Los sueños de los migrantes en la frontera sur

Los sueños de los migrantes en la frontera sur

Estados Unidos es un país de migrantes. Pero en el borde sur de su territorio mueren los sueños de muchas personas que huyen de la pobreza y el hambre. ¿Hasta qué punto la llegada de Joe Biden cambió la política migratoria?

Por: Franco Delle Donne3 Dic, 2021
Lectura: 7 min.
Los sueños de los migrantes en la frontera sur
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

Estados Unidos es un país de migrantes. Pero en el borde sur de su territorio mueren los sueños de muchas personas que huyen de la pobreza y el hambre. ¿La llegada de Joe Biden cambió la política migratoria?

Crisis humanitaria

En la frontera sur de Estados Unidos, en la localidad de Del Río, estado de Texas, ocurre una verdadera tragedia. En cuestión de días, la cifra de emigrantes se multiplicó por diez. Son mayoritariamente haitianos, pero también cubanos, inmigrantes de Centroamérica. Meses atrás hubo otra crisis con la llegada de niños centroamericanos solos a la frontera. La situación es muy grave. Las cifras muestran el mayor aumento de migrantes en veinte años. Las detenciones en lo que va de 2021 han sido de más de un millón trescientas mil personas.

Gabriel Pastor, periodista residente en Washington y colaborador de Diálogo Político y del diario El Observador de Uruguay, conoce la gravedad de la situación. Nos habla de personas indefensas en busca de un lugar donde tener una vida digna, de niños solos, sin padres ni madres, que se enfrentan a la dureza de las rutas migratorias sin saber si podrán resistir el embate. «Que el octavo mes de la administración de Biden concluya con vuelos de expulsión, caballos a la carga y migrantes negros amenazados con látigo es muy revelador de esta tragedia humanitaria», expresa Pastor.

Ante esta crisis, la única solución que propone la administración Biden es un plan de evacuación con vuelos para el retorno de los emigrantes a Haití, pese a la situación de extrema pobreza que hay en el país. Pastor se pregunta dónde están las diferencias entre las políticas migratorias de Biden y de Trump.

El cambio de visión

Sin embargo, también es cierto que ha habido un cambio: «La Administración Trump aplicó políticas antiinmigrantes bajo un relato antiinmigrante, algo que Biden no hace. Biden es un humanista», afirma Pastor, aunque al mismo tiempo manifiesta que el nuevo presidente estadounidense se mantiene en «el terreno de las buenas intenciones». De hecho, el proyecto para iniciar el camino legal hacia la ciudadanía para los once millones de indocumentados que viven en Estados Unidos, una promesa de campaña que Biden transformó en proyecto de ley, está demorado en el Congreso. Pastor explica que Biden se comprometió a establecer en 125.000 el límite de los emisiones anuales de permisos de refugiados, pero desde el próximo año: «Se estableció el techo en 62.500 pero, claro, estaba en 15.000 en la era de Trump. El cambio es importante».

La discriminación por origen y creencia que se institucionalizó en Estados Unidos durante el mandato de Donald Trump tuvo también su traslado práctico en la prohibición de viajar desde países de mayoría musulmana impuesta por el anterior presidente. Esta medida ha sido anulada por Biden, que trata de separarse del mandato anterior tanto en decisiones simbólicas como en otras de más calado.

En lo referido a la emigración, su objetivo es proponer un modelo que vaya más allá de la gestión de una crisis permanente. Un modelo en el que se analicen las causas de la migración y sean atajadas. En ese sentido irían algunos de los programas promovidos por el mandatario demócrata, para invertir millones de dólares en mejorar las condiciones de vida en los países centroamericanos. El objetivo es que los ciudadanos de esos territorios tengan un lugar donde quedarse y no se vean obligados a huir. Centroamérica es el principal emisor de emigración hacia Estados Unidos.

Según Manuel Orozco, experto en migración y remesas del think tank Diálogo Interamericano, desde 2009 hasta el día de hoy casi medio millón de centroamericanos emigran cada año de El Salvador, Honduras y Guatemala, el triángulo norte, escapando de la pobreza y la violencia. Un fenómeno que no tiene visos de frenarse, por las circunstancias que se viven en esos países. Con los problemas estructurales que sufre Centroamérica es muy difícil que veamos cambios a medio plazo en los flujos migratorios.

Proyecto en stand by

Mientras tanto, el proyecto de Ley de Biden para que once millones de personas inicien el camino a la ciudadanía quedó aparcado en el cajón de un escritorio del Congreso. Tampoco ha salido adelante una alternativa, que fue planteada en el Senado y consistía en una partida de 150.000 millones de dólares para ofrecer residencia legal permanente a alrededor de ocho millones de inmigrantes.

Según Pastor, un grupo de académicos en leyes pidió a la vicepresidenta Kamala Harris que el proyecto se incluya en una iniciativa de conciliación presupuestaria. «Así se puede sortear el problema de las mayorías especiales que el Partido Demócrata no tiene», señala el periodista. Lamentablemente, la iniciativa no tuvo respuesta, al menos pública. Esto significa que este año no habrá un plan para los once millones de inmigrantes indocumentados y tampoco uno de alcance menor.

Cuando más necesarias son las iniciativas para una inmigración segura, ordenada y regular, llegan las trabas de todo tipo. Los bloqueos por razones ideológicas o cálculo electoral. Pero Estados Unidos debe reflexionar sobre si puede seguir creciendo como país cerrando la frontera a las personas que buscan un lugar para hacer su vida y aportar lo que saben hacer. Las trabas a la emigración tienen consecuencias en la economía. Más en sociedades envejecidas que necesitan afrontar procesos de renovación demográfica.

Una necesidad para Estados Unidos

«El censo de 2020 reveló una desaceleración en el crecimiento de la población de Estados Unidos. Durante la última década, entre 2010 y 2020, la población creció sólo un 7,4 %, la segunda tasa más baja de cualquier década desde el primer censo del país en 1790. No hay una explicación única para este fenómeno. Una de ellas es el declive de cierto tipo de migración. La inmigración legal se ha mantenido más o menos estable, pero el número de inmigrantes no autorizados se ha reducido desde 2007. La inmigración más lenta tiene implicaciones considerables para el futuro mercado laboral. Eso es innegable»,” profundiza Pastor.

La emigración siempre anima la economía del país de acogida. Y además imprime otra vitalidad como consecuencia de la interculturalidad, que siempre es enriquecedora. Estudios en Estados Unidos revelan que la desaceleración de la inmigración, en particular la de México, va a tener implicaciones para el futuro crecimiento de la economía y de la fuerza laboral estadounidense. Hay escasez de mano de obra en diferentes sectores y Estados Unidos sabe que debe cubrir ese vacío con trabajadores migrantes.

Sociedades abiertas

La perspectiva economicista está bien, porque suma a más gente al grupo de quienes piensan que las sociedades abiertas son más dinámicas, prósperas y tienen mayor calidad de vida. Pero en la frontera sur de Estados Unidos estamos hablando de una tragedia humanitaria, de familias desesperadas y niños no acompañados cuyo destino está marcado por factores contra los que no pueden luchar. Estamos hablando de derechos humanos, no de mano de obra. Aunque a veces nos olvidemos.

Hasta la fecha, la presidencia de Joe Biden se ha caracterizado más por las buenas palabras que por los hechos en política migratoria. El reto para el país sigue ahí. Once millones de personas sin papeles y un flujo migratorio constante desde Centroamérica que colapsa la situación en la frontera. Cerramos esta serie sobre migración con el mismo escepticismo con el que la empezamos. Las diferencias norte-sur o incluso dentro del mismo sur son tan notorias y sus causas están tan localizadas que resulta violento permanecer como si no pudiéramos hacer nada ante la desesperación de millones de personas.

Convertir los países en fortalezas inaccesibles no nos hace ni más prósperos ni más seguros, sino todo lo contrario. Pero sobre todo nos hace peores como personas y dice muy poco de nuestra manera de estar en el mundo. Tras la pesadilla de la administración Trump, esperamos de Joe Biden algo más que discursos bien escritos leídos frente a una pantalla. Esperamos algo más de humanidad y coraje para hacer las cosas por las que uno cree.

Franco Delle Donne

Franco Delle Donne

Doctor en Comunicación Política por la Freie Universität Berlin. Especialista en política alemana. Creador de «eleccionesenalemania.com», único blog de análisis político en español sobre Alemania. Conductor del pódcast «Bajo la Lupa».

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