Un conflicto latente e histórico se convirtió de manera sorpresiva en una guerra abierta. Lleva más de un mes dejando rastros de violencia y horror. De la madrugada del 7 de octubre, en la que los sistemas de protección, vigilancia y control aéreo de Israel fueron vulnerados por un operativo de Hamás, hasta hoy, mucho ha cambiado. Pero la constante son las muertes.
1400 vidas cegadas y más de 200 personas secuestradas se cuentan en esa masacre. La respuesta fue el ataque y la incursión terrestre de Israel en la Franja de Gaza con el saldo de más de 10.000.
La periodista Bárbara Ayuso, enviada especial del diario español El País, relata en un episodio del pódcast de ese medio cómo israelíes y palestinos entierran a sus muertos, dejando muchas veces de lado los rituales religiosos porque no tienen cabida en ese escenario de incertidumbre, miedo y fosas comunes.
Aunque hay kibutzim que fueron eliminados casi por completo, los sobrevivientes no renuncian a su vida de comunidad. Es la rutina que conocieron siempre y la que quieren mantener sin pensar qué pasará después. Tienen derecho a reconstruirla.
Del otro lado, la respuesta de Israel tiñe de dolor la Franja de Gaza por los ataques que han alcanzado a niños y mujeres desprotegidas. Algunos habitantes dicen que viven ahí pero no apoyan a Hamás. Otros, que quedaron al otro lado de la frontera, quieren volver aun sabiendo que existen pocas esperanzas de un nuevo comienzo.
Los matices de Latinoamérica
En este punto se hace imprescindible comprender qué es y qué no es Hamás, y qué la causa palestina y la operación de Israel como justo derecho a defenderse respecto al costo humanitario de la guerra. En Latinoamérica, la mayoría censuró el ataque terrorista, pero a más de 30 días y ante la ofensiva sin pausa en la Franja de Gaza, los discursos van tomando matices. ¿Cómo está cambiando la opinión pública mundial sobre el conflicto armado? ¿Qué dicen ahora los líderes de la región?
Bolivia tomó la decisión más contundente hasta ahora, al romper relaciones diplomáticas con Israel por la «agresiva y desproporcionada ofensiva militar en la Franja de Gaza». El anuncio pudo resultar sorpresivo ante los ojos de la comunidad y la prensa internacional. Sin embargo, no es novedoso, porque durante el gobierno del expresidente Evo Morales, en 2009, ya se había asumido esta postura para expresar el apoyo a Palestina. Durante la administración transitoria de la expresidenta Jeanine Áñez se restablecieron las relaciones.
El factor Irán
Un componente clave para entender esta decisión de Bolivia es Irán, explica el profesor chileno Isaac Caro, doctor en estudios americanos. Este país se alinea con Venezuela y Nicaragua, dos gobiernos amigos que tienen como aliado y socio estratégico en muchas áreas comerciales a la república islámica.
Otros gobiernos de izquierda en la región han expresado diversas posturas, sobre todo luego del bombardeo a Yabalia, el mayor campamento de refugiados en Gaza. El mandatario de Argentina, Alberto Fernández, dijo que hay violaciones al derecho internacional humanitario. La representante mexicana ante las Naciones Unidas, Alicia Buenrostro, cuestionó posibles crímenes de guerra. Y el presidente colombiano Gustavo Petro habló de un «genocidio». El tono más moderado y conciliador vino desde Chile con el presidente Gabriel Boric. Este condenó la respuesta israelí pero abogó por una tregua y el ingreso de ayuda humanitaria.
Finalmente, el tablero de los líderes internacionales sobre el conflicto en Cercano Oriente asumió acciones más concretas desde Chile, Colombia y Honduras, con el retiro de sus respectivos embajadores de Israel.

Aliados, pero…
Estados Unidos, principal aliado de Israel, se ha mantenido firme en su apoyo al primer ministro Benjamín Netanyahu. Pero el presidente Joe Biden no ha tenido un camino fácil con su partido. Según una encuesta de The Associated Press-NORC, el 46% de los demócratas desaprueban el manejo que hace Biden del conflicto, mostrando una fuerte división.
Por otro lado, la postura inicial de Francia fue enfática en apoyar el «derecho de Israel a defenderse». Ahora, el presidente Emmanuel Macron aboga por una tregua para la ayuda humanitaria en Gaza, con el objetivo de un alto el fuego. A este pedido también se han sumado Naciones Unidas y organizaciones benéficas internacionales que estiman que se necesitaría unos 1200 millones de dólares para las poblaciones de Gaza y Cisjordania hasta finales de 2023.
Mientras tanto, se evidencia con mayor claridad el posicionamiento ideológico y la guerra avanza en escalada. La posibilidad de detener el ataque israelí es lejana. Así lo ha reiterado Netanyahu y Biden lo ha ratificado.
Mostrar una guerra al mundo
En la era de los teléfonos móviles y la inmediatez, mostrar al mundo una guerra ha superado las limitaciones técnicas. Hoy son posibles incluso transmisiones en vivo no solo de periodistas sino de los mismos habitantes. El cuándo, cómo o dónde capturar un hecho está determinado por la óptica del narrador.
La opinión pública tiene la capacidad de acceder a mayor información y, por tanto, está expuesta a mayor desinformación. Según la verificadora española Newtral, se han identificado en un mes 67 desinformaciones relacionadas con la guerra en la Franja de Gaza que se viralizaron en redes, desde el ataque el 7 de octubre.
Para esta cobertura, los desafíos y la inseguridad han sido mayores. Más de 2000 experimentados corresponsales fueron acreditados. Según Reporteros sin Fronteras, unos 40 periodistas murieron en este primer mes de conflicto. Desde el otro lado, tal vez uno de los casos más emblemáticos fue el del periodista Mohamed Abu Hatab, reportero de Palestine TV en Gaza. Este murió junto a su esposa, sus seis hijos y varios de sus hermanos luego de un ataque israelí.
Aunque llegase la tregua, el dolor no tienen pausa y las cifras nunca alcanzarán para dimensionar el verdadero costo de una guerra.
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