Eugenia Aguirre: «En Costa Rica el discurso populista tiene un límite»

Eugenia Aguirre: «En Costa Rica el discurso populista tiene un límite»

Rodrigo Chaves, presidente de Costa Rica, cuenta con altos porcentajes de popularidad. ¿Cuáles son las razones? Entrevistamos a la politóloga Eugenia Aguirre.

Por: Manfred Steffen5 Jul, 2023
Lectura: 10 min.
Eugenia Aguirre: «En Costa Rica el discurso populista tiene un límite»
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

Rodrigo Chaves obtiene inéditos porcentajes de popularidad a un año de asumir la presidencia de Costa Rica. En un continente signado por el rechazo a los gobernantes, a los partidos políticos e incluso a las instituciones democráticas, esto amerita una mirada atenta.

Diálogo Político entrevistó a Eugenia Aguirre, licenciada en Ciencias Políticas en la Universidad de Costa Rica e investigadora principal del proyecto Observatorio de la Política Nacional de la Escuela de Ciencias Políticas de la misma universidad.

Orientación del gobierno

¿Hacia dónde apunta el gobierno de Rodrigo Chaves? ¿Cuál es su ubicación ideológica?

En Costa Rica, hablar de izquierda y derecha como brújula de posicionamiento ideológico es desconocer cómo se han construido las identidades políticas.

Lo que tendríamos que preguntarnos respecto a dónde va el gobierno de Rodrigo Chaves es respecto al origen de su candidatura y pensar quién es. Nos encontramos con una persona que estuvo desvinculada del país más de treinta años, como funcionario del Banco Mundial.

Llega el momento en el que se propone el objetivo de ser presidente. En términos de la ciencia política, no es un outsider puro. Estuvo en el gobierno de Carlos Alvarado como ministro de Hacienda unos meses (entre 2019 y 2020).

En el Observatorio de la Política Nacional vemos esto como parte del fenómeno que llamamos partidos sin candidatos y candidatos sin partido. Él quería llegar a la presidencia de la República. Pero como en Costa Rica los partidos son los vehículos exclusivos para llegar al poder, tuvo que buscar una casa que lo recibiera. Ese recibimiento se lo dio el Partido Progreso Social Democrático, de muy reciente formación.

Las negociaciones respecto a su participación en ese partido no son tranquilas, sino bastante turbulentas. El compromiso era transaccional, no ideológico.

Presidente Rodrigo Chaves
Presidente Rodrigo Chaves

La relación con el sistema político

¿Cuál fue su relación con el sistema político, tomando en cuenta que se trata de un actor nuevo?

Pues en este primer año lo hemos ido conociendo a él y a su planeamiento de gobierno. Al principio fue bastante difuso. Era una narrativa orientada al libreto populista contra una elite corrupta asociada a ciertos partidos políticos que tienen dominado el país. Y él venía a ser esa voz del pueblo, esa reivindicación de lucha más cotidiana de las personas, ir al supermercado, lo que tiene que ver con el bolsillo de la gente.

Con el sistema político es una relación turbulenta, se podría decir distante. Desconoce muchísimo —él personalmente— de cómo se hace la política en el país. Esto ha sido uno de los elementos más disruptivos.

Posteriormente se estructuró una agenda más amplia respecto a reforma del Estado, transformación del sistema tributario y venta de activos estatales. Pero en la narrativa, continúa apelando a ser una figura nueva en la política nacional que viene a corregir lo que históricamente no se ha hecho bien.

Si revisamos para atrás, lo que más sorprende es que en este país siempre se apostó al punto medio. Siempre se nos comparó con Uruguay, en esa media cancha en la que jugamos, no a los extremos. Y, de pronto, tenemos una persona que desconoce cómo se hace esa política. El mejor ejemplo de eso es —y esto está bien documentado— cuando frente a un movimiento del sector agropecuario al que se le unen otros sectores en solidaridad, él califica esa protesta, esa marcha, como chop suey, un plato de la cocina china que es una mezcla de cosas. Con estas comparaciones trata de deslegitimar constantemente a estos movimientos. Porque en su naturaleza continúa siendo un outsider.

Las alianzas

¿Cómo construye sus alianzas?

En términos de las alianzas que ha tenido que construir para gobernar, es muy interesante porque, al menos en el Legislativo —al que llegó muy debilitado, con solo 10 de 57 curules—, se alió con un partido tradicional y uno nuevo en lo económico.

Las agendas han sido difusas; las prioridades cambian todas las semanas. Un día es la educación es un problema, otro día lo es la agenda sobre seguridad, y otro día, la salud pública. Entonces, ¿qué ha hecho? Sobre lo económico, ha encontrado buenos aliados en la Asamblea Legislativa representados en el PUSC, el Liberal Progresista, Partido Nueva República, donde hay acuerdo sobre temas económicos. Donde no vemos más programa es en el resto de las agendas públicas. Todos sabemos que gobernar no es solamente ocuparse de lo económico.

Ha tenido obstáculos importantísimos respecto a la formación de sus cuadros, que es consecuencia de cómo ejerce el poder. Es el gobierno que más rotaciones ha tenido en el gabinete en la vida republicana de este país. En consecuencia, lo que entrega a la gente no está tan claro.

Por esa desconexión con el sistema político, recurre al discurso de la culpa, la corrupción, las élites. Recurre a la vieja narrativa de que él viene a resolver todo lo que las élites dejaron mal. Para ilustrar esto: él habla de ticos con corona. Nuestra conclusión desde el Observatorio de la Política Nacional es que no le ha venido a quitar la corona a estos ticos, sino que las ha pasado de unas cabezas a otras. Las coronas están cambiando de lugar, lo que evidencia problemas en las cúpulas.

Aprobación inédita

De acuerdo con algunas encuestadoras, Rodrigo Chaves tiene una aprobación por encima de 65%. ¿Qué lo hace tan popular?

La aprobación actual llama la atención porque en los últimos dos gobiernos, es que después de la luna de miel posterior a la elección, baja la valoración con la gente. La excepción fue durante la pandemia, como en todo el continente.

En este caso, la luna de miel ha sido inusualmente larga (ver info de CIEP). No tenemos las explicaciones profundas, porque es un fenómeno de ahora, que está ocurriendo todavía. Lo atribuimos a la comunicación directa que el presidente ha escogido con la gente. Todas las semanas, como hacen AMLO y otros, se pone frente a la cámara y recurre a formas de lenguaje y a figuras narrativas que lo identifican con la gente.

Un ejemplo: tiene a un ministro en la conferencia al que le está pidiendo explicaciones sobre un tema y él le dice: «No, esto no lo entiende la señora de Purral». Purral es un asentamiento informal, y él dice que la señora de allí tiene que entender. Esto lo maneja muy bien. Esa comunicación directa hasta ahora le ha facilitado todo. Ha recorrido el país entero, lo que le ha ayudado a mantener sus bases electorales.

Otro elemento es el discurso del enemigo, la persona que vamos a castigar, a judicializar. Hay un menú de enemigos y salta de uno a otro, haciendo alarde de su mano dura. Eso le ha permitido mantenerse vigente y mantener el personaje —al final es un personaje— que va a salvar a Costa Rica.

Junto a eso, está probado que hay muchísima dinámica respecto a manejo masivo de redes sociales, pago de troles, campañas de desprestigio. Hay una continuidad de cómo fue su campaña electoral.

El estilo del presidente Rodrigo Chaves

¿Cómo es que funciona esto? En Costa Rica es fuerte la cultura ciudadana.

Acá existe el mito del tico promedio. Y la gente de las barriadas lo quiere. Cabe preguntarse cómo conectó tan profundamente con la gente.

En la segunda vuelta, Rodrigo Chaves se enfrentó al hijo del caudillo José María Figueres y decía: «Yo me identifico con ustedes. Mi papá fue el chofer del papá de mi contrincante». Después se supo que esto no era verdad.

¿Cuál es la importancia de la corrupción en Costa Rica?

Funcionó el discurso anticorrupción, pero es un discurso que no se ha trasladado a políticas o cambios estructurales relacionados con los vacíos para luchar contra la corrupción.

Hay un ataque a lo judicial, constante. Dice: «Yo respeto lo que dice la Sala Constitucional», y en otras entrevistas añade: «pero si pudiera hacer una constituyente mañana lo primero que haría es intervenir el Poder Judicial». Eso lo dijo hace poco. Ahí se despiertan las alarmas respecto a la instrumentalización de la justicia. En Costa Rica esto está muy protegido institucionalmente, pero preocupa un poco su insistencia.

Otra víctima de ese discurso —lo que a la gente parece gustarle— es la prensa. Que está vendida. Respecto a un sector, que son los canales y medios tradicionales, usa el calificativo de prensa canalla.

Esto es sorprendente en Costa Rica, ¿no?

Sí. Es que llegó en una coyuntura particular. Los partidos que podían hacerle frente pusieron a personajes nefastos. Es una coyuntura muy específica.

Ojalá esto sea como un pequeño desliz de la historia democrática de nuestro país y volvamos a la lógica más democrática del diálogo, de la construcción, de cómo se hace la política, que es sin violencia, donde no hay enemigos, sino adversarios políticos.

Rol de la sociedad civil

¿Cómo es la relación del presidente Rodrigo Chaves con la sociedad civil?

Con la sociedad civil no hay relación, es nula. Su legitimidad es la electoral. No es una persona que haya militado y construido su perfil a partir de eso. Es él solito, con los ministros nombrados por él, con renuncias forzadas. Es ahí donde hay que prestar atención: hasta dónde llega ese estilo, pues tenemos una reserva democrática importante según los distintos estudios que se han realizado al respecto.

EL discurso populista en este país tiene un límite. Tenemos esa reserva democrática por ahí guardada.

¿Cuán intensa es la colaboración con los partidos que lo apoyan?

Los partidos que se han mostrado más cercanos en lo legislativo son el PUSC, Nueva República, de corte cristiano, que tiene a la cabeza a Fabricio Alvarado, quien en 2018 casi llegó a ser presidente. También en algunos temas el Partido Liberal Progresista.

Respecto a los acuerdos, en el primer año se puede decir que no se manifestó una oposición legislativa fuerte. Fue un primer año de acomodo de fuerzas puesto, pero percibo que hay mucho temor, también, al presidente. Porque si haces algo que va en contra de lo que él dice que hay que hacer, en su conferencia te va acusar públicamente.

Entonces, el control político legislativo, tarea fundamental en la democracia, ha sido complejo con este Presidente al frente.

¿Existe la posibilidad de que una democracia tan consolidada derive en un régimen autoritario?

Es una coyuntura. No me preocupa que esto derive en un régimen autocrático, con reelección consecutiva ilegítima. La preocupación gira más en torno a la polarización y el discurso del malestar.

Si algo ha puesto a prueba este presidente es que la institucionalidad goza de buena salud. Él ha empujado los asuntos constitucionales al límite, pero los frenos y contrapesos han funcionado. El tema es qué viene después y qué haces con ese cultivo de malestar de la gente.

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Manfred Steffen

Manfred Steffen

Magíster en Ciencias Ambientales por la Universidad de la República de Uruguay. Dipl. Ing. Fachhochschule für Druck in Stuttgart. Coordinador de proyectos de la Fundación Konrad Adenauer, oficina Montevideo.

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