Concluida la Sesión 54 de la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos realizada en Asunción, Paraguay, podemos realizar algunos comentarios sobre su desarrollo.
No puedo empezar sino por hacer mención a un hecho realmente extraño ocurrido en La Paz, Bolivia. En general de apellido Zúniga llegó con un grupo de militares a la plaza Murillo, y esto impactó en el incipiente desarrollo de la Asamblea. De modo muy rápido la OEA se expidió respaldando al presidente Luis Arce y condenando la asonada militar. Sin embargo, al momento, hay mucha confusión y no está claro el propósito del accionar de este grupo de militares. Visto a esta altura, linda con lo grotesco y nos llena de dudas.
Al retomar la calma se pudo proseguir con el desarrollo de una Asamblea que tenía de antemano una particularidad. Fue la última Asamblea General que presidió el uruguayo Luis Almagro como secretario general. Por lo tanto, además de hacer un repaso de temas poco atractivos para la agenda noticiosa, en la reunión hemisférica se respiraba un clima de balance por lo hecho durante diez años de conducción del organismo.
La era Almagro
Con esta han sido diez las Asambleas que ha presidido Almagro. El ex ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de José Mujica fue elegido en el 2015 casi por unanimidad. Su candidatura entonces solo recibió una abstención. A medida que su gestión iba encontrando su impronta relacionada con una defensa sin concesiones de la Carta Democrática Interamericana, su enfrentamiento con los regímenes autoritarios de la región fue aumentando.
Almagro denunció de modo permanente a los regímenes de Nicolás Maduro en Venezuela, Raúl Castro y Díaz Canel en Cuba y Daniel Ortega en Nicaragua. Pero también su departamento de Observación Electoral dio cuenta de modo muy documentado de un fraude electoral perpetrado en Bolivia por el expresidente Evo Morales en 2019. Esta actitud no fue gratis para Almagro. También por unanimidad fue expulsado de su propio partido político, el Frente Amplio de Uruguay. Este mantuvo, casi sin excepciones, una posición de aceptación de estas dictaduras mencionadas.
Estados mafiosos
Vamos al encuentro de Asunción. El eje principal ha sido la denuncia acerca del daño que el crimen organizado les ha hecho a las débiles democracias de nuestro hemisferio. Estados permeados por organizaciones delictivas que ha escala local han hecho alianzas con organizaciones criminales trasnacionales.
¿O cómo se explica la resiliencia del régimen de Maduro sin su alianza con Rusia e Irán? ¿Solo hay lugar para una clave de interpretación política en estos casos? ¿No es hora de analizarlo también como el accionar de organizaciones delictivas que se apropian de los Estados para que luego de desmontar sus estados de derecho, sus elecciones y la actividad privada, puedan garantizar y ampliar sus negocios extractivos? En este sentido podemos mencionar el trabajo de Moisés Naim sobre “Estados mafiosos”. “Son estos la expresión máxima de la corrupción 3.0. Ya no se trata de grupos criminales que influyen sobre el gobierno desde afuera, sino que la sede de la corrupción es el gobierno mismo”.
El caso cubano
Cuba es al respecto un gran estudio de caso. Allí de modo simbólico gobierna el Partido Comunista. Pero, en realidad, el poder político y económico se encuentra en el Grupo de Administración Empresarial S.A, más conocido por su sigla GAESA. Este consorcio reúne a un número considerable de empresas del Estado tendientes a concentrar y reproducir sus negocios en un marco de discrecionalidad total. Una “privatización” a gran escala del Estado. Funciona como holding monopólico manejado por una pequeña oligarquía civil y militar que controla sectores estratégicos de la economía y más del 95% de las finanzas del país según la OSC Cuba XXI.
Por lo tanto, la amenaza que padece la democracia es que este ejemplo de Cuba se replique en otros países del hemisferio. De hecho, en algunos países esto ya está ocurriendo. Así fue reflejado en el discurso de Almagro al sostener que “el crimen organizado como actor internacional violador de los derechos humanos y de la democracia en la región debe ser derrotado, eso se debe lograr con mayor cooperación internacional, con un sistema multilateral más fuerte y el apoyo entre los Estados que es un imperativo. Sin ellos, sin ninguno de estos pasos, esas soluciones no serán sostenibles. Es necesario fortalecer a la policía, a la fiscalía, al poder judicial con más recursos tecnológicos, humanos, materiales y financieros”.
La OEA en Paraguay
Es verdad que la OEA como organización a veces puede dar la sensación de conseguir magros resultados. Esto quizá se deba a la alta burocratización y a la representación de los países que son susceptibles de esta influencia del crimen organizado nacional y trasnacional. En este sentido, en su discurso inaugural Almagro sostuvo a modo de balance que se atendió esta erosión institucional “con la aplicación 12 veces de la Carta Democrática Interamericana, en sus artículos 17 y 18, para traer estabilidad, para traer gobernanza a nuestros países¸ con la aplicación del Artículo 20 de la Carta Democrática en dos ocasiones, con la liberación de 320 presos políticos en Nicaragua, con la investigación de crímenes de lesa humanidad en Nicaragua y Venezuela, porque no hay nada más contrario a la seguridad y a la paz que la ocurrencia de crímenes de lesa humanidad”.
Esto fue lo que pudo hacer la Secretaría General en un escenario de recesión democrática mundial y de presión autocrática. Y la solución para erradicar esta amenaza no parece fácil cuando en otro pasaje de su intervención nos sugiere el camino a tomar: “Aunque a veces haya que limpiarlas de corrupción o de mal funcionamiento, pero siempre las instituciones son las que nos dan las soluciones, las que mejor nos acercan a la eficiencia democrática y debemos fortalecer las mismas, no insuflarlas de ideología, no para hacer politiquería, sino para que sean instrumentos eficientes de la democracia”.
Nada de esto parece fácil de lograr cuando se advierte que hasta en los países del hemisferio que se encontraban en la cima de los rankings de calidad democrática (Uruguay, Costa Rica, Chile) se manifiesta un retroceso. Por lo tanto, el desafío es enorme y el futuro inmediato no parece traer buenas noticias.

¿Ahora qué?
Si bien aún faltan nueve meses para la finalización del mandato de Almagro podemos preguntarnos si el próximo secretario general tendrá apego y compromiso democrático. O, por el contrario, será una expresión de esta tendencia, que, con variadas intensidades, erosiona las instituciones y el estado de derecho por acción u omisión.
Por lo pronto, la Declaración de Asunción aprobada en el marco de este encuentro deja algunas pautas para la agenda que viene. En el centro del documento se encuentra la necesidad de fortalecer la integración y la seguridad para el desarrollo sostenible de la región, sobre la base de la cooperación multilateral entre los Estados. De igual forma, insistir en la gobernabilidad democrática y sociedades igualitarias, libres, justas y prósperas. En cuanto a los aspectos más específicos de esta declaración podemos mencionar la ratificación del compromiso con el Plan de Acción Interamericano sobre el Cambio Climático 2023-2030 como así también con la implementación de la Convención Interamericana Contra la Fabricación y el Tráfico Ilícitos de Armas de Fuego, Municiones y Explosivos (CIFTA).
En definitiva, en este marco de incertidumbre internacional concluyó la Asamblea 54 aprobando, además de la declaración mencionada, catorce resoluciones entre las que se destaca el hacer un seguimiento de la delicada situación que atraviesa Nicaragua en lo que respecta a la situación política y los derechos humanos.