El mundo poscovid: ¿China y un ascenso inevitable?

El mundo poscovid: ¿China y un ascenso inevitable?

El gigante asiático ha decidido acelerar su ascenso a la cima del poder global, desplegando para ello todas las estrategias que caracterizan a una gran potencia mundial.

Por: Andrés Riva Casas29 Abr, 2021
Lectura: 9 min.
El mundo poscovid: ¿China y un ascenso inevitable?
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

En los medios internacionales abundan, a diario, titulares sobre las diferentes facetas de la rivalidad que determina la relación entre Estados Unidos y China. Con la llegada del siglo XXI, el agotamiento de la hegemonía norteamericana —resultante del desplome del bloque soviético— se hacía evidente. Estados Unidos sufría una pérdida de poder en término relativos, puesto que otros actores, como la Unión Europea, Rusia y China principalmente, comenzaban a reclamarlo en el escenario internacional.

Sin embargo, y al mismo tiempo que la redistribución del poder global consolidaba un esquema de multipolaridad, los pilares de orden liberal internacional se mantenían inalterados. El orden mundial construido por Estados Unidos y sus aliados después de la Segunda Guerra Mundial gozaba de una extraordinaria salud. La globalización desplegaba todas sus virtudes, la apertura del comercio internacional llevaba prosperidad y bienestar a los rincones más recónditos y la democracia se expandía en un mundo que le era fértil.

En este contexto de multipolaridad liberal, el sistema de organismos multilaterales era funcional a los intereses de Estados Unidos y sus aliados en todo el mundo. La propia estructura de estos organismos había sido inspirada en los mecanismos formales de la democracia liberal y, tal vez más importante aún, su espíritu de funcionamiento rebozaba de valores liberales. El ingreso formal de China a la Organización Mundial de Comercio es un ejemplo paradigmático de un mundo en el que las reglas habían sido sólidamente establecidas y cuya validez no admitía discusión alguna.

La distribución de poder

Sin embargo, muchas cosas han cambiado desde aquel auspicioso comienzo de siglo. Estados Unidos sigue siendo la principal potencia económica y mundial, pero la distribución de poder en términos relativos ha operado en detrimento de su posición global.

En 2019, con un gasto militar de USD 732.000 millones, Estados Unidos siguió siendo el país con el mayor presupuesto militar del planeta. En ese mismo año, el gasto militar de China, el segundo mayor, se ubicó en USD 261.000 millones. Sin embargo, fue cuatro veces mayor que en 2006.

Al mismo tiempo, China se ha convertido en el principal socio comercial a nivel global, incluyendo a los países de la Unión Europea. A pesar de su visible desventaja en términos militares, China ha logrado una significativa ventaja en términos de innovación tecnológica. Especialmente en áreas sensibles como las tecnologías 5G y el desarrollo de tecnologías de vigilancia basada en inteligencia artificial.

No menos importante ha sido el lanzamiento en 2013 del Belt and Road Initiative (BRI), con el despliegue en gigantescos proyectos de infraestructura en países desarrollados y un desembolso estimado de USD 1,3 trillones para 2027. Con esta iniciativa, China no solo ha logrado fortalecer la infraestructura marítima de su expansión comercial y militar en el mundo, sino que además se ha posicionado como la fuente de financiamiento de estratégicos proyectos de infraestructura en Asia, África y América Latina. Esta iniciativa ha generado controversia por las consecuencias que la diplomacia de la deuda puede tener en los países beneficiarios. Pero aun cuando hay quienes niegan que esta estrategia de financiamiento sirva a fines neocoloniales, su mera existencia supone un extraordinario impulso para la influencia de China en el mundo.

El plano de las percepciones

En estas dos décadas transcurridas desde el comienzo del siglo XXI, los cambios también se han producido en los aspectos normativos y culturales que dan forma a las interacciones en el sistema internacional. El mundo ya no es un lugar próspero para la democracia: en 2020 se consolidó una tendencia de 15 años de declive sostenido de la democracia en el mundo, con apenas un 20% de la población mundial habitando en países democráticos. Y, en este contexto, el mundo ha sido testigo de un resurgimiento de los discursos nacionalistas y proteccionistas, algo que la pandemia del covid-19 no ha hecho más que agravar.

Es importante diferenciar aquí la brecha existente entre los discursos o narrativas y las transformaciones reales que como consecuencia de ellos se producen en el sistema internacional. Desde 2016, cuando Reino Unido votó a favor de su salida de la Unión Europea y Donald Trump se convirtió en el presidente de Estados Unidos, el orden liberal internacional se ha sumido en una crisis de identidad. Esto por dos razones que vale destacar.

En primer lugar, la mayor potencia global, aquella creadora de su propio orden, renegaba abiertamente de sus valores constitutivos. Con Trump al poder, Estados Unidos se convirtió en un enemigo del multilateralismo, enviando a sus aliados en el mundo un mensaje muy claro: que ya no estaba dispuesto a cargar con la responsabilidad y el costo de sostener un orden mundial en el que no creía.

Segundo, la crisis de integración que golpeó a Europa tras el brexit sumó escenas al relato de un declive del orden liberal. Después de años de expansión, la mayor experiencia de integración comercial, política y económica sufría un marcado retroceso. El mundo ya no era un escenario de prosperidad para la democracia, la globalización y el multilateralismo.

Pero si bien el relato puede ser más dramático que sus consecuencias reales, algunos eventos lo respaldan. Basta recordar para ello la anexión de Crimea por Rusia en 2014 ante la mirada impotente de la OTAN o la sujeción de Hong Kong por China en 2019, que en un escenario de disputa de poder entre grandes potencias permiten fijar nuevos límites al accionar de las desafiantes. Hoy, se preguntan cuánto tiempo podrá Taiwán mantenerse fuera de los límites del poder chino.

Por estos motivos, no es extraño que en 2020 las percepciones negativas de China en Occidente hayan alcanzado los niveles más elevados. Su ascenso produce temor pero. al mismo tiempo, su creciente influencia resulta inevitable.

El mundo pos-covid

La pandemia del covid-19 encontró al orden liberal internacional en un momento de profunda crisis. Un momento en el que Estados Unidos, la principal potencia, había decidido reducir su influencia en un proceso de ensimismamiento indigno de su posición global. Un momento en que China encadenaba sucesivas fases de su proceso de expansión en el mundo.

La llegada de Biden al poder ha supuesto un cambio en la tendencia antes mencionada. El cambio de signo de la política exterior norteamericana promete volver a llenar de oxígeno los pulmones del liberalismo, el multilateralismo y la globalización. Aunque ver esas promesas materializadas en cambios sustantivos requerirá de algo más que discursos y expresiones de voluntad.

Es probable que en el mundo pos-covid sea relativamente difícil para Estados Unidos recuperar el terreno perdido con China en Asia y con Rusia en Europa del Este. No obstante, las potencias autoritarias tienen en el plano de la cultura y los valores una barrera gigantesca para penetrar con mayor fuerza en el mundo occidental. Este es hoy el mayor activo que poseen Estados Unidos y Europa respecto al conjunto de Estados democráticos del planeta: un activo cultural.

Pero, una vez más, China ha dado muestras de un liderazgo mundial que ponen en aprietos a Estados Unidos y a Europa. Una de ellas es su eficacia en la gestión de la pandemia que, aunque manejada con total falta de transparencia, ha mostrado las bondades de este nuevo autoritarismo basado más en la tecnología que en el uso de la coerción física. Aunque más significativo aún es el rol de China en el desarrollo, la producción y la distribución global de vacunas contra el covid-19. China no solo se ha consolidado como el principal productor de dosis, sino que, además, es el mayor exportador neto de vacunas a nivel global, con gran parte de su producción destinada a países en desarrollo.

Es difícil aventurar un análisis consistente sobre qué nuevas tendencias se desprenderán en el sistema internacional tras la pandemia del covid-19. Sin embargo, sí es posible advertir la profundización de algunas tendencias preexistentes y que hemos intentado repasar en este artículo.

En primer lugar, es evidente que el sistema multilateral ha salido perjudicado. La pandemia ha recrudecido el nacionalismo, la Organización Mundial de la Salud ha mostrado enormes falencias y el mecanismo COVAX para una distribución equitativa de las vacunas se transformó en el fiasco más reciente de la cooperación global.

En segundo lugar, China ha aprovechado la diplomacia de las vacunas para fortalecer su imagen como una potencia global confiable ante muchos países que, sin el apoyo de Estados Unidos o Europa, se vieron forzados recostarse en la cooperación de la mayor potencia autoritaria del planeta. Más aun, China ha sido la única garantía para el acceso a vacunas confiables para la mayoría de los países pobres.

En tercer lugar, el avance de China sobre el sistema multilateral será una de las principales tendencias a observar en los próximos años. Es esperable que Estados Unidos, tras la llegada de Biden, retome la defensa de las instituciones liberales en el sistema internacional. Sin embargo, el ascenso de China no depende de la voluntad de Estados Unidos y sus aliados, por lo que su creciente influencia tendrá, más temprano que tarde, un correlato claro respecto a la estructuración de la institucionalidad que da forma al sistema internacional.

En cuarto lugar, y a medida que China consolide su crecimiento militar, la tensión entre las grandes potencias será cada vez difícil de gestionar. Esto nos enfrenta a lo que Graham Allison definió como una trampa de Tucídides y que puede resumirse en la siguiente pregunta: ¿qué tan pronto el desafío chino al poder norteamericano se traducirá en un enfrentamiento militar a gran escala entre ambas potencias?

Artículo reproducido con la amable autorización de CESCOS. Publicación original.

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Andrés Riva Casas

Andrés Riva Casas

Director de Relaciones Internacionales y Cooperación en @ANEP_Uruguay. Docente en @UniversidadORT. Senior Fellow en @CenterCescos. Politics and Policy en @DeakinArtsEd #MLADI

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