El largo ciclo electoral para elegir un nuevo gobierno en el país llegará a su fin este domingo 24 de noviembre. Dos fórmulas compiten para alcanzar la presidencia de la República: Daniel Martínez-Graciela Villar y Luis Lacalle Pou-Beatriz Argimón. Llegó la hora del balotaje, la segunda vuelta electoral.
En medio de una región en crisis, con varios países «en llamas» por diversas situaciones políticas, sociales y económicas, el Uruguay, aparente último bastión de estabilidad en el continente sudamericano, se encamina a ingresar en una nueva etapa de su historia política.
El pasado 27 de octubre, en las elecciones nacionales, se produjo un quiebre: por primera vez en 15 años ningún partido político obtuvo mayorías parlamentarias. El Frente Amplio, que gobernó en los últimos tres períodos en dicha condición, recibió un revolcón electoral al caer casi 9 por ciento de los votos en comparación a los comicios del año 2014. Se trató de una fuga de cerca de 200.000 personas. A pesar de haber obtenido el 39 por ciento del electorado y de ser la fuerza política más votada, quedó en minoría respecto a la oposición política.
El Partido Nacional, retador de la coalición de izquierda, alcanzó el segundo lugar con 28 por ciento de los sufragios e ingresó a la instancia de balotaje, ya que ninguno tuvo la mitad más una de las adhesiones para vencer en primera vuelta, como lo prevé el sistema electoral uruguayo.
El líder de esta colectividad, Luis Lacalle Pou, consiguió algo inédito: la misma noche y tras conocerse los resultados, recibió el apoyo de otros cuatro partidos opositores y quedó muy bien ubicado de cara a la segunda vuelta. El Partido Colorado con 12 por ciento, Cabildo Abierto con 11 por ciento, el Partido de la Gente con 1 por ciento y el Partido Independiente con 0,9 por ciento llamaron a sus seguidores a que voten por el candidato nacionalista. Ese último domingo de octubre nacía la denominada coalición multicolor, que alcanza al 54 por ciento de los uruguayos y que le daría la llave del gobierno a la centroderecha, desplazando a la izquierda del poder.
Días después del acto eleccionario, los líderes de estos cinco partidos —Luis Lacalle Pou (PN), Ernesto Talvi (PC), Guido Manini Ríos (CA), Edgardo Novick (PG) y Pablo Mieres (PI)— firmaron un acuerdo programático y sellaron las bases para conformar un posible gobierno de coalición, algo en lo que habían insistido durante la campaña electoral Lacalle Pou y el expresidente de la República Julio María Sanguinetti, uno de los artífices de la alianza. Además, la unión de los partidos les dio en los hechos la mayoría parlamentaria, con 17 senadores y 56 diputados.
El liderazgo de Luis Lacalle Pou, varias veces diputado, senador e hijo del expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera (1990-1995), que comenzó a preparar esta campaña electoral desde el momento mismo en que perdió las elecciones anteriores cinco años atrás frente al actual presidente Tabaré Vázquez, le permitió descifrar el descontento de grandes sectores de la población con el gobierno, comprender los aires de cambio y conformar una ingeniería de alianzas que aglutinó a las fuerzas opositoras y que lo dejaron a las puertas de la presidencia. Las principales encuestadoras del país indican que Lacalle Pou está entre cinco y ocho puntos por encima de Daniel Martínez, candidato del oficialismo.
La coalición multicolor está conformada por los dos partidos tradicionales y fundacionales del Uruguay, el Nacional y el Colorado, ambos con 180 años historia y de ideología liberal, ubicados en la centroderecha del espectro político. También participa Cabildo Abierto, la sorpresa de la presente campaña, que llevó como candidato presidencial al excomandante en jefe del Ejército, Guido Manini Ríos. El general retirado se había enfrentado al presidente Tabaré Vázquez y fue cesado de su cargo, al que había llegado bajo el gobierno de José Mujica. El partido político se ubica en la derecha, pero no son pocos los que lo califican como de extrema derecha. El Partido de la Gente, también de derecha, y el Partido Independiente de centroizquierda, forman parte del acuerdo.
El Frente Amplio en su laberinto
A pesar de que varias encuestas lo vaticinaban, los resultados del 27 de octubre cayeron como un baldazo de agua fría para el Frente Amplio y sus dirigentes, que esperaban quedar por encima del 40 por ciento y así poder dar pelea en la segunda vuelta. El 39 por ciento definitivo le significó a la izquierda caer en su votación más baja desde el año 1999, perder las mayorías parlamentarias y quedar muy cerca de la derrota en la búsqueda de su cuarta presidencia consecutiva.
Ninguno de los restantes 14 partidos políticos que comenzaron el ciclo electoral en las pasadas elecciones internas y que van de la extrema izquierda a la extrema derecha, pasando por todos los matices posibles del escenario político, le dieron su apoyo al oficialismo, lo que le ha imposibilitado tejer alianzas para mejorar su caudal electoral. Quedará para el análisis politológico la pregunta sobre qué ha pasado en estos 15 años para que el Frente Amplio haya quedado en absoluta soledad. La respuesta del electo diputado por el Partido Ecologista Radical Intransigente, César Vega, es sintomática: «En el balotaje anularé mi voto; no voy a votar por Lacalle, pero mucho menos por el Frente Amplio». Su partido fue la quinta fuerza más votada.
La campaña electoral que lideró el candidato Daniel Martínez, exintendente de Montevideo, estuvo marcada por varios errores y desaciertos, nunca consiguió sentirse cómodo en su rol, se lo vio molesto en las entrevistas periodísticas y su cambiante estrategia desconcertó a propios y extraños. Además, cargó con la mochila, con lo bueno y lo malo de un partido político que llegará en marzo del 2020 a los 15 años ininterrumpidos en el poder.
El desgaste se aprecia, por ejemplo, en el alto índice de desaprobación con el que cuenta el gobierno liderado por Tabaré Vázquez. La inseguridad está en sus cifras más grandes de homicidios, rapiñas y hurtos; la educación registra malos resultados y la economía se encuentra en declive con el cierre de pequeñas empresas, la pulverización de más de 50.000 puestos de trabajo en el último período, un déficit fiscal que ronda el 5 por ciento del PBI y un costo de vida demasiado alto, todas cosas que han puesto contra las cuerdas al Frente Amplio. Las acusaciones de clientelismo, despilfarro de los dineros públicos durante la gestión de José Mujica, el apoyo incondicional al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela y los varios casos de corrupción, que, por ejemplo, han llevado a la inédita renuncia del vicepresidente Raúl Sendic, abonaron al desencanto de varios segmentos del electorado para con la fuerza de izquierda.
Rumbo a las urnas
El domingo 24 de noviembre se cierra el ciclo electoral con el balotaje. Hay 2,7 millones de personas habilitadas para votar en unas elecciones de carácter obligatorio. Gane quien gane, el Uruguay comenzará una nueva era política a partir del 1º de marzo de 2020, cuando asuma un nuevo gobierno y se alcancen los 35 años de democracia ininterrumpida en el país.
Los candidatos
Daniel Martínez: Candidato presidencial del Frente Amplio. Tiene 62 años de edad. Ingeniero industrial de profesión, fue senador, presidente de la petrolera estatal Ancap, ministro de Industria e intendente de Montevideo. Pertenece al Partido Socialista.
Luis Lacalle Pou: Candidato presidencial del Partido Nacional. Tiene 46 años de edad. Abogado de profesión, fue diputado en tres períodos y senador. Es hijo del expresidente de la República Luis Alberto Lacalle y bisnieto de Luis Alberto de Herrera, uno de los políticos más importantes en la historia del Uruguay. Fue candidato presidencial en las elecciones de 2014.