo que exista tal proyecto. Ese enunciado me recuerda a lo que el antisemita Henry Ford (sí, el fundador de la compañía de autos) denominaba el “judío internacional”. Una fantasía delirante que pretende explicar todos los males del mundo a partir de una simplificación al mismo tiempo infantil y muy peligrosa. Infantil, pues ve al mundo de una forma “totalizadora” y “totalitaria”, donde habría una causa única del mal (por ejemplo, los judíos, o los illuminati, según Dan Brown). Y peligrosa, porque propone que la solución es eliminar a ese “fuente” del mal. Ya sabemos qué es lo que ocurre con esa prescripción: el genocidio.

¿Qué valores defiende Trump?

También vale la pena discutir la supuesta defensa de los “valores de Occidente” que se le endilga a Donald Trump. ¿Cuáles serían esos valores? Por ejemplo, analicemos uno que es fundamental: la dignidad humana. ¿Trump ha dado prueba de defender este valor? Vale la pena recordar sus expresiones en 2005 (cuando todavía estaba frente al programa The Apprentice) sobre las mujeres (a las que, en propias palabras de Trump, las agarraba por la vagina – “pussy” –  y “puedes hacerles lo que quieras”) que fueron difundidas en la campaña en 2016. Y no olvidemos el reciente episodio en el que, como presidente, caminó de la Casa Blanca a la Iglesia Episcopal St. John en Washington para tomarse una foto con la Biblia en la mano, es un evento que algunos dirigentes cristianos han calificado como “blasfemo”. Trump atentó con ese acto de oportunismo político contra el principio de toda república de Occidente en la que existe la separación entre religión y Estado.

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¿Qué podemos concluir? Pues que no existe tal conspiración del deep state en alianza perfecta con la ultraizquierda y las cacareadas pretensiones globalistas de Soros (y otros, como Bill Gates, pero eso amerita otro artículo). Lo que sí existen son intereses políticos, ideológicos y económicos que quieren ver a Donald Trump fuera de la Casa Blanca. ¿Por qué? Por múltiples razones que no siempre coinciden en la forma y en el fondo. La burocracia gubernamental en los Estados Unidos quiere estabilidad. Los anarcocomunistas de Antifa quieren sembrar el caos para desestabilizar el sistema político y económico de los Estados Unidos, centro del capitalismo. Soros quiere usar su dinero para influir en la política y la economía. Pero eso no quiere decir que ha puesto en marcha un plan calculado para gobernar el mundo. Como tantos otros millonarios, se vale de su fortuna para lograr resultados políticos. Lo mismo que ha hecho Donald Trump, lo que lo califica como un plutócrata.

Isaac Nahón Serfaty

Isaac Nahón Serfaty

Doctor en Comunicación. Profesor en la Universidad de Ottawa, Canadá

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