Esperadas y necesarias, las memorias de Angela Merkel ofrecen la mirada de quien se convirtió en la primera mujer canciller de Alemania y la persona que más tiempo ha durado en esa posición. Durante dieciséis años Merkel fue un apellido constante en la noticia política mundial. A veces la prensa la llamaba “la mujer más poderosa del mundo”, otras veces se referían a ella como una líder parca y de bajo perfil. Con el lanzamiento de Libertad (RBA, 2024), Angela Merkel rompe el silencio desde su separación del cargo y rinde testimonio de su vida en la extinta República Democrática Alemana, su ingreso a la política, la militancia en la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y los días como jefa de gobierno.

Historia menuda
Las memorias de Merkel combinan el repaso histórico y las vivencias de la política local con la decidida preocupación por el estado del mundo y el papel de Alemania en el concierto global. De pronto te cuenta sobre el repetido menú de cerdo y repollo advertido por un sindicado en una reunión sobre salarios en su despacho, y luego habla sobre las intrincadas dinámicas dentro del G7, la Unión Europea y el cómo manejarse ante otras potencias del mundo.
Uno de los aspectos más interesantes de la obra es el relato sobre su vida hasta los 35 años en el Este alemán, un país controlado por la Unión Soviética. “Si alguien del Servicio de Seguridad del Estado te propone que colabores, simplemente contesta que eres incapaz de guardar un secreto”, le dijeron sus padres para protegerla de aquel entorno gris donde todos los ciudadanos eran sospechosos y en consecuencia todos debían ser vigilados (p. 51). “El Estado no perdonaba y golpeaba sin piedad. El verdadero arte de vivir radicaba en averiguar exactamente dónde estaban esos límites” (p. 64). Y lo que representó la reunificación en 1989, cuando el Muro cayó, el Estado socialista se hizo polvo y quedó un “vacío extraordinario” para quienes habían crecido con los valores de un sistema autoritario y no conocían otra cosa (p. 231).
Apego a la agenda
La redacción es solemne y clara, no por eso deja de ser en momentos aburrida y tal vez sobreabundante en detalles de protocolo que poco aportan al lector en cuanto a la sustancia de la acción de gobierno. Pero es una canciller alemana, de tal forma que los aspectos de forma y el rigor de los datos son parte de la esencia de su testimonio.
Fechas, eventos, lugares, horas y citas al calendario de la época. El registro de la agenda no solo se hizo para buscar certeza en los detalles que brindan al lector una reconstrucción de los días en la cancillería alemana. También se convirtió en el tono parco que Merkel quiso dejar como recuerdo: el método y la sobriedad por encima de todo.
Da la sensación de una vocación genuina por la diplomacia y el multilateralismo. O, al menos, por la obligación de actuar a partir de los consensos, en Europa y en el mundo. No así con otras posiciones antagonistas, como su rechazo a las practicas del extremismo de ultraderecha, o los rezagos del populismo y las nuevas dictaduras.
La lectura de Libertad subraya—no sin nostalgia por la deriva de la integración internacional y el poco efecto de los organismos multilaterales de hoy— que es posible apostar por un liderazgo que confíe en una supranacionalidad viva y vinculante. Algunas de las reflexiones que deja Merkel sobre el ejercicio de la política son parte de las urgencias del mundo de hoy: “¿Puede gustarle a alguien la política sin considerar al oponente un enemigo? Estaba profundamente convencida de que sí” (p. 367).

Alemania y el mundo
Algunos eventos históricos que marcaron la presidencia de Angela Merkel y en los que puso atención durante la redacción de su libro: invasión a Irak, crisis económica de 2008, cumbre del G20 en Sochi, conflicto entre Rusia y Ucrania, crisis de refugiados sirios, desmovilización de las tropas en Afganistán, rescate económico a Grecia.
Abundar en las menciones a los líderes del mundo con los que busca ajustar cuentas en cuanto a episodios tensos como su relación Vladimir Putin o Donald Trump queda para los analistas interesados en las controversias. Por su apego a los detalles, Merkel da cuenta del tipo de vínculo que tenía con algunos líderes mundiales, sin embargo, como en casi todas las cosas, primaba el formalismo y el trato de señor o señora según fuera el caso. Países que tuvieron la mayor atención: Rusia, China, Estados Unidos y Francia, en ese orden de prioridad y de espacio. El resto del mundo aportó apenas pinceladas en sus diagnósticos sobre los temas prioritarios para Alemania.
Entre los consejos útiles para el ejercicio de la política recuerda la importancia de que el líder se mantenga conectado con la sociedad. “Me llevaban de un lado a otro en un vehículo blindado, estaba continuamente custodiada por guardaespaldas, encorsetada por una apretadísima agenda y colmada de peticiones y halagos, por lo que tuve que tomar precauciones para tener los pies en el suelo, no perderme acontecimientos, no limitarme siempre a hablar, sino también escuchar y de paso aprender” (p. 405). Y la necesidad de la moderación: “la base y el requisito para el éxito de los partidos democráticos es medida y centro” (p. 757).
Ficha de Libertad:
Editorial: RBA Libros
ISBN: 9788491872849
Nº de páginas: 816
Publicación: 26/11/2024