Comercio con África: ¿nuevas viejas dependencias?

La narrativa poscolonialista no es suficiente para explicar por qué el continente aún no logra el progreso económico.

Por: Redacción31 Ago, 2025
Lectura: 16 min.
Comercio con África: ¿nuevas viejas dependencias?
Compartir
Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

¿Por qué el África subsahariana ocupa sistemáticamente los últimos puestos en las encuestas mundiales sobre progreso socioeconómico? Mientras que, por ejemplo, Jeffrey Sachs en su libro El fin de la pobreza sostiene que un “gran impulso” en materia de conocimientos y apoyo financiero podría superar la falta de progreso, la economista zambiana Damibisa Moyo argumenta exactamente lo contrario.

El apoyo a gran escala a los países africanos obstaculiza el crecimiento económico del continente más de lo que lo ayuda. Exime a los gobiernos de su responsabilidad y los reduce a mendigos. Entre ambos extremos hay muchos otros economistas del desarrollo que ven las causas también en las élites, las instituciones estatales y las estructuras sociales.

Por su parte, los representantes del poscolonialismo opinan que “la historia del colonialismo no terminó con la independencia formal”. Afirman que las dependencias que persisten con respecto a las antiguas potencias coloniales, o de manera generalizada con respecto a Occidente, siguen impidiendo el crecimiento y la prosperidad en el continente africano hasta el día de hoy. En este contexto, se suele señalar con frecuencia la explotación de las materias primas africanas como la principal responsable de la falta de desarrollo económico del continente africano.

En ese marco, las estructuras neocoloniales favorecerían a los países occidentales en el comercio y explotarían a los países africanos. Mientras África exporta materias primas como petróleo o minerales, el continente importa productos industriales acabados, lo que provoca un desequilibrio en el comercio e impide la industrialización y el desarrollo. Además, según esta argumentación, las barreras comerciales impiden que África participe en el comercio mundial.

Exportaciones: materias primas sin procesar

Los países africanos exportan principalmente materias primas sin procesar (petróleo y gas natural, minerales y metales), lo que no ha cambiado en los últimos 30 años. Dependiendo de los precios del mercado mundial, representan entre el 60% y el 89% del volumen total de exportaciones africanas, que se distribuye de forma muy desigual dentro del continente. Entre 2016 y 2020, Sudáfrica, Nigeria, Egipto, Angola y Marruecos exportaron más que el resto del continente en su conjunto.

También es cierto que la exportación de materias primas sin procesar tiene muchas desventajas para los países. La extracción de combustibles y la minería de minerales y metales requieren mucho capital pero crean pocos puestos de trabajo. A menudo, los beneficios no se reinvierten en el país, sino que fuera de él. Esto solo beneficia a un grupo limitado de personas y no a la industria nacional. Además, los precios de las materias primas son volátiles y están sujetos a fuertes fluctuaciones cambiarias. Por lo que, los países son vulnerables a las crisis externas y dificulta la planificación del presupuesto nacional.

Materias primas versus diversificación

Mientras que muchos países asiáticos apuestan desde los 60 por una diversificación sistemática de su producción y aplican estrategias de exportación promovidas por el Estado, los países africanos han desaprovechado en gran medida la oportunidad de invertir los beneficios obtenidos de la exportación de materias primas en el desarrollo de sus sectores industriales.

Así, por ejemplo, en 1965, la renta per cápita en Ghana, Chad o Madagascar era superior a la de Corea del Sur. Pero la exportación al mercado mundial y la diversificación de los productos ofrecidos contribuyeron al auge económico de Corea del Sur en los años siguientes. Al mismo tiempo, el país pudo crear muchos puestos de trabajo gracias a la reestructuración de productos baratos a productos de alta calidad.

En general, el PIB de Asia creció desde principios de los 70 más del doble que el de los países industrializados. A diferencia de África, donde el crecimiento se basó en gran medida en la exportación de materias primas. Diversos estudios demuestran que los países con una estructura de producción y exportación más diversificada tienen una renta per cápita más alta, y que los países que fabrican y exportan productos más elaborados tienden a crecer más rápidamente.

África, por el contrario, se ha desindustrializado desde los 70 en dos sentidos. Por un lado, la proporción de puestos de trabajo en la industria manufacturera está disminuyendo. Y, por otro, la estructura de las exportaciones se ha diversificado menos y la fabricación de productos se ha vuelto menos compleja.

Por lo tanto, muchos países africanos no han logrado desde su independencia implementar estrategias de exportación orientadas a la diversificación y al establecimiento de industrias manufactureras. La exportación de materias primas es consecuencia del modelo y la estrategia de estos países y no se debe atribuir a estructuras neocolonialistas.

¿Víctimas de elevadas barreras comerciales?

Para África, la Unión Europea es el socio comercial más importante. Alrededor del 26% de todas las mercancías importadas proceden de Europa, seguida de China con un 15%. Estas cifras coinciden con los destino de exportación de mercancías africanas: el 26% a Europa y el 15% a China. Para Europa y China, en cambio, el comercio con África es insignificante y solo representa el 2,2% y el 3,9% del comercio, respectivamente. Por lo tanto, es evidente que existe un desequilibrio comercial entre África y el resto del mundo. A esto se suma que África comprende alrededor de una quinta parte de la población mundial, pero solo genera alrededor del 4,8% del producto interior bruto mundial. Esto sitúa el rendimiento económico de todo el continente africano entre el de Japón y el de la India.

Sin embargo, en los últimos años, los países industrializados han intentado facilitar el acceso de las empresas africanas a los mercados internacionales. En virtud del acuerdo Todo menos armas, 35 países africanos tienen acceso libre de aranceles y cuotas al mercado de la UE. Más del 90% de las exportaciones africanas llegaron a la UE sin aranceles en 2023. Esto ofrece a los exportadores africanos un acceso transparente y sencillo.

La Ley de Crecimiento y Oportunidades (AGOA, en inglés) de Estados Unidos regula desde el 2000 la importación libre de aranceles y cuotas de diversos productos a EEUU con el objetivo de mejorar las relaciones comerciales y económicas con el África subsahariana. Bajo la presidencia de Trump, el futuro de la AGOA es incierto. Pero en el pasado muchos países e industrias, entre ellos la textil y la automovilística, se han beneficiado de las favorables condiciones de importación que ofrece la AGOA.

Barreras no arancelarias

Sin embargo, los elevados estándares de calidad europeos, especialmente en el ámbito de los productos agrícolas, suelen presentar una barrera comercial no arancelaria. Las relaciones comerciales también deben evaluarse de forma algo más diferenciada en el marco de los acuerdos de asociación económica (AAE) de la UE. Los países emergentes y los de renta media se benefician de un mejor acceso al mercado de la UE, pero a cambio también deben abrir sus propios mercados. Las condiciones establecidas en los acuerdos son en parte controvertidas. Los críticos señalan que las reformas comerciales podrían perjudicar más que beneficiar a los mercados africanos en crecimiento. En este punto no se puede realizar una evaluación definitiva de estas reformas estructurales, pero cabe señalar que los acuerdos de asociación económica también tienen por objeto reducir los aranceles y las normas de cuotas, facilitando así el acceso al mercado de los productos africanos.

Estadísticas como el Índice de Barreras Comerciales Globales o el Índice de Restricciones al Comercio de Servicios del Banco Mundial miden en qué medida la política comercial de un país favorece o restringe el comercio internacional. Concluyen que los países africanos presentan elevadas barreras nacionales, tanto arancelarias como no arancelarias. Entre las barreras no arancelarias se encuentran los largos y costosos trámites aduaneros, los problemas para obtener certificados de exportación e importación, y las certificaciones de normas de higiene. Los regímenes de devolución de derechos de aduana, exención de derechos de aduana y devolución del impuesto sobre el valor agregado suelen ser difíciles de entender, largos y costosos, lo que provoca retrasos considerables.

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) estima que los requisitos técnicos, los procesos aduaneros ineficientes y otros problemas relacionados con la importación y la exportación reducen el comercio africano tres veces más que los propios aranceles.

El desarrollo económico no es uniforme

Generalizar que África es un “objeto que se ha convertido en víctima de sujetos extranjeros”, como afirman los defensores de la teoría neocolonialista, resulta problemático en muchos sentidos. Resumir los 54 Estados africanos como una sola África ignora el desarrollo altamente heterogéneo que han experimentado los países africanos tras su independencia. El experto en África Nic Cheeseman señala que en los próximos años la tendencia a la heterogeneidad se intensificará aún más, tanto en el desarrollo económico como democrático.

Los siguientes ejemplos lo ilustran claramente. Cuando Kenia y Tanzania obtuvieron su independencia del Reino Unido en los 60, tenían una renta per cápita similar, que procedía principalmente de los ingresos agrícolas. Mientras que Tanzania, bajo el mandato del presidente Julius Nyerere, nacionalizó las empresas e introdujo un modelo estatal socialista, Kenia se ha caracterizado desde su independencia por una política económica liberal y estructuras de economía de mercado. La renta per cápita en Kenia creció desde 1960, de 793 dólares estadounidenses a 1,800. En Tanzania, pasó de 834 a 1,092. Los kenianos son hoy un 70% más ricos que sus vecinos tanzanos.

El Fondo Monetario Internacional prevé que en 2025 Kenia se convertirá en el país más fuerte económicamente de África Oriental. Según el FMI, Kenia ha soportado mejor las consecuencias económicas negativas de la pandemia en comparación con otros países de la región. Hasta ahora, Etiopía dominaba la economía de África Oriental. Sin embargo, después de que el gobierno el año pasado liberalizó el tipo de cambio de la moneda nacional, el birr, frente al dólar estadounidense, abandonando así el tipo de cambio controlado, el birr se devaluó enormemente. Por el contrario, se citan como razones del buen rendimiento de Kenia una economía de mercado abierta, flujos de ingresos diversificados y la estabilidad del chelín keniano.

Por lo tanto, reducir África de manera generalizada a un continente explotado ignora el hecho de que los países se han desarrollado de manera muy diferente. Esta visión unidimensional también ignora que los Estados independientes del continente tienen su propio poder de configuración. Reducir la falta de desarrollo económico y social a la persistencia de relaciones de poder desiguales no hace justicia a los diferentes niveles de desarrollo de los países africanos y, sobre todo, minimiza el éxito de aquellos países que, en las últimas décadas y en condiciones a veces difíciles, han logrado convertirse en países emergentes o, como en el caso de Mauricio, en países de renta media.

Por otro lado, significaría que los países africanos no han logrado asumir su propia responsabilidad política por su desarrollo económico y que son meros objetos dependientes de otras potencias. Sin embargo, este tipo de paternalismo reproduce una visión colonial de África como un continente dependiente y niega a los africanos cualquier influencia sobre su propia capacidad de acción. El hecho de que Liberia y Etiopía, los únicos países del continente africano que no fueron colonizados, hayan experimentado además desarrollos económicos y políticos muy similares, tampoco es compatible con la teoría neocolonialista de la nueva vieja dependencia.

Las relaciones internacionales de África

África no ha desempeñado hasta ahora un papel importante en el comercio mundial. Sin embargo, los países africanos mantienen relaciones económicas globales y deciden de forma independiente con quién comercian. Hace tiempo que el comercio mundial dejó de estar dominado por los países industrializados occidentales. Los países asiáticos, con China a la cabeza, constituyen los pesos pesados económicos.

Entre 2014 y 2023, la cuota de Europa en el comercio africano se situó en promedio en torno al 27%, mientras que en la década de 1990 era aún del 48%. En el mismo periodo, el comercio de África con China y la India aumentó de alrededor del 9% al 23%.

Al igual que los países industrializados occidentales, China importa principalmente materias primas, minerales y metales de África. A cambio, exporta productos manufacturados, como maquinaria o productos electrónicos. En la última década, China invirtió en el desarrollo de las infraestructuras de África y, a menudo, ha obtenido un acceso preferencial a materias primas estratégicas. Sin embargo, a diferencia de la UE, China no ha realizado hasta ahora grandes esfuerzos por crear industria manufacturera y oportunidades de empleo en África. Si bien es cierto que el modelo chino ha ayudado rápidamente a muchos países africanos a dotarse de la infraestructura que tanto necesitaban, ¿qué medida contribuye al crecimiento económico sostenible?

En este contexto, resulta extraño que el concepto de neocolonialismo también alimente el resentimiento antioccidental , según el cual los países oprimidos de África deben liberarse de la explotación occidental, ya que las relaciones comerciales globales y diversas de los países africanos demuestran que las relaciones comerciales ya no se pueden reducir a Europa.

Responsabilidad política de los dignatarios africanos

Las teorías neocoloniales atribuyen a factores externos el retraso económico del continente africano en comparación con otras regiones del mundo. Esta visión pasa por alto los factores internos. Subestima que “la falta de buena gobernanza y los cuestionables experimentos políticos han contribuido, como mínimo, a muchos de los problemas poscoloniales”, como demuestran claramente los ejemplos de Zimbabue y Madagascar.

El nigeriano Ejike Raphael Nnamdi escribe acertadamente al respecto: “Más de 60 años después de la independencia, uno se pregunta por qué el colonialismo sigue siendo considerado el chivo expiatorio de nuestra inactividad. ¿Significa esto que, aparte del colonialismo y sus consecuencias como factores externos, no hay factores internos que puedan ser responsables de nuestra difícil situación? ¿Quién es el culpable de los problemas internos, si es que persisten?”.

En este contexto, también hay que tener en cuenta el hecho de que las asociaciones comerciales y los acuerdos con empresas internacionales no siempre conllevan el máximo beneficio económico para la población. Los acuerdos sobre materias primas, en particular, se negocian a menudo a puerta cerrada, lo que favorece la corrupción. Se desconocen los ingresos exactos que el Gobierno obtiene de los acuerdos sobre materias primas, pero el Estado pierde ingresos fiscales que, a su vez, faltan para el desarrollo socioeconómico. La mala gobernanza, la corrupción y la mala gestión también disuaden a los posibles inversores, ya que encarecen los costes empresariales hasta un 40% en comparación con otras regiones en desarrollo y emergentes.

Aumenta el poder creativo africano

No caben dudas de que la colonización tuvo repercusiones sobre el desarrollo social y económico, cuyas consecuencias negativas aún se dejan sentir. Por lo tanto, es correcto e importante que países como Francia, Gran Bretaña y Alemania reconozcan su pasado colonial y se disculpen por las injusticias. Sin embargo, los países africanos hace tiempo dejaron de depender económicamente de sus antiguas potencias coloniales . Deciden de forma independiente sobre sus relaciones comerciales que contribuyeron al crecimiento de la prosperidad de muchos países.

Con la expansión de las relaciones comerciales, también se intensificó la presencia de los países africanos en foros multilaterales como las Naciones Unidas, el G20 o incluso los BRICS, a la que pertenecen Sudáfrica, Etiopía y Egipto. Sudáfrica, que este año ocupa la presidencia del G20, concede una importancia especial al desarrollo económico del continente y es de esperar que a lo largo del año temas relacionados con este, como la industrialización, la transformación de materias primas, las asociaciones comerciales y la zona de libre comercio africana acordada, desempeñen un papel importante en diversas reuniones de alto nivel de jefes de Estado y de Gobierno. Dada la actual situación geopolítica y la menor cooperación de EEUU con África, la UE tiene aquí una oportunidad para demostrar que es un socio fiable y a largo plazo en el continente y para apoyar estos asuntos.

Beneficio África – UE

Desde una perspectiva geoestratégica, las relaciones comerciales de Europa con África cobran cada vez más importancia, sobre todo porque el futuro de la asociación transatlántica es incierto. La Unión Africana está impulsando la creación de una zona de libre comercio africana (AfCFTA), que ofrece enormes oportunidades también para las empresas europeas y alemanas. Dentro de 40 años, África tendrá más habitantes que India y China juntas. Una creciente clase media en África demandará cada vez más productos del extranjero. Al mismo tiempo, la zona de libre comercio ofrece a las empresas extranjeras la oportunidad de producir in situ y beneficiarse de la mano de obra de la población joven. Sin embargo, aún quedan por realizar enormes esfuerzos para crear la zona de libre comercio, lo que también debe debatirse de forma abierta y honesta.

A menudo parece que, por del lado africano, falta voluntad política para eliminar las barreras comerciales y abrir los mercados. Sin embargo, los países africanos también pueden beneficiarse enormemente de un comercio intraafricano más fuerte. En la actualidad, solo representa el 16% del volumen comercial total del continente, lo que lo sitúa muy por debajo del comercio intraeuropeo (67%) y del comercio intraasiático (60%). No obstante, los productos industriales ya representan casi la mitad de las mercancías comercializadas. Esto permite concluir que, una vez creada, la zona de libre comercio supondrá un gran potencial para la industrialización de los países africanos.

La reciente medida del Gobierno estadounidense de imponer aranceles elevados a las exportaciones africanas podría ser un shock beneficioso para que, por fin, se considere la expansión del comercio intraafricano como una prioridad económica. Incluso antes de que se complete una zona de libre comercio africana, la UE puede ayudar al continente a aplicar reformas que supongan la eliminación de las barreras comerciales, tanto arancelarias como no arancelarias. Esto también redunda en interés de la UE, ya que solo así las empresas europeas podrán aumentar la rentabilidad de sus negocios en África.

Oportunidad: mierales y metales

Pero no solo los mercados de consumo en África ganarán importancia en el futuro, sino también los recursos de África. Muchos minerales y metales estratégicos necesarios para la transición energética y las tecnologías bajas en carbono en todo el mundo se encuentran en África. E

xiste un interés global por asegurarse el acceso a estas materias primas, en parte en condiciones cuestionables. China se ha asegurado a menudo el acceso a materias primas críticas cuyo valor es mucho mayor que el del proyecto de infraestructura terminado. Un acuerdo de “minerales por seguridad” entre EEUU y la República Democrática del Congo prevé que las empresas estadounidenses obtengan acceso preferencial a los yacimientos de materias primas, a cambio de apoyo militar para poner fin al violento conflicto en el país. En África Occidental, con el apoyo financiero de EEUU, la empresa estadounidense Ivanhoe Atlantic tiene previsto ampliar el corredor Liberty entre Guinea y Liberia. No solo mejorará la infraestructura de ambos países. También facilitará considerablemente a la empresa minera el transporte de mineral de hierro desde sus minas en ambos países.

Los países africanos se encuentran en una posición estratégica y pueden aprovechar el interés por sus materias primas en su propio beneficio. Esto debería restar aún más sustancia a la visión neocolonialista de África. Europa también debería asegurarse su lugar en la mesa de negociaciones. Debe formular de manera más concreta sus propios intereses económicos y destacar que ambas partes pueden beneficiarse de la intensificación de las relaciones comerciales.

Redacción

Redacción

Plataforma para el diálogo democrático entre los influenciadores políticos sobre América Latina. Ventana de difusión de la Fundación Konrad Adenauer en América Latina.

newsletter_logo

Únete a nuestro newsletter