En Perú, como en gran parte de América Latina, la presencia de China ha aumentado espectacularmente en las dos últimas décadas. Con el comercio y las inversiones vinculadas a las industrias extractivas en el centro de la relación de China con Perú, el país asiático se ha convertido en un actor importante de la economía peruana. De hecho, es ahora el mayor socio comercial de Perú. Y no sólo eso: una quinta parte de la inversión china en Sudamérica se destina a Perú y sólo Brasil recibe más.
Más comercio, no necesariamente mejor
Se cita con frecuencia el creciente volumen de las exportaciones peruanas a China como ejemplo de los beneficios que aporta esta relación. La tasa media de crecimiento anual en las exportaciones ha sido del 12,7%. Es decir, las ventas a China pasaron de 5.580 millones de dólares en 2010 a 20.670 millones en 2022. Durante los 13 años de vigencia del TLC, el valor de las importaciones peruanas desde el país asiático creció a una tasa promedio anual de 11,6%. Acumuló un total de 115.860 millones de dólares.
Sin embargo, no es seguro que la caída de aranceles que contempla el TLC entre China y Perú se traslade a los consumidores. “En mercados altamente concentrados, como los monopolios y oligopolios, la reducción de aranceles no necesariamente se traduce en precios más bajos para los consumidores. Pues, el intermediario no tiene incentivo para hacerlo. Y América Latina está plagado de monopolios y oligopolios”, apunta Julio Guzmán, economista peruano.
¿Retórica de ganar-ganar?
La relación comercial entre China y Perú ha contribuido decisivamente a la consolidación de un patrón primario exportador. Según datos oficiales, los minerales y la harina de pescado representan más del 95% de las ventas peruanas a China.
Con ello, Perú no sólo ha reforzado con China su posición como exportador de productos mineros e importador de bienes manufacturados. También se ha unido a la larga lista de países que no han sido capaces de convencer a China para invertir más en industrias de valor añadido. Son las que realmente contribuyen al desarrollo por la vía de transferir tecnología y conocimiento, así como la creación de puestos de trabajo.
Además, no podemos obviar que Pekín tiene una necesidad estratégica que atender en Perú: garantizarse su futuro abastecimiento de recursos naturales. Perú y otros países ricos en recursos han sido fundamentales para alimentar dos de los motores de la economía doméstica china: la industria manufacturera (la llamada fábrica del mundo) y la urbanización de China.
El mito de la diversificación
Las exportaciones de bienes de sectores no tradicionales disminuyeron en términos porcentuales durante este periodo. Desde el 2010, pasaron del 4,9% al 3,7% en 2013.
El hecho de que China sea el principal destino de las exportaciones peruanas de bienes de sectores tradicionales y, sin embargo, que no sea siquiera uno de los cinco principales compradores de sus exportaciones no tradicionales, plantea la cuestión de si ambos países se benefician por igual de su relación comercial.
Una fuente cercana a los negociadores de la parte peruana explica que “las barreras fitosanitarias han sido un factor perjudicial para el acceso al mercado chino” de los productos agrícolas peruanos. Paradójicamente, las comunidades indígenas peruanas cercanas a las concesiones mineras donde invierten las compañías chinas no han podido beneficiarse significativamente de un mayor acceso al mercado chino de los productos que producen de forma sostenible en sus tierras.
La diversificación comercial con China parece por el momento un objetivo inalcanzable. Mientras, los flujos comerciales de Perú con Estados Unidos y la Unión Europea muestran la tendencia contraria. Es decir, hubo un importante incremento en el volumen de exportaciones no tradicionales y un descenso paulatino en la venta de productos mineros y otros bienes tradicionales.
El hecho de que Perú haya sido capaz de diversificar sus exportaciones a Estados Unidos y la Unión Europea, pero no a China, sugiere que su relación comercial con los dos primeros es más beneficiosa para Perú que la que mantiene con China, la cual está muy vinculada a los productos mineros
Un acuerdo sin regulaciones
Otro perjuicio es que el TLC no cuenta con salvaguardias para garantizar que el comercio y las inversiones se realicen con protección del medio ambiente y los derechos de los trabajadores.
Hay otra diferencia significativa. Mientras que los grupos civiles peruanos pudieron trabajar con grupos equivalentes en Estados Unidos y Europa para presentar las denuncias, en el caso de China no hay interlocutores. China incluyó capítulos verdes en sus acuerdos comerciales con Nueva Zelanda y Suiza. Pero ni China ni Perú propusieron disposiciones de este tipo durante las negociaciones de su TLC. Los negociadores peruanos evitaron hablar de salvaguardias ambientales para evitar que la parte china se sintiera incómoda si se le proponía un capítulo así, explican fuentes peruanas.
Durante las negociaciones para optimizar el TLC, que comenzaron en 2019 y estaban por concluirse en 2024, cuatro organizaciones peruanas enviaron cartas en 2021 y 2022 al gobierno chino y peruano instándoles a aprovechar la revisión en curso para incluir un capítulo verde en el TLC. Ninguno de los dos gobiernos contestaron.
Este artículo es una adaptación de un informe publicado por Cadal.