Recordemos que la sostenibilidad de una democracia se logra con una ciudadanía informada. Si un ciudadano no comprende un tema, no podrá decir ni hacer nada. Es por eso que política pop nos da la oportunidad de enseñar y no imponer, peor suponer.
Hay dos formas que reinan al momento de reconocer a quienes se interesan en política: los que discuten con los mismos de siempre y los que actúan para, generalmente, buscar el ángulo que saque la fotografía perfecta y así autovalidarse. Existen, claro, aquellos que buscan la forma de comunicación y acción más efectiva para construir avances en comunidad. Pero en ellos no está inspirado este artículo. Tampoco en los figureti, como se reconocen en Ecuador a los que solo les importan los pobres en tanto y en cuanto sus likes en Instagram aumenten. No. Hoy nos enfocaremos en lo que hace el primer grupo. Esa gente a la que, a pesar de sus buenas intenciones, les cuesta abrir los ojos, reventar su burbuja y llevar sus ideas y aportes a sectores que poca oportunidad tienen de escuchar, aprender e identificarse. Hablaremos de la política pop como fuente de inspiración para dejar de hablar entre nosotros, especialmente en tiempos en que las redes son nuestro más especial y fuerte complemento.
¿A qué nos referimos cuando mencionamos política pop? Si pensaste en la política del chisme, tarimas, bailes y cerveza, por ahí no es.
En 2009, Gianpietro Mazzoleni, profesor de la Universidad de Milán, pensó en lo distante que puede ser la comunicación entre los políticos, la actividad política y la población. Fue así que buscó construir un término que reflejara la adaptación del lenguaje político al lenguaje mediático, consumido mayoritariamente por nosotros. La política, en este caso, no podía aislarse de lo que como ciudadanos vemos y escuchamos a diario. De tal forma, la política pop —en términos prácticos, política popular— aparece cuando las ideas, personas o los eventos, que antes se alejaban de la vida cotidiana, se convierten en personajes o mensajes más cercanos a lo que sentimos y nos rodeamos. Es una nueva forma de hacer y comunicar política para todos y todas. Aunque no tan nueva, porque la política popular ha estado más cerca de nosotros de lo que pensábamos.
Si bien este término se utiliza más entre estrategas de la comunicación política, principalmente en tiempos de campaña, su análisis nada tiene que ver con las próximas elecciones y el accionar de candidatos. Aprovecho esta oportunidad para decirles que la política pop puede y debe trasladarse a demás espacios de discusión, que toman forma con mayor fuerza en redes sociales. La representación del quehacer político tiene que ser transmitido con un lenguaje sencillo, sin formalismos, de forma que todos quienes se interesen (o no) tengan la oportunidad de conocer qué sucede a su alrededor. Recordemos que la sostenibilidad de una democracia se logra con una ciudadanía informada. Si un ciudadano no comprende un tema, no podrá decir ni hacer nada. Por eso, política pop nos da la oportunidad de enseñar y no imponer, peor suponer.
Reconozco que no es tan fácil. A los alarmistas y amantes de la comunidad digital se los escucha mucho hablar de la polarización en la conversación pública. Y no se equivocan tanto. Sabemos que mientras podamos escoger a quién seguir y a quién silenciar, difícilmente haremos que una idea trascienda. Pero no decaigamos. Las ideas bien comunicadas, transparentes y con las intenciones correctas sabrán llegar a más perfiles. Utilicemos la política pop como herramienta para compartir información que muchos podrán buscar y, especialmente, entender. Si eres de los que ama crear o liderar conversaciones en redes con el fin de hacer política, recuerda: si no te entienden, fallaste. Hay que dirigirse a la mente de las personas y no a su corazón.
Nuestros perfiles y escritos son muy bonitos cuando los adornamos de palabras formales y complejas. Bonito también es cuando nos responde un actor político reconocido, que generalmente maneja la opinión pública. Pero hablemos en serio: ¿a quién más estamos llegando? Si al preguntarte esto pensaste en las mismas siete personas que diariamente llenan tu buzón de notificaciones, estás en problemas. Tener en tus manos la capacidad de llevar una conversación a una comunidad virtual o física no es un cargo que se gana fácilmente, úsalo de forma responsable y con miras a crear más conocimiento y autorreflexión. La vida pública y política no puede reducirse a las inclinaciones de opinólogos, periodistas de élite y analistas que solo comparten información con cuatro aficionados. Claro que tienen el derecho, se lo han ganado. Pero la vida pública debe incorporar también a esas otras personas que asimismo usan redes y que, al contrario de nosotros, no les ha llegado la información de manera tan clara. No dependió de ellos.
Lo sé. Este artículo no es tan pop que digamos. Pero mi objetivo es que quien solo conversa con los mismos de siempre, sepa que hay más personas que esperan y necesitan escuchar. Esta es la oportunidad que hará que más personas entiendan y se involucren en política.