Ambiente, el último de la fila

Ambiente, el último de la fila

La política debe construir perspectivas reales, administrar las tensiones y lograr consensos para enfrentar los desafíos medioambientales.

Por: Manfred Steffen6 Jun, 2025
Lectura: 6 min.
Ambiente, el último de la fila
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

El Día del Ambiente hace impostergable reflexionar sobre algunas características de los ecosistemas de los que dependemos y de los conflictos ambientales asociados a su degradación. La IA, las migraciones y la amenaza de la guerra encabezan la preocupación ciudadana. Entonces, muchas veces ya es tarde para el planeta.

El crecimiento económico parece un mandato incuestionable. Pero los modelos de desarrollo, imperantes generalmente, externalizan el impacto sobre los ecosistemas. De alguna forma, parten de la premisa de una disponibilidad ilimitada de bienes y servicios naturales. Pero esto no es así. Hace años que desde la academia se advierte que el planeta tiene límites y que, una vez pasados, los sistemas pueden colapsar irreversiblemente.

El crecimiento de la población y de las expectativas de consumo aumenta la presión sobre el ambiente y altera los ciclos naturales, por ejemplo, del agua. Esto provoca cada vez más conflictos por el uso o el acceso. El cambio climático, que se expresa en un aumento en la intensidad, frecuencia y duración de eventos extremos, crea un contexto aún más complicado. Como ejemplo, cabe destacar las sequías seguidas de explosivas lluvias y los consiguientes desastres. A las terribles pérdidas humanas se suman los costos de reconstrucción de infraestructuras dañadas.

Actuar con rapidez

La institucionalidad democrática, la política en general, debe responder a esta situación. De otra forma se agudiza el descreimiento en las instituciones y los ciudadanos se convierten en presa fácil de populismo. En un mundo interconectado, focalizado en el consumo, estamos algo anonadados por las ofertas de felicidad que nos llegan sin pausa. Este bombardeo de objetos presuntamente indispensables y lugares para experiencias inolvidables nos distraen del mundo real que nos rodea. Las redes nos inducen a creer en que todo es accesible a un clic de distancia. Y, como todo tiene devolución, estamos también a un clic de volver al estadio anterior.

Pero el ambiente no funciona de esta manera. Como sistema complejo, transita cambios no lineales y con puntos de inflexión a partir de los cuales cambia en forma dramática. No hay inversión que nos devuelva un humedal destruido por la urbanización, una laguna eutrofizada o una especie extinguida. Una vez alcanzado este punto de inflexión, nada nos devolverá lo perdido.

Para resolver la tensión entre las expectativas de consumo y crecimiento y la preservación del funcionamiento de los ecosistemas, la política debe actuar con eficacia y rapidez. Algunas pautas pueden ayudar a mejorar la gestión.

Principio precautorio

Existen fenómenos, deseados o no, que alcanzado determinado punto comienzan a desarrollarse en forma exponencial. Un ejemplo puede ser el picudo rojo, insecto introducido desde Asia que está causando estragos entre las especies autóctonas de palmeras en varias regiones del mundo. Lo que comenzó con ejemplares enfermos ha alcanzado un punto a partir del cual se hace difícil controlar la expansión de este insecto, que además se reproduce con velocidad.

Sea en las Islas Canarias, Portugal o desde hace unos años en Uruguay y México, los efectos son devastadores y amenazan tanto el patrimonio de ciudades como las plantaciones de cocoteros. El ejemplo del picudo rojo demuestra que hay que actuar en forma oportuna y coordinada. Ya no alcanza con lo que pueda hacer un solo país. El principio precautorio invita a evitar riesgos desmedidos para impedir colapso de los ecosistemas.

Picudo rojo. Foto: Shutterstock

Diálogo entre la política y la academia

La eficiencia de medidas precautorias y de manejo deberían basarse en la evidencia y no en los estados de ánimo de los electores. Para esto es necesario el intercambio entre la política y la academia, que fortalece la legitimidad de las medidas.

No alcanza con la buena voluntad de los individuos. Se trata de implementar políticas para el ambiente que garanticen la disponibilidad de los ecosistemas en el futuro. Y esto a veces implica postergar urgencias por el bien de las generaciones futuras. Para explicar las prioridades, la política debe basarse en la evidencia.

Los procesos de toma de decisión política requieren de conocimiento científico. La pandemia mostró que el diálogo entre la academia, la política y la administración beneficia a todos. Es improbable que desde la política se puedan detectar en forma precoz procesos potencialmente peligrosos o de difícil manejo. Este llamado de atención puede y debe hacerlo la academia.

Fortalecimiento de los partidos políticos

El populismo amenaza la democracia, capitaliza las pérdidas y los miedos, a veces negando el problema y otras responsabilizando a los partidos políticos por su ineficacia. En consecuencia, promete volver a algún glorioso pasado real o imaginario. Esto no servirá para resolver el desafío ambiental, administrar los ecosistemas en forma sustentable o gestionar la transición hacia una economía no basada en el carbono. En este contexto de inseguridad, miedo y falta perspectivas positivas hay que hacer política.

Los partidos políticos tienen la legitimidad del voto. Si pretenden seguir liderando el quehacer social, deben actualizar el discurso tanto como la práctica. Las promesas de crecimiento ilimitado, de emprendimientos valorados solamente en función del monto de la inversión, comprenden riesgos difíciles de manejar.

Aunque parezca extraño, no alcanza con basarse en encuestas y en los votantes de hoy. Desde la política se deben regular también las expectativas necesariamente parciales y los interesas sectoriales. El aumento ilimitado del consumo no es la solución a las tensiones actuales, al desinterés por la cosa pública, a la desesperanza. Se trata de construir perspectivas reales administrando las tensiones y logrando consensos. Solo así se podrá navegar la transición hacia una economía sustentable.

Día del Ambiente

Como todos los años, muchas empresas adhieren al Día del Ambiente con vistosos suplementos y llamados a una conciencia que quedará caduca en la tarde del mismo día si los ciudadanos no se los apropian.

Aparte de los llamados, este día brinda la posibilidad de aprender y, ante todo, de poner prioridades y actuar en forma contundente y coordinada. El picudo rojo es solo un emergente que puede servir de disparador. Hay otros picudos que nos afectan o afectarán a corto plazo. La política y la ciudadanía deben ocuparse de todos, aunque no sean tan visibles como las palmeras muertas.

Manfred Steffen

Manfred Steffen

Magíster en Ciencias Ambientales por la Universidad de la República de Uruguay. Dipl. Ing. Fachhochschule für Druck in Stuttgart. Coordinador de proyectos de la Fundación Konrad Adenauer, oficina Montevideo.

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