Política partidaria en la era digital

Política partidaria en la era digital

A mediados de enero de 2021, la CDU fue el primero de los partidos alemanes mayoritarios en celebrar su congreso partidista de

Por: Carsten Ovens, Ellen Demuth5 Nov, 2022
Lectura: 15 min.
Política partidaria en la era digital
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

A mediados de enero de 2021, la CDU fue el primero de los partidos alemanes mayoritarios en celebrar su congreso partidista de forma completamente digital. En el centro de este se hallaban decisiones acerca de nombramientos fundamentales: la lección de un nuevo presidente y del Comité Ejecutivo Federal.

Llevar a cabo discusiones programáticas a través de plataformas virtuales es un desafío que los partidos políticos han tenido que enfrentar desde el inicio de la pandemia, hace poco más de un año. Un congreso partidario plantea, con todo, exigencias adicionales. Los delegados e invitados se encuentran dispersos a lo largo de todo el país y, en algunos casos, más allá. Aparte de una transmisión en vivo estable, con discusiones en tiempo real a través de grupos de chat, las votaciones y elecciones correspondientes deben funcionar sin fallas. En tal sentido, una segunda pantalla en Twitter y en otras redes sociales juega un papel importante y debió ser integrada, por órdenes de la dirección, dentro del congreso.

En términos tecnológicos, la CDU se desplegó a lo largo de tres sistemas: el sitio web cdu.de para la transmisión en vivo, una sala plenaria digital para las votaciones e intervenciones particulares, así como la plataforma de e-voting Polyas como sistema de votación. Todo ello permaneció accesible, de forma paralela, en diferentes servidores, a la vez que la infraestructura directiva montada en un estudio fue diseñada para funcionar repetidamente. Esto sirvió para protegerse contra posibles ataques cibernéticos y fallas técnicas del sistema. Unas medidas de prevención que resultaron muy efectivas. A pesar de los vehementes ataques cibernéticos, en ningún momento hubo dificultades técnicas durante el congreso.

No solo las jornadas del congreso, sino también el trabajo partidario por completo tuvieron que adaptarse a la nueva realidad del año pasado. Los grupos de trabajo, las discusiones de expertos, la recaudación de fondos, los cursos de formación y los seminarios, así como el trabajo cotidiano de las diversas asociaciones locales ya no podían desarrollarse como de costumbre. El nuevo trabajo político digital acarrea demandas adicionales para la pericia y disposición de todos los involucrados, por un lado, y para el equipamiento técnico requerido, por otro.

Esto es cierto tanto para el trabajo interno del partido como en lo relativo a la comunicación política hacia el exterior. Las redes sociales digitales han ganado importancia durante la pandemia del coronavirus: para interactuar con los propios afiliados y para dirigirse directamente a las y los votantes potenciales. A menudo, se trata de dominar un acto de malabarismo: el electorado potencial suele ser más amplio y diverso que la base del propio partido. A ello añádasele que la cultura del debate digital a menudo difiere del diálogo personal cara a cara. Si las discusiones internas del partido se trasladan a las redes sociales, debe procurarse que ocasionalmente ásperas controversias no sean interpretadas como peleas irreconciliables y así utilizadas por los adversarios en la batalla política.

Esta problemática muestra que los partidos hacen bien en poner a disposición herramientas que faciliten la votación interna y los debates, no solo durante las jornadas del congreso, sino también para el trabajo cotidiano del partido. La accesibilidad es, pues, de suma importancia para incrementar la aceptación de estas herramientas tecnológicas entre los afiliados. La edad promedio de los miembros de la CDU es de 61 años. Muchos de ellos tienen conocimientos técnicos y una experiencia en redes sociales más bien limitados. La introducción de nuevos sistemas puede ser necesaria, pero también debe considerarse con sumo cuidado. No importa qué tan buena sea una herramienta, al final fallará si no se la usa con regularidad. Y cualquier debate posterior sería aún más complicado si en cualquier momento del proceso se introdujera una herramienta nueva.

Los años de escepticismo frente a los formatos virtuales o híbridos han dado paso a una conclusión pragmática que será permanente. Las libertades que trae consigo la posibilidad de actuar de forma descentralizada, a través de las nuevas tecnologías, abre nuevas oportunidades para el trabajo político. El diputado federal y secretario general de la CDU, Paul Ziemiak, observa incluso que la situación actual es un impulso para la digitalización del partido. Por ejemplo, aquellos políticos convocados podrían responder en el mismo día preguntas en grupos y asociaciones locales distantes y sin un gran esfuerzo logístico. Los miembros de los grupos de trabajo no tendrían que viajar largas distancias para asistir a una reunión, pues podrían unirse desde la comodidad de su casa. Los resultados de la votación estarían disponibles de inmediato. Los campamentos y talleres de reflexión virtuales podrían, utilizando moderadores profesionales y agendas estrictas, reemplazar las largas reuniones y conferencias. El trabajo partidista se volvería más eficiente, pero no menos sustancial, puesto que las conferencias en línea, en particular, permitirían que miembros con áreas de interés y especializaciones temáticas diferentes se reuniesen sin complicaciones. Estas nuevas oportunidades de participación hacen que la pertenencia a la CDU sea mucho más interesante.

Los eventos partidistas ganan, a su vez, en atractivo, pues junto a las discusiones oficiales también puede tener lugar un intercambio informal entre funcionarios y afiliados o, incluso, entre los mismos afiliados. Con un poco de creatividad, esto también puede transferirse a la red: en eventos paralelos en Zoom, en sesiones de Clubhouse o en grupos de WhatsApp, las discusiones pueden continuar en paralelo a las que tienen lugar en la sala de conferencias. En el futuro, las nuevas tecnologías seguirán cambiando nuestros hábitos. Lo que era casi impensable hace un año, hoy es normal. Ahora es difícil imaginar lo que las aplicaciones de realidad virtual, por ejemplo, harán posible dentro de unos años. Los partidos políticos deben estar siempre a la vanguardia de los desarrollos tecnológicos y ponerlos a prueba, en una etapa bien temprana, dentro de su comunicación y trabajo partidista.

Cómo la pandemia está cambiando la campaña electoral

Desde el comienzo de la pandemia del coronavirus, el trabajo partidista, así como las campañas electorales, han cambiado significativamente. Los partidos políticos, la planificación de campañas y las y los activistas electorales enfrentan nuevos y desconocidos desafíos. Desde noviembre de 2020, Alemania ha estado sometida a un confinamiento cada vez más severo. Las estrictas restricciones en torno a las reuniones y salidas en público, el trabajo remoto y el homeschooling, así como las regulaciones integrales de higiene y distanciamiento, hacen que la interacción social habitual sea imposible. De un año a la fecha ha sido imposible prever cómo se desarrollará la situación de la pandemia.

En tal contexto, completamente inédito también para los partidos, en marzo de 2021 se celebraron dos elecciones regionales paralelas en los estados federados de Baden-Württemberg y Renania-Palatinado. En general, las y los candidatos se ganan la aprobación y el voto a través de la confianza personal. Esta regla básica no ha cambiado en tiempos de coronavirus. En campañas electorales pasadas, esta confianza se alimentó de encuentros, contactos directos y conversaciones personales. Las visitas a domicilio, los puestos de información frente a los supermercados, las estaciones de tren y las panaderías siempre han sido puntos de encuentro populares para intercambiar ideas con los ciudadanos. Las apariciones en festivales locales, celebraciones y eventos deportivos también sirvieron como puntos de contacto importantes.

Por consiguiente, la pregunta clave era ¿cómo pueden los partidos y sus candidatos competir por la confianza de los votantes en un contexto completamente diferente?

Como respuesta a esta pregunta, la CDU estableció las campañas electorales estatales de Renania Palatinado y Baden-Württemberg sobre la base de una combinación de campañas digitales y analógicas probadas. En tiempos de distanciamiento pandémico, los elementos publicitarios táctiles demostraron ser particularmente relevantes. Los votantes reaccionaron de forma positiva a carteles, anuncios y volantes. Hoy como ayer, los grandes carteles en las carreteras, los anuncios en los periódicos y los folletos en los buzones generan visibilidad y una base sólida de atención. Todos estos elementos fueron parte integral de las campañas.

La pregunta clave es ¿cómo pueden los partidos y sus candidatos competir por la confianza de los votantes en un contexto completamente diferente?

Otro desafío consistió en la movilización selectiva de grupos de votantes afines a la CDU. En este caso, la planificación de la campaña se centró en el uso de datos potenciales, digitales y analógicos. Las y los votantes primerizos podían ser convocados a través de la segmentación selectiva en Instagram y Facebook. Sin embargo, una gran parte del electorado de la CDU abreva de aquellos entre los sesenta años y más. Estos votantes son menos afines a las redes sociales. No obstante, para alcanzar a dicho grupo de personas las campañas se basaron en direcciones específicas comprobadas para el envío de correspondencia directa.

Junto con las herramientas convencionales, la campaña electoral en línea jugó un papel decisivo, en especial, en lo referente a la interacción directa con los votantes. Los eventos en línea y las videoconferencias permitieron crear nuevos espacios de reunión. Formatos como Facebook Live, YouTube Live e Instagram Live ofrecieron nuevos espacios sociales para entrar en un intercambio directo y generar confianza. La disponibilidad para la consulta ciudadana en línea trasmitió proximidad. Las y los candidatos se anunciaron a sí mismos y dieron voz a sus objetivos a través de stories y videos diarios. En todo momento, lo central era dar la apariencia más auténtica posible.

Para lograr el máximo alcance fue necesario desarrollar a tiempo las capacidades tecnológicas requeridas. Debieron establecerse y perfilarse los canales asociados a la CDU. Durante cursos de formación en grupos virtuales o en tutoriales, se animó a los miembros de la CDU a crearse perfiles propios en las redes sociales. En la sede del partido se instalaron estudios de televisión. En parte, este desarrollo fue consecuencia del trabajo partidista antes descrito; en parte, las campañas electorales aceleraron cambios pendientes.

La sociedad digital necesita un Estado ágil.

Las redes sociales fueron eficientes para organizar a los miembros del partido y su base de apoyo. Para lograr una integración eficiente de los canales se requirió una gestión coordinada de community management. Esto permitió darle la mayor distribución posible al contenido elaborado por el partido. De igual forma, el contenido creado por los propios miembros le dio un alcance adicional. Los grupos en WhatsApp y Telegram demostraron ser muy útiles para coordinar las actividades de las campañas individuales. Para que la campaña electoral en línea funcionase correctamente fue fundamental generar capacidades y conocimientos a tiempo y con ayuda profesional. Eso significó involucrar en una etapa temprana a tantos afiliados como fue posible, capacitarlos y apoyarlos digitalmente, e integrarlos a una red digital.

Hoy ya esperamos con expectativa el final del verano. Las próximas elecciones generales en Alemania se llevarán a cabo el 27 de septiembre. Sesenta millones de votantes registrados elegirán un nuevo parlamento nacional. El objetivo de la Unión Demócrata Cristiana es volver a ser el partido más fuerte y elegir al nuevo canciller federal. Con toda probabilidad, esta campaña electoral también se llevará a cabo en condiciones restrictivas pospandemia. La gestión del primer congreso digital del partido y los hallazgos de las primeras campañas electorales durante el coronavirus fueron un ejercicio trascendental.

El programa necesita una actualización

Además de la transformación del trabajo partidista dentro y fuera de las campañas electorales, los programas de los partidos también requieren actualizaciones periódicas. Precisamente, en esta vertiginosa era digital, las políticas conservadoras deben mantener un balance entre preservación e innovación. Esto vale para las elecciones generales y más allá de estas.

La sociedad digital necesita un Estado ágil. Entretanto, numerosas empresas emergentes de GovTech ofrecen soluciones acordes al desafío. Pero a la administración a menudo le cuesta encarar procesos de adquisición. Es mejor ir a lo seguro, tratar de evitar errores contables y, en lo posible, un software defectuoso. Aun así, es necesario que las autoridades den entrada a más innovaciones, tanto para su uso interno como para el contacto directo con los ciudadanos. La política debe marcar el rumbo. El enfoque puede ser de tecnología OpenX. Los estándares y las interfaces abiertos, posiblemente incluso el software de código abierto, generan un nuevo espacio para las innovaciones. A menudo, los pequeños pasos logran más que un paso de grandes dimensiones y meditado por mucho tiempo, pues al final este se malogra por falta de aceptación.

En el ámbito de la educación existen también distintas escalas de control para la digitalización. Las preguntas centrales son cómo aprendemos y qué aprendemos. Cuando pensamos en el cómo, vemos que la pandemia empujó al agua a muchos padres, maestros y estudiantes. Allí donde las escuelas ya contaban con conceptos digitales funcionales antes del coronavirus, estos se pudieron escalar con rapidez. Para otros, se trató, al menos de forma parcial, de los pasos iniciales para incluir la tecnología digital en la didáctica. En Alemania, la educación es un asunto de los estados federados. Este federalismo ha probado su eficacia en distintos niveles. Sin embargo, no demostró ser el sistema ideal para realizar cambios necesarios, en parte disruptivos. En tal sentido, cobran mayor importancia los amplios programas de financiación del gobierno federal que apoyan la adquisición de la infraestructura necesaria, la formación de maestros y la adaptación de los materiales de aprendizaje. Además de la infraestructura y la didáctica, el contenido curricular de las escuelas también debe actualizarse. Una sociedad digital necesita otra clase de trabajadores cualificados. Ante esta realidad, las escuelas y universidades aún no se han adaptado suficientemente. Si queremos formar una generación de desarrolladores, en vez de una de usuarios, es imperativo que cambiemos nuestra formación.

Asimismo, necesitamos ponernos al día, con urgencia, en términos de infraestructura digital. Durante demasiado tiempo se han descuidado las tecnologías modernas de banda ancha. Sin duda, existen enfoques interesantes como, por ejemplo, el tendido de cables de fibra óptica a lo largo de las líneas ferroviarias. De esta forma, en un periodo corto de tiempo, miles de kilómetros de cable podrían llegar a todos los rincones del país. La ayuda también puede venir del espacio. Los satélites geoestacionarios modernos y los sistemas de cohetes cada vez más económicos permitirían equipar regiones y hogares desatendidos con conexiones rápidas a Internet. No deberíamos dejar el desarrollo y la introducción de las tecnologías requeridas solamente en manos de los Estados Unidos o, incluso, de los proveedores chinos.

Desde hace algún tiempo, en Alemania y Europa se ha estado hablando de soberanía, en particular, con miras a la transformación digital. La pandemia está dejándonos claro, con una rotundidad previamente desconocida, lo lejos que estamos de una soberanía europea referente a los datos. Casi todas las plataformas comunitarias de video y mensajería provienen de Estados Unidos. La complejidad de las aplicaciones no es siquiera aquí el problema decisivo. Más bien, el trasfondo son los conocidos obstáculos al crecimiento que enfrentan las empresas tecnológicas europeas, así como los mercados no regulados de Estados Unidos y China. Estas condiciones distorsionan la competencia.

Al mismo tiempo, el término soberanía digital no debe convertirse en el juguete de ambiciones políticas, personales o nacionales. Se requiere de la cooperación multilateral. GAIA-X es, en tal sentido, una idea sumamente prometedora. El proyecto franco-alemán tiene como objetivo garantizar el establecimiento de una infraestructura de datos competitiva, segura y confiable para Europa.

De igual importancia es que los políticos se comprometan, con mayor energía, a apoyar a las startups locales en su fase de crecimiento, creando un entorno apropiado para su rápida expansión. Ámbitos futuros como el blockchain, la inteligencia artificial, la robótica y las computadoras cuánticas deben reflejarse en el trabajo programático, deben ser entendidos como elementos capaces de otorgar ventajas industriales y de emplazamiento, y deben desarrollarse de manera focalizada.

Con el fin de fortalecer el desarrollo de productos e ir escalando los emplazamientos tecnológicos, se deben crear espacios de experimentación específicos para las startups, en los que estas puedan desarrollarse bajo condiciones regulatorias simplificadas. Además del nuevo fondo para el futuro del Gobierno federal, se debe invertir más capital de riesgo privado y se requieren nuevas formas de participación de los empleados en el crecimiento de las empresas emergentes.

No deberíamos dejar el desarrollo y la introducción de las tecnologías requeridas solamente en manos de los Estados Unidos o, incluso, de los proveedores chinos.

En el transcurso de la legislatura, el Gobierno federal en funciones creó una serie de comités y cargos para promover la digitalización. Se trató de una decisión correcta y útil a distintos niveles. Pero se necesita más, e incluso un ministerio digital, sobre el que se ha debatido largamente, podría quedarse corto. Por el contrario, necesitamos un enfoque holístico que incluya los grandes campos de la tecnología orientados al futuro, como escriben Dorothee Bär (miembro del Parlamento federal y secretaria de Estado para la Digitalización dentro de la Cancillería) y el Prof. Dr. Jörg Müller-Lietzkow (codirector del think tank cnetz, cercano a la CDU), en un artículo de colaboración para el diario Frankfurter Allgemeine. El Ministerio para el Futuro debería ser hogar para la tecnología más avanzada. Un lugar donde los pensadores de vanguardia más innovadores hagan frente a los cambios sociales, científicos y económicos, y posibiliten y creen las tecnologías futuras, antes de que los ministerios especializados establecidos se ocupen de las implementaciones concretas. Desde aquí nacerían los campos de prueba, los laboratorios reales y los proyectos piloto. La Innovation Authority de Israel puede servir de ejemplo.

Al Gobierno federal le aguardan grandes tareas. Es muy probable que la pandemia del coronavirus y sus consecuencias nos mantengan ocupados durante los próximos años. Por ello, la actualización integral programática y una adopción e integración de las posibilidades digitales son de importancia capital. Los políticos deben hacer frente a estos desafíos con resolución.

Carsten Ovens

Carsten Ovens

Director ejecutivo de la European Leadership Network (ELNET) en Alemania, una organización que fomenta el intercambio entre Israel e Europa. Fue miembro del Parlamento estatal de Hamburgo. Estudió economía en Hamburgo y Sídney, y luego trabajó durante más de diez años como director de proyectos en las áreas de desarrollo empresarial, consultoría de gestión e investigación científica.

Ellen Demuth

Ellen Demuth

Miembro del Parlamento del estado federado de Renania-Palatinado. Allí trabaja, entre otras cosas, en el Comité de Medios, Infraestructura Digital y Política de Redes. Es miembro del Consejo de Expertos Digitales de la cdu.

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