A pesar no ser una zona de guerra desde los años noventa, Centroamérica es una de las más violentas del mundo. La mayor parte de las naciones centroamericanas experimentan niveles de violencia endémica, acorde al criterio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), al superar el umbral de 10 homicidios por cada 100,000 habitantes.
Esta violencia históricamente se ha concentrado en el llamado Triángulo Norte, conformado por El Salvador, Honduras y Guatemala. Aquí, las tasas de homicidio están fuertemente vinculadas a las maras o pandillas y han sido escandalosamente altas. El sur, conformado por Nicaragua, Costa Rica y Panamá, ha sido mucho más pacífico tradicionalmente.
No obstante, en la última década, la tranquilidad del sur está en cuestión. Pese a las mejoras en diversos indicadores de seguridad en el norte, la problemática no tiene miras de ser pronto saldada.

El norte avanza, el sur retrocede
El Triángulo Norte continúa siendo una zona violenta, aunque en años recientes hubo importantes avances si tomamos como referencia la tasa de homicidios, especialmente por el caso de El Salvador, aunque no libre de controversias. Honduras también ha mostrado importantes avances, mientras que Guatemala vive una especie de estancamiento, que algunos especialistas consultados asocian con el deterioro institucional de gobiernos previos.
Mientras tanto en el sur, aunque la situación continúa siendo relativamente mejor, Costa Rica o Panamá muestran una tendencia hacia la convergencia con las escandalosas cifras del norte. El deterioro de la seguridad está ligado a una mayor presencia del crimen organizado, con vínculos entre agrupaciones locales e internacionales. Mientras, las autoridades no parecen poder responder al reto.
Costa Rica, una de las democracias más consolidadas del continente y otrora nación pacífica, en 2023 vivió el año más violento en su historia reciente. 70% de los homicidios ocurridos en este país está ligado al narcotráfico. Se concentra en la zona portuaria del Caribe y es un importante nodo en el trasiego de drogas que ingresa por el Pacífico desde Suramérica y se dirige a Europa y Estados Unidos.
En el caso de Panamá, tres cuartas partes de los homicidios se concentran en la provincia capital y la de Colón, contigua al Canal. De acuerdo con el balance de homicidios de 2024 de InSight Crime, las bandas locales además de competir por el control territorial en Colón, “se han infiltrado en el puerto (homónimo) corrompiendo a los empleados que reciben las drogas y las introducen en los contenedores”.
En cuanto a Nicaragua, la situación es sui generis. Aunque por años ha reportado buenos niveles de seguridad, desde 2018 se ha vuelto casi imposible comprobar esto en forma independiente. El hermetismo del gobierno, el cierre de medios independientes y la criminalización de voces críticas impide evaluar adecuadamente la situación en el país.
El modelo Bukele que se quiere imitar
Desde marzo de 2022 a la fecha rige en El Salvador un estado de excepción, continuamente prolongado hasta ahora. Esta medida, impulsada por el gobierno de Nayib Bukele, ha ampliado las facultades de las fuerzas policiales y armadas para perseguir a presuntos delincuentes. Como resultado, más de 90 mil personas han sido apresadas, haciendo de El Salvador el país con la mayor proporción de población carcelaria del mundo.
El estado de excepción no ha estado exento de críticas. Organizaciones locales e internacionales han denunciado la vulneración de derechos básicos. Además, si bien han reconocido la disminución de la inseguridad y los homicidios, están en duda las estadísticas oficiales. El gobierno las contabiliza en forma diferente: no reporta como parte de los homicidios las muertes de pandilleros.
Adicionalmente al estado de excepción, El Salvador ha presentado una nueva y enorme prisión de máxima seguridad, denominada como Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT). Las imágenes de su interior, que muestras a reclusos con el cabello rapado, vestidos de blanco y fuertemente custodiados, han logrado consolidar la imagen de un gobierno fuerte ante el crimen.
Estas imágenes, la reducción de los homicidios y la mejoras de otros indicadores de seguridad son elementos que han querido ser replicados por otros países. Honduras, por ejemplo, estableció su estado de excepción en diciembre de 2022, prorrogado en 24 ocasiones hasta la fecha, con el cual ha reducido la criminalidad. Costa Rica, por su parte se propone construir una versión local del CECOT salvadoreño. Incluso Argentina se ha visto seducida por el “modelo” salvadoreño.

¿Puede ser copiado?
La seguridad no puede ser vista como un producto de exportación. Incluso en regiones pequeñas como Centroamérica, los desafíos de Costa Rica guardan distancia a los de El Salvador u Honduras. El país de la “pura vida” resulta atractivo para el narcotráfico por sus costas en el Pacífico y Caribe, por sus puertos en esta última y por un mercado interno de consumo de droga bastante lucrativo, según refirió el experto Carlos Torres, especialista costarricense, docente de relaciones internacionales.
El mismo especialista señaló otras necesidades: mayor capacitación de las fuerzas de seguridad, mejor gestión presupuestaria, solventar el déficit de efectivos y mejorar la articulación interinstitucional, lo que pasa por reformas de marcos legales y de actuación de todo el sector seguridad. Es decir, se requiere una política pública en materia de seguridad integral.
Aunque estas necesidades pudieran parecer genéricas y extrapolables a cualquier país de la región, los requerimientos locales difieren. Las políticas públicas deben tener como punto de partida la realidad sobre la que se quiere incidir, más allá de tomar como referencias experiencias internacionales valiosas. El reto de la región está en generar políticas coherentes con sus desafíos, sus recursos y realidades, poniendo atención en las causas y no solamente las consecuencias de la inseguridad.
Este artículo hace parte de un análisis más amplio de Expediente Abierto, sobre los esfuerzos en materia de seguridad y defensa de Centroamérica, que será publicado en las próximas semanas.

