De Filadelfia a Latinoamérica: aniversario de la Constitución estadounidense

Hace dos siglos y medio, un texto nacido en Estados Unidos moldeó la democracia global. Su eco influyó en América Latina y hoy, entre polarización y populismos, recuerda que ninguna constitución protege la libertad sin una ciudadanía vigilante.

Por: Redacción19 Sep, 2025
Lectura: 4 min.
De Filadelfia a Latinoamérica: aniversario de la Constitución estadounidense
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

El 17 septiembre de 1787, en Filadelfia, un grupo de hombres escribió un texto que ha sobrevivido a guerras, crisis económicas, tensiones raciales y transformaciones sociales inimaginables. La Constitución de los Estados Unidos cumplió un nuevo aniversario y, con ella, se celebra —y se debate— la vigencia de un modelo democrático que marcó a fuego el desarrollo político de Occidente.

Lo notable de la Constitución estadounidense no es solo su longevidad, sino su capacidad de adaptación. En sus 27 enmiendas se encuentra la historia de una nación: la abolición de la esclavitud, el voto femenino, los derechos civiles, el límite al poder presidencial. El texto ha sido escenario de disputas entre quienes buscan mantener el statu quo y quienes luchan por ampliarlo. Esa tensión —entre continuidad y cambio— ha sido la clave de su resistencia.

El eco en América Latina

La influencia de Filadelfia se sintió con fuerza en América Latina durante el siglo XIX. Para las élites criollas que lideraban la independencia, la Constitución estadounidense era un modelo atractivo: un texto breve, pragmático y centrado en principios como la separación de poderes, el federalismo y la defensa de los derechos individuales.

Sin embargo, la trasplantación fue parcial. Las repúblicas latinoamericanas intentaron reproducir las instituciones estadounidenses en contextos muy distintos: sociedades más desiguales, economías dependientes y un peso histórico del caudillismo que chocaba con la idea de equilibrio institucional. Aun así, la inspiración fue evidente. El presidencialismo latinoamericano, por ejemplo, tomó forma mirando a Washington, aunque muchas veces sin los contrapesos efectivos que limitaban al presidente en EEUU.

Democracia hoy: ¿un modelo en disputa?

El aniversario de la Constitución estadounidense obliga a mirar el presente con cautela. En Estados Unidos, la polarización, la desinformación digital y los cuestionamientos a la legitimidad electoral amenazan el legado de Filadelfia. En América Latina, la democracia también atraviesa un momento frágil: gobiernos populistas, tentaciones autoritarias y sociedades fragmentadas cuestionan la fortaleza institucional.

Lo que sigue siendo claro es que la Constitución estadounidense dejó una huella indeleble. Enseñó que el poder debe estar limitado y que la democracia requiere un marco jurídico firme. Pero también mostró que ningún texto, por brillante que sea, puede garantizar la libertad si no existe una ciudadanía dispuesta a defenderla.
A los 250 años, la Constitución de Estados Unidos sigue siendo faro y advertencia: una guía de resiliencia institucional, pero también un recordatorio de que la democracia es siempre una construcción inacabada.

Campo de batalla

Uno de los mayores desafíos que enfrenta hoy la Constitución norteamericana es su rigidez frente a una sociedad en constante cambio. Su carácter breve y general, que en el siglo XVIII era virtud, hoy dificulta respuestas ágiles a fenómenos como la revolución digital, el impacto de las redes sociales en la democracia o la necesidad de regular nuevas formas de economía y trabajo. La lentitud del proceso de enmienda contrasta con la velocidad de los problemas contemporáneos.

Otro reto reside en la polarización política. La interpretación de la Constitución se ha convertido en un campo de batalla entre visiones ideológicas irreconciliables. Desde el derecho al aborto hasta el alcance de la Segunda Enmienda sobre las armas de fuego, los tribunales —y en particular la Corte Suprema— se ven atrapados en disputas que tensionan la legitimidad del propio sistema. En este contexto, el texto constitucional es menos un punto de encuentro y más un arma discursiva.

Asalto al Capitolio de Estados Unidos (2021). Fuente: Wikipedia

Finalmente, la creciente desconfianza ciudadana hacia las instituciones cuestiona la capacidad de la Constitución para sostener la cohesión nacional. Las elecciones de 2020 y los hechos del 6 de enero de 2021 en el Capitolio mostraron que incluso en la democracia más antigua del continente, la aceptación de las reglas básicas no está garantizada. La Constitución puede fijar límites, pero sin un consenso mínimo sobre la validez de esas normas, su fuerza simbólica corre el riesgo de erosionarse.

Redacción

Redacción

Plataforma para el diálogo democrático entre los influenciadores políticos sobre América Latina. Ventana de difusión de la Fundación Konrad Adenauer en América Latina.

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