La ola de migrantes latinoamericanos experimentada desde 2014 en adelante ha puesto a prueba a los gobiernos. Distintas estrategias se pusieron en marcha, algunas con resultados magros. A raíz de la crisis poselectoral en Venezuela y la continua migración desde Cuba, Nicaragua, Haití, República Dominicana y Colombia, son muchos los indicios para preocuparse por el tema migratorio.
Ronal Rodríguez es profesor e investigador de la Universidad del Rosario en Colombia, desde donde trabaja en el Observatorio para Venezuela. De acuerdo a su mirada, no hay duda de que la región vive un aumento de la movilidad de migrantes. Sin embargo, tampoco hay duda de que falta capacidad para gestionar la crisis desde el Estado.
Nueva ola migratoria
¿Estamos en puertas de una nueva ola migratoria en América Latina?
—Hay un movimiento migratorio importante, un auge. Colombia, que siempre ha tenido tradición expulsoria, continúa con esta. No se hablaba mucho de ella por todo el tema del arribo de población venezolana. Pero las cifras de Panamá, de población colombiana que sale, muestran que Colombia es el tercer país que expulsa más gente por el Darién. Las otras nacionalidades son venezolana y haitiana. Colombia en algunos meses llega a repuntar incluso por encima de la ecuatoriana, y se debe fundamentalmente a que muchos ciudadanos sienten que no hay estabilidad en su país.
A esto hay que sumar la falta de coordinación por parte de los Estados. No hay en este momento un liderazgo regional manejando el tema migratorio. Cada país está administrando el tema migratorio. Perú y Ecuador están cambiando las reglas migratorias. Y en Colombia, que es el país que tiene la mejor legislación migratoria y que ha sido más proclive a la recepción migratoria, estamos encontrando en el último ciclo que no hay avance en el tema.
En la región ha faltado coordinación en esa materia. En algunos momentos lo hemos logrado. La migración venezolana había permitido ciertos niveles de sincronía con el mecanismo de Quito. Ese ejercicio ya hoy no existe, ya hoy no hay diálogo. Muchos países tienen relaciones muy tensas, Colombia tiene relaciones tensas con Perú; Venezuela tiene relaciones tensas con todos los países e incluso expulsó a los cuerpos diplomáticos y no hay presencia consular de varios de ellos.
Hay una una lógica de desplazamiento de diferentes países en diferentes direcciones y no hay coordinación por parte de los gobiernos.
Gestión
¿Qué medidas están tomando los gobiernos de la región frente a la migración?
—Las medidas que están tomando los gobiernos se podrían catalogar en dos grandes bloques: primero, las de contención como las de Panamá y Chile. Por el otro lado, están las de no abordar el tema. Simplemente se deja el asunto ahí, como ocurre con Colombia, que era quizá el único país que tenía una distinción en querer hacer política propositiva.
Hoy el tema está adormilado y no hay articulación por parte de la institucionalidad. De hecho, a nosotros nos ha cuestionado los últimos datos que ha publicado migración Colombia, porque ellos hablan de una disminución de la migración. Son cifras con las que buscan argumentar que la política migratoria no es tan importante cuando, por el contrario, las cifras y los datos de la gente que está en las zonas de flujo migratorio dicen todo lo contrario. Las organizaciones de la sociedad civil están ya viendo flujos migratorios.
El papel de los gobiernos
¿Están preparados los gobiernos de la región para gestionar un nuevo movimiento masivo de migrantes?
—No. Básicamente porque también el tema migratorio tiene un costo político. Es el caso de Bogotá, por ejemplo. Durante la crisis política en Venezuela
¿Se puede decir que ya inició la nueva ola migratoria de venezolanos saliendo como en años anteriores en las carreteras?
—Ya hay una primera salida de población que sale por persecución. Pero una de las particularidades es que, a diferencia de otros momentos, donde el venezolano, por ejemplo, quería contar su relato, explicar qué era lo que le había pasado, no quiere hablar. No quiere hablar porque hay un temor a la persecución por redes sociales, para su familia en Venezuela.
Me dicen que hay un número importante que quiere salir rápido de la zona de frontera porque sienten que pueden ser víctimas de extracción y particularmente también por una amenaza que hizo Nicolás Maduro hace unos días. Dijo que tiene unos amigos en Colombia que lo ayudan mucho, entonces eso también genera unos temores adicionales. Si bien hay flujo migratorio, es sobre todo de población en condición de persecución, la clasificación clásica de refugiado internacional o de actor que necesita protección internacional.
Persecución
¿Colombia ya no es un sitio seguro para estas personas en condición de persecución?
—El tema con Colombia y con la salida actual es que la dinámica de los que, por ejemplo, son actores políticos, miembros de organizaciones de la sociedad civil o periodistas a los cuales se les han cancelado su pasaporte. Quedan bloqueados, trasladarse a los países vecinos, la movilidad hacia Estados Unidos o Europa quedó completamente bloqueada.
Tenemos casos de académicos, periodistas o políticos a quienes se les dio, durante el gobierno de Iván Duque
Protección e integración
Con el gobierno Duque inició un proceso de regularización de la población venezolana en Colombia que tenía un reto para este gobierno con la integración. Hay una sensación de que se congeló el tema.
—No hay discurso, ni acción en política pública concreta. El Estatuto es, sin lugar a duda, la medida más importante que se ha tomado no solamente en la región sino en el mundo en materia de regularización. Más de dos millones de personas lograron ser regularizadas con este instrumento. ¿Ahora qué sucede? En el caso del presidente Petro, el tema migratorio no es una de las prioridades en la agenda y queda completamente relegado. Eso tiene un efecto real sobre la población en temas como el acceso al sistema de salud o al financiero.
Paradójicamente, por ejemplo en Perú, que tiene un lenguaje terriblemente xenófobo, donde las autoridades desde la presidenta para abajo han hecho discursos claramente de xenofobia, en la práctica para un venezolano es muchísimo más fácil abrir una cuenta bancaria y acceder a un servicio financiero que en Colombia.
Selva del Darién
Medidas como la de instalar un muro de alambre en el Darién como se plantea en Panamá puede significar una disminución en la migración.
—En el reporte de Human Right Watch del primer semestre de este año, se muestra cómo la respuesta desde los Estados es absolutamente insuficiente para la dinámica de movilidad humana que se da en el área. Los gobiernos no son capaces de ponerse de acuerdo en instrumentos adecuados y no lo miran como una dinámica de protección de derechos humanos, sino como una dinámica de seguridad.
Esto genera respuestas que no son las adecuadas. En Panamá, por ejemplo, la salida de Médicos Sin Fronteras en gran medida se debe a que ellos estaban reportando que había violaciones por parte de autoridades panameñas. ¿Qué es lo que hicieron? Sacar a Médicos sin Fronteras en lugar de mejorar las condiciones para los derechos humanos.
Hay una lógica de no permitir el acceso de organizaciones de la sociedad civil, no porque estas organizaciones alientan la movilidad humana, como lo llegaron a decir estos funcionarios, sino básicamente porque dejan en evidencia lo que está pasando.. Les molestaba más el registro como tal, no que estuviera violando, sino que les dejaba el registro de violaciones, lo cual pues demuestra un poco la perversidad de la situación.
Y del otro lado, Colombia ha sido absolutamente insuficiente en la capacidad de generar instrumentos, por ejemplo de protección. Ese es el caso de los niños, niñas y adolescentes, no quedan registrados en su salida porque Colombia no lleva registros. Se invisibiliza esa salida. La capacidad de Migración Colombia es poca para una zona por la que pasan más de 500.000 personas. Apenas cuentan en ese lugar con 13 funcionarios. Esa no es la respuesta institucional que se esperaría. Es claro que el presidente Petro le ha dado prioridad a los temas que le interesan y todos sabemos que el tema migratorio no es un tema de su interés.
Xenofobia
¿Una nueva ola migratoria traerá consigo nuevas dinámicas de xenofobia?
—La solidaridad latinoamericana es paradójica porque todos se alinean en su repudio hacia la dictadura en Venezuela y las violaciones de derechos humanos, pero hacen muy poco para empatizar con las poblaciones venezolanas que se encuentran en su territorio. En las grandes ciudades se responsabiliza a la población venezolana de los delitos, cuando la evidencia demuestra que no es así. Las mujeres venezolanas están sufriendo altas dinámicas de sexualización. Tristemente es parte de lo que está pasando, también está la dinámica de muchos gobiernos ante la lógica electoral. Lo que pasa en Europa y en Estados Unidos, donde la migración se ve de forma perversa para los intereses de las comunidades receptoras, ya empieza a pasar en América latina.