La nueva Cuba latinoamericana

La nueva Cuba latinoamericana

Las manifestaciones por necesidades básicas, como comida y electricidad, señalan que la isla caribeña se «latinoamericaniza» en dos direcciones fundamentales: en las desigualdades y en la incorporación de la protesta como herramienta de democratización.

Por: Manuel Cuesta Morua26 Mar, 2024
Lectura: 4 min.
La nueva Cuba latinoamericana
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

Los estudios democráticos sobre transición democrática estudian la teses que establecen que un proceso democrático entra en la fase de consolidación cuando se produce el recambio. Las primeras elecciones no confirman el statu democrático de una sociedad. Sino, aquellas en las que los perdedores entregan el poder pacíficamente a los adversarios. Sin sobresaltos. Esta tesis, revisada en época de recesión democrática, sigue siendo pertinente. Más cuando se aplica a los cambios que se producen a nivel social, a las mutaciones culturales, mentales y psicológicas que vienen desde abajo, donde el habitante-súbdito se transforma en habitante-ciudadano. Las recientes protestas en Cuba constituyen la entrada de la sociedad cubana al proceso de consolidación de lo que llamo ciudadanía fuerte. Se alcanzó a través de varios recambios.

Camino hacia la consolidación

Entre el Maleconazo de 1994 y el Proyecto Varela de 2002 pasaron ocho años. De 2005, cuando comenzó la recuperación psicológica de la sociedad en Cuba, después de la dura represión de 2003, a 2018, con la eclosión del Movimiento San Isidro, van 13 años. Entre 2018 y 2021, con las manifestaciones de julio, corren tres años. Y de 2021 a 2024 van otros tres. Lo distintivo de todos estos recambios es el aprendizaje intergeneracional en un punto clave: la naturaleza del vínculo entre la sociedad y el Estado.

Esta lección definitiva ha sido aprendida y aprehendida en el último recambio (2021-2024), en el que la sociedad cubana acaba de asumir y de incorporar que las y los ciudadanos ocupan un lugar distinto del Estado, frente al Estado.

Después de la represión de las manifestaciones de 2021, el gobierno en Cuba trató de cerrar el abismo con pueblo cubano al reafirmar con violencia su papel de padre representativo. Las protestas, nada más y nada menos que en el oriente del país, muestran con claridad cristalina que la ciudadanía cubana, en sus sentidos cívico y político, llegó para quedarse.

El levantamiento

Varios elementos merecen destacarse:

1. La revolución nació en el oriente.

2. Se extendió rápidamente.

3. Generó el colapso del país.

4. Hubo un quiebre de la comunicación entre el gobierno y la gente.

5. La protesta se normalizó a nivel social.

6. La violencia perdió legitimación política.

7. Se generó un vacío del relato oficial.

8. El gobierno perdió legitimación democrática.

9. El gobierno perdió el liderazgo sobre la sociedad cubana y sus alternativas de futuro.

«Latinoamericanización»

Santiago de Cuba, particularmente, se considera como la cuna de la revolución del 59. De hecho, en julio de 2021, el suceso más destacado en la segunda ciudad de Cuba por importancia fue la detención del líder prodemocrático José Daniel Ferrer. En 2024 la ciudad se une a la fuerte ola en las demandas de democratización.

El oriente del país despertó más protestas. El Cobre, Bayamo y Jigauní, en Granma, Cacocún, en Holguín, que en realidad precede a Santiago de Cuba en esta ola de protestas. Luego, se extendió al centro y parte del occidente del país.

Además, las demandas prebásicas de las protestas reflejan la condición fallida del Estado en satisfacer las condiciones mínimas sobre las que sustentar la gobernanza. En cuanto a la comunicación, el Estado sigue el canal de la ideologización impositiva. La ciudadanía solo entiende de necesidades y demandas mundanas concretas acumuladas. En ese sentido, el país incorporó que la presión en la calle es el medio más efectivo para conseguir la satisfacción de sus demandas.

Con las protestas pacíficas, la sociedad logró la deslegitimación de la violencia política, sostenida también en el duro Código Penal cubano. El tipo de violencia, específica de los totalitarismos, no produce rédito alguno en sus diversas pretensiones.

Por otra parte, el gobierno pierde su capacidad de justificar el régimen, explicar y transmitir esperanza ante los demandantes ante su canto: «No más muela», (no más discursos vacíos). En una de estas manifestaciones, la ciudadanía llegó a recordarle a las autoridades que nadie les había elegido.

En su hora más crítica, el gobierno transfirió sus responsabilidades a los Estados Unidos y al terreno de la irrealidad influyente del exilio cubano. Esto se llama contraliderazgo, el intento del Estado en dirigir la sociedad y sus alternativas de futuro.

Cuba se latinoamericaniza en dos direcciones fundamentales: en las desigualdades y en la incorporación de la protesta como herramienta de democratización. Latinoamérica debería escuchar a las y los ciudadanos cubanos. Ya llegamos. 

Manuel Cuesta Morua

Manuel Cuesta Morua

Historiador por la Universidad de La Habana, Premio Ion Ratiu 2016 y colaborador del Diálogo Latino Cubano de CADAL.

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