Después de las elecciones comunales, de gobernador y de la convención constitucional, la agenda del 21 de noviembre prevé las elecciones de consejeros regionales, diputados, senadores y de presidente del país.
Casi 15 millones de chilenos y chilenas están convocados el próximo fin de semana para elegir a sus representantes para los próximos cuatro años. Una cantidad récord de 4.427 candidatas y candidatos se presentan para ocupar los 155 escaños de la Cámara de Diputados, la mitad de los 50 escaños del Senado y los mandatos de los 302 consejeros regionales.
Además, se votará al sucesor del presidente saliente Sebastián Piñera. Seis candidatos y una candidata compiten por el cargo más alto del Estado con la promesa de llevar al hasta hace un tiempo país modelo de América del Sur a aguas más tranquilas. Últimamente, el malestar social a partir de octubre de 2019, el conflicto amenazador en la sureña región sur de la Araucanía y la pandemia de covid-19 han llevado al país al borde de la ingobernabilidad. Al menos esto último parece estar siendo controlado por el Gobierno gracias a un índice de vacunación entre los más altos del mundo. Con alrededor de 15.000 casos activos de covid-19 en el país, los epidemiólogos predicen elecciones seguras.
Chile en modo crisis
El plebiscito sobre la nueva Constitución tuvo lugar el 25 de octubre de 2020 en condiciones de pandemia. La elección originalmente prevista para abril, que se suponía iba a pacificar al país después de los disturbios sociales entre octubre y diciembre de 2019, tuvo que ser pospuesta seis meses debido al fuerte aumento del número de contagios en aquel momento y a un sector salud próximo al colapso. Desde entonces, la situación en Chile se ha estabilizado, en gran medida mediante una campaña de vacunación única que alcanzó al 82% de la población en condiciones de ser vacunada.
Mientras durante las elecciones comunales del 15/16 de mayo se contabilizaban más de 6.000 personas contagiadas diariamente, e incluso 7.500 en la segunda vuelta de las elecciones para gobernador el 13 de junio, el número de infecciones se redujo significativamente en noviembre de 2021 a un promedio de 2.500 casos. El número de camas para pacientes en cuidados intensivos pudo ser reducida de 4.500 a 2.000. Actualmente tiene lugar la tercera fase de vacunación que avanza con más de siete millones de personas vacunadas.Pero no fue solamente la pandemia lo que golpeó duramente al país en los últimos meses. Desde el estallido social de finales de 2019, el ex país modelo del continente sudamericano no encuentra la calma. Lo que originalmente comenzó como una manifestación contra el aumento del boleto en Santiago se expandió durante las siguientes semanas a protestas a nivel nacional, a veces violentas, contra la desigualdad social imperante y el establishment político. Por primera vez desde la vuelta de Chile a la democracia en 1990, unidades militares salieron nuevamente a las calles para proteger la seguridad nacional después de que las fuerzas policiales, visiblemente superadas, ya no pudieron hacer frente a la situación. Para no poca gente, estas imágenes despertaron malos recuerdos del oscuro período de la dictadura militar de Augusto Pinochet, que gobernó el país con mano dura de 1973 a 1990.
Coronavirus
Cuando la violencia amenazó en marzo de 2020 con volver a las calles después de los meses de verano de enero y febrero, la pandemia global le pegó duramente a Chile. Desde entonces, el país ha registrado más de 1,7 millones de casos de covid-19 con casi 38.000 muertes (hasta noviembre de 2021). Después de alrededor de ocho meses de lockdown con toque de queda nocturno, Chile está logrando estándares en todo el mundo con su impresionante campaña de vacunación. La tasa de vacunación y las estrictas medidas sanitarias han hecho que el país se vuelva a abrir paulatinamente y la cotidianeidad retorne a las calles.
Esto significa que además de los temas de salud que se mantuvieron álgidos durante la pandemia, están volviendo a la agenda política los temas sociales y el debate sobre la falta de igualdad de oportunidades en la educación. Estos últimos han vuelto a agravarse por las consecuencias de la pandemia y de los meses de enseñanza digital, especialmente en el sistema escolar público.
En julio de 2021, la asamblea constituyente (Convención Constitucional) finalmente inició sus actividades. Esta fue elegida en abril de 2021 a partir del plebiscito del 25 de octubre de 2020. Compuesta por 155 miembros, tiene a su cargo la redacción del texto constitucional. Dispone de doce meses para elaborar el documento correspondiente, que se presentará al pueblo chileno para su votación en el transcurso de 2022. Tras la euforia inicial por la redacción de la nueva constitución —que debe sustituir a la constitución de 1980, de la época de Augusto Pinochet, modificada varias veces desde el retorno a la democracia—, el desencanto apareció en muchos ámbitos.
Los grupos de la Convención parecen demasiado heterogéneos y sus intereses particulares parecen a veces demasiado divergentes. Los miembros de la Convención trabajaron tres meses solo en la redacción del reglamento. A fines de septiembre recién se acordaron las siete comisiones temáticas que elaborarán el texto constitucional en los nueve meses restantes. Mientras tanto, causó descontento el intento del Partido Comunista (PC) de reducir el quórum necesario para aprobar la constitución, de una mayoría de dos tercios a tres quintos. Siguen siendo motivo de controversia los plebiscitos dirimentes, que han sido aprobados, que deben ser consultados cuando los y las constituyentes no puedan ponerse de acuerdo sobre artículos constitucionales particulares.
La mala reputación de la clase política y una notable falta de interés por los procesos políticos en el país significaron que la participación electoral se sitúe por debajo del 50 %. Este desinterés afecta ahora también a la convención constitucional, que a principios de año muchos vinculaban con un futuro mejor. Mientras tanto, la confianza en el trabajo de esta se redujo al 43 %, según una encuesta del instituto CADEM.
Polarización en la lucha electoral
Al mismo tiempo, en los últimos dos años se ha incrementado significativamente la dureza y polarización del debate político. En cuanto a las elecciones presidenciales, actualmente lideran los dos candidatos de los bordes de la izquierda y de la derecha, Gabriel Boric y José Antonio Kast. Mientras Boric lideraba desde el día de su nominación las encuestas como candidato conjunto del Frente Amplio y el Partido Comunista, José Antonio Kast, candidato del Partido Republicano, fundado en junio de 2019, recién aumentó su popularidad en las encuestas en las últimas cuatro semanas y se sitúa ahora en segundo lugar.
No solo el nombre del Partido Republicano de Chile que fundó sugiere asociaciones con su homónimo de Estados Unidos. Los puntos centrales del programa electoral son la limitación de la inmigración, la lucha contra el crimen y la corrupción, la protección de la familia, el crecimiento económico y el orgullo por Chile. Con el lema «Atrévete Chile», Kast intenta convencer a quienes todavía tienen reservas de su pasado familiar en el régimen militar y, sin embargo, se sienten orgullosos de los logros de Chile en los últimos treinta años y, sobre todo, anhelan la restauración del orden social.
La propuesta opuesta desde el espectro de partidos de izquierda la presenta Gabriel Boric, quien el 11 de febrero cumplió con el requisito básico relacionado con la edad para presentarse como candidato en las elecciones presidenciales: tener 35 años. El 18 de julio, Boric se impuso en las primarias de la alianza de izquierda Chile Digno al favorito Daniel Jadue, alcalde comunista del municipio de La Recoletta. A pesar de su corta edad, Gabriel Boric no es un desconocido en la política. Como presidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, fue uno de los impulsores de la ocupación durante cuarenta días del edificio de la facultad en la calle Pío Nono, Santiago, iniciada el 29 de abril de 2009. La acción de protesta logró entonces su objetivo y culminó en la destitución del controvertido decano Roberto Nahum.
Boric abandonó su carrera académica en favor de su carrera política. En noviembre de 2013 fue elegido por primera vez miembro del Congreso como candidato independiente por la región de Magallanes y Antártica. Repitió este logro nuevamente con su reelección en noviembre de 2017. Jugó un papel relevante en la creación del Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución, que pretendía terminar con la perturbación social de 2019 y con el que se inició el proceso constituyente. Con su lema electoral «Sumando para un nuevo Chile», anima a la participación para dar forma a un nuevo Chile. En busca de la justicia social y la desconcentración del poder, afirma que el país debe ser remodelado a través de una política basada en el feminismo, una transición ecológica justa y la descentralización.
Las biografías y las posiciones de los dos candidatos en la punta, Kast y Boric, no podrían ser más diferentes. Por un lado se sitúa Kast, candidato de carrera con una excelente formación académica, proveniente de la región capitalina de Santiago, con raíces familiares y políticas en la dictadura militar, desde hace veinte años activo políticamente, de los cuales se desempeñó dieciséis años como diputado y dos veces fue candidato presidencial. Por otro lado, Boric, el líder estudiantil rebelde de la remota región de Magallanes que interrumpió sus estudios, sin embargo, llegó a la Cámara de Diputados y ahora lucha por la presidencia con una posición auspiciosa.
¿Quién ocupa el centro político?
Aunque las encuestas indican que el primer y segundo lugar en las preferencias, y por tanto el acceso a la segunda vuelta de la votación, parecen estar otorgados a los señores Boric y Kast, los candidatos de centroizquierda y centroderecha todavía confían en un golpe sorpresa. Allí se encuentran la demócrata cristiana Yasna Provoste y Sebastián Sichel, que se postula como candidato independiente para el sector del Gobierno.
Provoste, expresidenta del Senado, entró en la carrera por la presidencia relativamente tarde. Tras el resultado de la elección a la asamblea constituyente con un solo diputado, que fue percibido como catastrófico para el Partido Demócrata Cristiano (PDC), el partido retiró a su candidata Ximena Rincón, quien ya había sido elegida en votaciones internas, y nominó a Yasna Provoste, más popular en las encuestas. Como única mujer y miembro de la etnia diaguita en la contienda, la candidata usa el lema «Ahora YAsna» para publicitar el cambio que proviene de las regiones y es implementado por las bases.
Ya como presidenta del Senado, Yasna Provoste se posicionó como opositora del presidente Sebastián Piñera y abogó por una oposición de izquierda unida. Ante los buenos resultados en las encuestas del candidato presidencial del Frente Amplio, Gabriel Boric, y el desempeño superior a la media de los candidatos comunistas en las elecciones a la asamblea constituyente, la democristiana abandonó ocasionalmente el camino del centro político y trató de alcanzar a Boric a través de posiciones más bien de izquierda, por ejemplo, en el debate sobre las pensiones. No fue hasta el último debate televisivo de los candidatos presidenciales el 15 de noviembre que Provoste recordó el legado de la Concertación, que gobernó de 1990 a 2010 y que, bajo los presidentes demócrata-cristianos Patricio Aylwin y Eduardo Frei Ruiz-Tagle, dio forma a los primeros años del Chile democrático, después de que durante los últimos dos años podría haber surgido la impresión de que el PDC prefería unirse al coro de que el malestar social no era por 30 pesos, sino por unos 30 años.
Desde el principio, el candidato Sebastián Sichel, del sector de gobierno Chile Vamos pero no perteneciente a ningún partido, se posicionó en el centro político. Sichel proviene de una familia sencilla. Luego de su niñez y juventud en Concón y Santiago, estudió en la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde completó su maestría en derecho público. Sus primeros pasos políticos los dio dentro de la democracia cristiana. Después de presentarse en 2009 sin éxito para un puesto en la Cámara de Diputados, Sichel trabajó en el gobierno de Michelle Bachelet de 2006 a 2010 en la agencia estatal de turismo y, más tarde, en el Ministerio de Asuntos Económicos. Posteriormente, Sichel tuvo ocho años de experiencia laboral en el sector privado hasta que Sebastián Piñera lo incorporó a su gobierno en 2018, inicialmente como vicepresidente de la agencia estatal de desarrollo económico CORFO, luego como ministro de Desarrollo Social y como presidente del Banco del Estado de Chile. En 2015, Sichel le dio la espalda a la Democracia Cristiana. Mientras tanto, se afilió al partido Ciudadanos del exministro de Hacienda Andrés Velasco Brañes. En las primarias presidenciales, Sichel finalmente se impuso dentro de la alianza Chile Vamos como candidato independiente frente a los favoritos Joaquín Lavín y Mario Desbordes. En vista a su currículum, el lema de la campaña «Se puede», que podría haber tomado prestado del «Sí, podemos» de Obama, resulta obvio.
Perspectivas
Si bien las encuestas actuales se focalizan con relativa claridad en los aspirantes Gabriel Boric y José Antonio Kast para el ingreso a la segunda vuelta electoral, la contienda permanece abierta ante la gran cantidad de votantes que aún no han elegido su candidato. Además, la participación electoral, que es difícil de calcular, puede dar lugar a desplazamientos imprevisibles.
Paralelamente, las elecciones para diputados y senadores, para las que aún no se han publicado encuestas significativas, parecen estar todavía completamente abiertas. Todos los partidos se están centrando actualmente en sus candidatos para el cargo de gobierno más alto y esperan poder aprovechar lo mejor posible el viento a favor de sus dirigentes.
El gobierno del presidente Sebastián Piñera, que dejará el cargo en marzo de 2022, ha estado sometido a una considerable presión desde el estallido social. Desde entonces, la oposición, desde los demócratas cristianos hasta el Frente Amplio y el Partido Comunista, no ha dejado piedra sin remover para dañar al gabinete de Piñera. Si bien el Gobierno apoya institucionalmente el proceso constitucional de la mejor manera posible, los errores del presidente son tema constante de discusión, como la reciente publicación de los llamados Pandora Papers, en los que aparece el nombre de Sebastián Piñera. La oposición ha tratado de capitalizar esto en la actual campaña electoral, incluso a través de un fallido proceso de destitución del presidente. Asimismo, el manejo de los fondos de pensiones privados y la tensa situación en la Araucanía dominan los debates políticos.
En resumen, la situación en Chile no ha tenido un desarrollo positivo en los últimos dos años. La situación política, social y económica es tensa y está asociada a una serie de incertidumbres de cara a las elecciones parlamentarias y presidenciales, así como al proceso constitucional.
Publicado en idioma alemán en la página web de la Fundación Konrad Adenauer, oficina Chile, el 17 de noviembre de 2021.
Traducción: Manfred Steffen