«Problemas perversos», así Rittel y Webber definieron hace 50 años los problemas sociales complejos y confusos, representados por actores con intereses contradictorios. Al intentar solucionarlos, surgen consecuencias inesperadas, que incluso los profundizan. A la luz de este concepto, diversos especialistas explican que hasta finales de esta década la inteligencia artificial (IA) se va a expandir a un ritmo sin precedentes y no existe una solución única para los desafíos que producirá.
Además de la regulación de la IA, la «singularidad económica» es otro elemento de la discusión que preocupa a los especialistas. Se denomina así al momento del desarrollo económico en el cual la mayoría de las personas no encontrarían empleos tras su reemplazo por sistemas automatizados, robots e IA. Sin embargo, no es la primera vez que la humanidad vive una revolución industrial. La era de la IA promete, en contraste, la generación de nuevos tipos de empleo y se presenta como un instrumento esperanzador para tomar mejores decisiones como sociedad.
IA en Davos
Los principales tomadores de decisiones se reúnen desde hace 54 años en la Reunión Anual del Foro Económico Mundial (FEM) o Foro de Davos. La plataforma económica global reúne a 3.000 líderes globales para fomentar la cooperación público-privada. Entre el 15 y el 19 de enero, participaron desde Latinoamérica los presidentes de Argentina y Colombia, quienes se sumaron a los 350 jefes de Estado y de gobierno, y ministros asistentes.

«Reconstruir la confianza» ha sido la consigna del Foro de Davos este año. Para el presidente del FEM, Børge Brende, las reuniones sostenidas se han orientado a fortalecer la cooperación y mostrar resultados ante los desafíos globales en materia económica y de sostenibilidad. La tecnología, y en particular la IA como motor de la economía y la sociedad, se sumó a los temas prioritarios de la agenda.
«La IA ha sido desmitificada porque las personas la están usando ahora» sentenció Sam Altman, CEO de OpenAI, empresa creadora de ChatGPT. A lo largo de 32 sesiones, las personalidades globales más relevantes insertaron nuevos elementos a la discusión de las tecnologías transformadoras, como el 5G y 6G, la computación cuántica y la biotecnología.
El eje de las discusiones fue el equilibro entre la innovación y la protección para garantizar un desarrollo responsable. Esta discusión estuvo enmarcada en el trabajo de la Alianza para la Gobernanza de la IA, integrada por gobiernos y empresas clave, y los 20 Centros para la Cuarta Revolución Industrial a nivel global. La conclusión recurrente durante los paneles ha sido el potencial igualador y catalizador de innovación global de la inteligencia artificial.
Industria 4.0 en Latinoamércia
La primera revolución industrial en 1760 cambió irreversiblemente la economía global y el funcionamiento de las sociedades. Ni hace 250 años, ni hoy se ha tratado de una batalla entre la humanidad y la tecnología. Por el contrario, la tecnología se ha integrado cotidianamente a la vida de las personas. Hoy la cuarta revolución industrial o industria 4.0, captura los desarrollos tecnológicos que integran tecnologías digitales, como la inteligencia artificial y el internet de las cosas (IoT, en inglés) en los procesos industriales, para hacerlos más eficientes y automatizados.
La adopción de la IA en los procesos operativos y servicios no es una tarea que se pueda dejar para dentro de dos o tres años. El momento es hoy, de acuerdo con Arvind Krishna, CEO de IBM Corporation. El ejecutivo, quien participó como panelista en la sesión sobre IA generativa y la cuarta revolución industrial, explicó que son visibles las diferencias en la productividad de empleados y empresas a partir del uso de IA.
En este contexto, Colombia y Brasil desde el 2019 y 2020 han tomado un rol protagónico con la implementación de centros para la cuarta revolución industrial. La especialidad regional en Medellín está en la integración de la IA en los sistemas alimentarios. Por su parte, en Sao Paulo el centro está dedicado al ámbito industrial, especialmente en el desarrollo del IoT para pymes.

Dos prioridades para Latinoamérica
1) Alfabetización en IA para los decisores políticos. Las discusiones sobre IA a nivel global han estado lideradas por los ejecutivos de las economías avanzadas. La limitada presencia de voces de las economías emergentes, como Latinoamérica, ha sido visible. No es sencillo regular lo que no se conoce. La política debe comprender el fenómeno, hablar el mismo lenguaje técnico y hacer uso activo de la IA.
Dos lecciones:
–Ejecutar estrategias para que el Estado, la academia y otros actores clave contribuyan en la tarea de capacitación de los decisores políticos.
–Impulsar discusiones sobre la integración y regulación de la IA en el desarrollo socioeconómico sostenible, en los procesos electorales y en la protección de la democracia.
2) El futuro del trabajo.Días antes del Foro de Davos, se presentóel informe Gen-AI: inteligencia artificial y el futuro del trabajo. Con cerca del 40% del empleo global expuesto al impacto de la IA, ésta tiene el potencial de redefinir los mercados laborales. Las economías emergentes podrían experimentar más tarde los beneficios, en comparación con las economías avanzadas.
Dos lecciones:
-Las economías avanzadas deberán asumir el liderazgo en las regulaciones para reasignar la mano de obra, especialmente los trabajadores de grupos de mayor edad. Lo que podría dejar lecciones por aprender para las economías emergentes.
-Las economías emergentes, como la mayor parte de Latinoamérica, deben priorizar el desarrollo de infraestructura y habilidades digitales.
Democratizar
Los líderes globales tienen la tarea de garantizar la seguridad de la humanidad y garantizar respuestas efectivas a las actuales vulnerabilidades y amenazas que puedan producirse debido a la transformación tecnológica.
En Latinoamérica, urge además que la política tome medidas concretas para democratizar la tecnología y aprovechar las oportunidades que brinda la industria 4.0. En el mejor escenario, lograr que la IA esté al servicio de la humanidad podría contribuir drásticamente a la reducción de brechas en las sociedades.