Cumbre amazónica y política ambiental

Cumbre amazónica y política ambiental

Ocho países sudamericanos tienen a la Amazonia, la mayor selva del planeta, en sus territorios. Este grupo se reunió por iniciativa de Lula. La falta de financiación para el desarrollo sostenible es el mayor reto de la región amazónica.

Por: Marco Bastos6 Sep, 2023
Lectura: 7 min.
Cumbre amazónica y política ambiental
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

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Los días 8 y 9 de agosto, los ocho países miembros de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) —Brasil, Colombia, Bolivia, Ecuador, Perú, Venezuela, Surinam y Guyana— se reunieron en Belém, en la Amazonia brasileña, capital del estado de Pará. 

La declaración final de la Cumbre Amazónica, la Declaración de Belém, dejó decepcionados a los ecologistas. Es porque los países miembros no se comprometieron a erradicar la deforestación para 2030. Una visión más optimista puede considerar la reunión como un primer paso en una serie de esfuerzos a largo plazo para alcanzar el objetivo de deforestación cero.

Declaración de Belém

Hay una profusión de siglas de integración regional en la región. Este año ya se ha celebrado una reunión del bloque comercial Mercosur, otra de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y la asamblea general anual de la Organización de Estados Americanos (OEA). Estos eventos no suelen llegar a decisiones relevantes. Entonces, ¿por qué debería importarle a alguien en Chile, México o Bahamas la cumbre de la OTCA?

En primer lugar, porque la deforestación de la selva amazónica podría afectar a toda la región a través del cambio climático. En segundo lugar, si los países amazónicos consiguen convencer a los países ricos de que paguen por la conservación de la selva, en lugar de promover proyectos extractivos, este paradigma podría ser adoptado por otros países de la región. De hecho, la primera ministra del archipiélago caribeño de Barbados, Mia Mottley, se ha convertido en una de las principales voces en el debate sobre la necesidad de financiar la mitigación del cambio climático en el sur global.

Lo más destacado

La declaración final de la reunión habla de «acordar objetivos comunes para 2030» en la lucha contra la deforestación y las actividades ilegales en la selva. El documento menciona los tres ejes para los países de la OTCA. Estos son la protección de la Amazonia, la lucha contra la pobreza y las desigualdades y el desarrollo sostenible de la región.

La Declaración de Belem comprende 113 puntos y menciona una serie de intenciones para profundizar la cooperación en diversas áreas como la gestión del agua, la protección de los pueblos indígenas, la investigación científica, entre otras. También anuncia la creación del Centro para la Cooperación Policial Internacional en la Amazonia, que tendrá su sede en Manaos.

La declaración no impone ninguna obligación a los Estados ni menciona fuentes de financiación para las buenas intenciones. Se limita a instar a los países desarrollados a cumplir la promesa hecha en la Cumbre del Clima de Copenhague (2009) de invertir 100.000 millones de dólares al año.

La OTCA es una organización pequeña: su sede es una oficina en Brasilia. La organización se fundó en 1978, y antes de la cumbre de Belém solo se había reunido tres veces (1989, 1992 y 2009). La organización cuenta con un foro que reúne a los legisladores de cada país, el Parlamento Amazónico, que no se ha reunido en la última década.

De cara al futuro, las preguntas que quedan son: ¿se reforzará la OTCA?, ¿tendrá más presupuesto?

Proteger la Amazonia

La Amazonia es fundamental para regular el clima del planeta. Los árboles de la selva capturan carbono. Los científicos afirman que la deforestación ha dejado la selva cerca de un «punto de no retorno», lo que significa que sería imposible reforestarla y mantener en pie lo que resta. Partes de la selva se están convirtiendo en sabana, con un clima más seco, temperaturas más altas y menos lluvias. Esto está ocurriendo en el estado brasileño de Pará.

La deforestación no es el único problema medioambiental grave de la región. En Belém, una ciudad de 1,3 millones de habitantes, solo se recoge el 12,9% de las aguas residuales y se trata el 0,98% (datos de 2019). En la Amazonia viven 33 millones de personas y la región es más pobre que el resto de territorios de los países de la OTCA.

El papel de Lula

La Cumbre Amazónica fue una iniciativa del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que viene apostando por la diplomacia presidencial para aumentar su capital político. Desde que asumió el cargo, Lula ya se reunió con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y con el presidente de China, Xi Jinping. Dijo que quiere cerrar el acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea. Dos semanas después de la Declaración de Belém viajó a Sudáfrica para la reunión de los BRICS.

La agenda medioambiental es una de las prioridades de Lula. Es uno de los temas en los que puede posicionarse como líder global, a diferencia de su improvisado intento de mediar en la guerra de Ucrania. Además, Lula nombró ministra de medio ambiente a Marina Silva, una referencia en la agenda medioambiental. Lula tiene que honrarla porque ganó las elecciones de 2022 por un margen muy estrecho. Todos los apoyos le son necesarios.

La agenda medioambiental trae buenas noticias al Gobierno: de enero a junio, la deforestación en la Amazonia cayó un 60% con relación al año anterior. La deforestación en el primer semestre fue menor que en todos los años de gobierno del expresidente Jair Bolsonaro.

Sin embargo, Lula no es un ecologista. Es el líder de una coalición heterogénea, que incluye también al lobby de las empresas automovilísticas y a los partidos conservadores del Centrão. Lula está a favor de las prospecciones petrolíferas en la desembocadura del río Amazonas, un proyecto de la estatal Petrobras. La mayoría de los políticos locales están a favor, con la vista puesta en las regalias que generará para la región.

Las prospecciones petrolíferas en la selva fueron motivo de fricción en la cumbre. El presidente colombiano, Gustavo Petro, presionó sin éxito para que la OTCA se posicionara en contra de nuevos proyectos petrolíferos y gasísticos en la Amazonia. Petro contaba con el apoyo de indígenas y ecologistas.

Petro y Lula querían que los miembros de la OTCA se comprometieran a poner fin a la deforestación para 2030, pero Venezuela y Bolivia bloquearon esta iniciativa.

Desforestación en la Amazonia
Desforestación en la Amazonia

Análisis

Una visión optimista del acontecimiento ve un primer paso, de los muchos necesarios, hacia la necesaria cooperación entre los países de la región para preservar los bosques y luchar contra la pobreza en la región. Una visión pesimista del mismo acontecimiento ve una larga declaración sin decisiones que obliguen a los gobiernos a poner en práctica lo prometido en la cumbre de dos días.

Una dificultad práctica de la aplicación es que las élites locales y el crimen organizado suelen participar en la tala de la selva. Miembros de la Fuerza Aérea brasileña cooperaron con un miembro del cártel de la droga Primeiro Comando da Capital (PCC) en un plan de minería ilegal en la reserva indígena yanomami. Este patrón de estrechas relaciones entre agentes estatales y el crimen organizado se repite en otros países amazónicos.

Otro riesgo es que los países de la OTCA consigan crear instituciones sólidas para reducir la deforestación a cero. Brasil tiene una larga experiencia en este campo y una oportunidad para su cooperación.

Otro desafío para la cooperación entre los países de la OTCA es la discontinuidad de las políticas debido a los cambios de gobierno. En el caso de Brasil, el mayor miembro del bloque, ¿un posible próximo gobierno del derechista Bolsonaro mantendría la cooperación en este tema? Difícilmente, porque el tema del cambio climático no es prioritario para esa identidad política. Dos figuras cercanas a Bolsonaro son los gobernadores de los estados de São Paulo (Tarcisio Freitas) y Minas Gerais (Romeu Zema). Ambos son candidatos a suceder a Lula.

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Marco Bastos

Marco Bastos

Analista político y consultor de campañas electorales con foco en América Latina. Magister en Historia Económica por la Universidad de Buenos Aires. Analista en Southern Pulse.

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