En las elecciones presidenciales y parlamentarias del 16 de noviembre, la mayoría de los chilenos optó por posiciones extremas. Jeannette Jara, candidata de la coalición de izquierda Unidad por Chile y miembro activo del Partido Comunista desde los 14 años, competirá en la segunda vuelta del 14 de diciembre contra el candidato ultraconservador de extrema derecha del Partido Republicano, José Antonio Kast. La clara perdedora de la elección es la coalición de centroderecha moderada Chile Grande y Unido, representada por la candidata Evelyn Matthei.
La mayoría de los chilenos se pronunció en las elecciones del pasado domingo en contra de una política moderada de centro. En su lugar prevalecieron candidatos con posiciones claramente polarizadas: propuestas radicales en materia de seguridad para combatir el crimen organizado, representadas por los candidatos Kast y el populista de derecha Johannes Kaiser, así como propuestas sociopolíticas orientación socialista por parte de Jara, se impusieron con claridad por sobre el programa matizado y moderado de la candidata Matthei.
El resultado de las elecciones muestra claramente que Chile está fuertemente polarizado. A nivel regional también se observan patrones de votación muy distintos. En el norte del país, los votantes apoyaron abrumadoramente a Parisi. En las regiones centrales más pobladas, Jara resultó ganadora, mientras que Kast obtuvo una victoria clara en casi todas las regiones del sur.
Es probable que Chile sea gobernado por José Antonio Kast a partir de marzo de 2026. La suma de los votos de Kast, Kaiser y Matthei supera el 50% del sufragio. Parisi es difícil de ubicar políticamente, pero muchas de sus posturas se inclinan hacia posiciones situadas a la derecha del centro.
Elecciones con voto obligatorio
Las elecciones del 16 de noviembre de 2025 en Chile se realizaron bajo condiciones inéditas. Por primera vez, en una elección presidencial y parlamentaria se introdujo el voto obligatorio junto con el registro automático de todos los votantes habilitados a partir de los 18 años. Cerca de cinco millones de chilenos y extranjeros con residencia, que hasta ahora no participaban regularmente en las elecciones, fueron incorporados al proceso electoral y se vieron obligados a emitir su voto. Mientras, las infracciones se sancionan con multas. La participación de este grupo de votantes, anteriormente inactivo, dificultó realizar pronósticos confiables y aumentó de manera considerable la imprevisibilidad de los resultados.
Según el Servicio Electoral (Servel), 15,7 millones de personas estaban habilitadas para votar. Cerca de 13,4 millones emitieron su voto, lo que corresponde al 85 % del padrón, una cifra históricamente alta. En comparación, la participación electoral en 2021 estuvo cerca de los siete millones de votantes, equivalentes al 47 % del padrón. Especialmente decisiva fue la Región Metropolitana, que con el 38,9 % de los votantes registrados, representa una proporción sobredimensionada de los votos emitidos y ejerce, por ende, una influencia determinante sobre el resultado a nivel nacional.
Jara, ¿en el podio?
La ganadora de la elección presidencial, con el 26,85 % de los votos emitidos, es la candidata Jeannette Jara de la coalición de izquierda Unidad por Chile, compuesta por siete partidos del espectro político de izquierda, entre ellos el Partido Socialista, el Frente Amplio, partido gobernante del presidente Gabriel Boric, y el Partido Comunista, de orientación marxista-leninista, al cual Jara pertenece desde su juventud. El Partido Demócrata Cristiano (PDC) también forma parte de la coalición, lo que implica un abandono definitivo de los valores y principios tradicionales de la Democracia Cristiana.
Como candidata presidencial del oficialismo, Jara surgió como ganadora de una primaria interna a fines de junio de 2025. Contra todas las encuestas, la comunista se impuso sobre la candidata moderada socialdemócrata Carolina Tohá. Los simpatizantes de la izquierda optaron por nominar a la candidata considerablemente más radical. Aunque, hasta hoy sigue incierta la verdadera ubicación política de Jara. Durante la campaña electoral se distanció públicamente de posiciones marxistas-leninistas. Contrariamente a la postura oficial de su partido, por ejemplo, expresó críticas hacia los regímenes actuales de Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Por otro lado, es cuestionable si una política que se identificó durante casi cuarenta años con los ideales marxistas-leninistas del Partido Comunista puede realmente ejecutar un giro tan marcado hacia posiciones moderadas socialdemócratas. Para muchos observadores y expertos de la política chilena, este supuesto cambio de rumbo constituye una maniobra política poco creíble.
Segundo lugar
El segundo ganador de la elección presidencial es el candidato ultraconservador de extrema derecha José Antonio Kast del Partido Republicano. Con aproximadamente el 23,92 % de los votos emitidos, Kast logró también pasar a la segunda vuelta.
El candidato de 59 años es considerado un político experimentado. Perdió por estrecho margen en la última elección presidencial contra el actual presidente Gabriel Boric. Su campaña se centró en propuestas económicas y sociales orientadas a reducir drásticamente el gasto público y disminuir el tamaño del aparato estatal. Sin embargo, el foco de su campaña fue el combate al crimen organizado, recuperar la seguridad interna y en la inmediata expulsión de inmigrantes ilegales a sus países de origen. En materia migratoria y respecto a la protección de Chile frente a la migración irregular, Kast admira a Viktor Orbán. Durante los últimos años participó activamente en varias ediciones de la Conservative Political Action Conference (CPAC). Su último viaje al extranjero antes de la elección lo llevó a Italia, en una visita privada a la primera ministra Giorgia Meloni.
A pesar de la radicalidad de muchas de sus declaraciones y propuestas, Kast —de ganar la segunda vuelta del 14 de diciembre— probablemente no cuestionará las instituciones chilenas construidas con dificultad y estabilidad desde el retorno a la democracia en 1990. Como representante de una línea dura, Kast seguramente agotará todos los instrumentos permitidos por la Constitución para alcanzar sus objetivos políticos, sin quebrar el orden jurídico. Aunque es un político ultraconservador —también en temas sociales como la interrupción del embarazo— no actuará como un transformador del sistema.
Ganador sorpresa
Completamente sorprendente fue el resultado del candidato políticamente indefinido Franco Parisi, del Partido de la Gente, una colectividad que no tiene representación en el parlamento actual. Sin embargo, Parisi no es un desconocido: en la elección presidencial de 2021 obtuvo un 12,80 % de los votos. Entonces, realizó su campaña exclusivamente desde Estados Unidos, ya que se le había negado la entrada a Chile debido al impago de pensiones alimenticias. En la elección presidencial actual obtuvo un 19,70 % de los votos, ubicándose en tercer lugar. Parisi es considerado populista y representante del movimiento antisistema. Define a los partidos políticos como prescindibles y corruptos. Sus votantes son principalmente jóvenes de protesta que desean reformar o incluso abolir el establishment político.
Su estrategia de campaña se basó principalmente en una presencia intensa en medios digitales, especialmente en redes sociales. Los mensajes de Parisi durante la campaña parecían, en muchas ocasiones, confusos y caóticos. Propuso eliminar el impuesto al valor agregado para medicamentos y pañales y la instalación de minas antipersonales en la frontera chileno-boliviana para evitar la entrada de migrantes irregulares. Franco Parisi fue el claro ganador en las regiones del norte de Chile, colindantes con Bolivia.

La candidata que perdió el rumbo
La perdedora indiscutible de la elección presidencial es la candidata de la coalición Chile Grande y Unido, Evelyn Matthei. Obtuvo un resultado inesperadamente bajo con el 12,47% de los votos. Su coalición incluye al partido de centroderecha Renovación Nacional (RN), el único partido popular de Chile; al liberal Evópoli; a la conservadora Unión Demócrata Independiente (UDI); y al partido de centro derivado de la Democracia Cristiana, Demócratas. La candidatura de Matthei también fue respaldada por el partido de centro Amarillos por Chile.
Matthei lideró la carrera presidencial hasta mayo de 2025 con holgada ventaja. En las encuestas figuraba claramente por delante y era considerada la favorita indiscutida. Sin embargo, durante la campaña no logró posicionarse de manera clara como la representante de la centroderecha liberal-conservadora. Durante demasiado tiempo coqueteó con las posiciones de extrema derecha de sus contrincantes Kast y Kaiser. Con frecuencia intentó igualar —o incluso superar— sus propuestas radicales en materia de seguridad interna y lucha contra el crimen organizado. Por ejemplo, se manifestó públicamente a favor de la pena de muerte y defendió el golpe militar de Pinochet. Estas posturas provocaron que Matthei perdiera su orientación política y, con ello, muchos votos del centro político.
Nunca logró establecer un vínculo emocional con el electorado; con frecuencia pareció fría y distante, sus mensajes a veces resultaron erráticos y confusos, pocas veces asociados a mensajes de esperanza y expectativas positivas. Su campaña también estuvo marcada por contradicciones y controversias dentro del equipo. Numerosos voceros abandonaron la campaña, lo que generó en los votantes la impresión de que Matthei era una candidata sin rumbo y sin capacidad de liderazgo para enfrentar los problemas actuales de Chile. En las últimas semanas antes de la elección, numerosos simpatizantes de Matthei y miembros de su propia coalición anunciaron públicamente que en la primera vuelta votarían por Kast. La razón fue el rápido aumento en las encuestas del populista de derecha Johannes Kaiser. Para evitar un escenario de segunda vuelta entre la comunista Jara y Kaiser, no pocos votantes del espectro de centroderecha optaron por apoyar a Kast.

El susto de Kaiser
Sin embargo, este temor resultó infundado. El resultado del populista de derecha del Partido Nacional Libertario, Johannes Kaiser, quedó muy por debajo de las expectativas. Recibió un 13,94 % de los votos, quedando en cuarto lugar. Su imagen como la nueva estrella ascendente de la política chilena parece haberse debilitado por el momento. Sus posiciones políticas no solo son radicales y populistas de derecha, sino que —a diferencia de Kast— ponen en riesgo las instituciones chilenas.
Probablemente, Kaiser exageró en las últimas semanas antes de la elección con sus mensajes radicales. En los últimos días de campaña amenazó, por ejemplo, con retirar a Chile de las Naciones Unidas, del Acuerdo de París de 2015 y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. También anunció que cerraría las fronteras con Bolivia y pondría fin a las relaciones pacíficas con el país vecino: «No le vamos a dar paz a La Paz», declaró. En su discurso de cierre de campaña sonó la tercera estrofa del himno nacional, que durante la dictadura militar era un símbolo de los seguidores de Pinochet y que hoy ya no se interpreta públicamente.
Las declaraciones populistas de Kaiser convencieron a muchos chilenos, especialmente a votantes de la clase media baja, pero la mayoría se distanció de él al momento de votar. A pesar de su derrota electoral, el político de 49 años logró consolidarse como un referente populista de derecha. Preocupa, en este sentido, que el Partido Republicano de Kast y el Partido Nacional Libertario de Kaiser hayan formado una alianza a nivel parlamentario, presentando candidatos —diputados y senadores— en una lista conjunta.
Nuevas correlaciones de poder en el Parlamento
Paralelamente a la elección presidencial, el 16 de noviembre también se renovó el Parlamento. En la Cámara de Diputados se eligieron los 155 escaños, mientras que en el Senado se renovó casi la mitad de los escaños: 23 de un total de 50, distribuidos en siete regiones del país. Se inscribieron 1.096 candidaturas para la Cámara de Diputados y 125 para el Senado. La elección parlamentaria estuvo marcada por una fuerte fragmentación partidaria: además de las cinco coaliciones registradas, otras seis colectividades se presentaron sin alianzas, junto con numerosas candidaturas independientes.
Los cinco pactos inscritos en Servel fueron:
- Cambio por Chile – partidos de extrema derecha: Partido Republicano (PR), Partido Social Cristiano (PSC) y Partido Nacional Libertario (PNL)
- Chile Grande y Unido – coalición moderada de centroderecha: Renovación Nacional (RN), Unión Demócrata Independiente (UDI), Evópoli y Demócratas
- Unidad por Chile – coalición de izquierda mayormente afín al gobierno: Frente Amplio (FA), Partido Comunista (PC), Partido Socialista (PS), Partido por la Democracia (PPD), Partido Radical (PR), Partido Liberal (PL) y Partido Demócrata Cristiano (DC)
- Verdes, Regionalistas y Humanistas – Federación Regionalista Verde Social (FRVS) y Acción Humanista (AH)
- Izquierda Ecologista Popular Animalista y Humanista – Partido Humanista (PH) y Partido Igualdad (PI)
Además, otros partidos pequeños se presentaron de manera independiente, entre ellos Amarillos por Chile y el Partido de la Gente (PDG) del candidato presidencial Franco Parisi.
La elección parlamentaria en Chile condujo a una reorganización de fuerzas en la Cámara de Diputados. La alianza de extrema derecha Cambio por Chile, integrada por los partidos Partido Republicano, Partido Nacional Libertario y Partido Social Cristiano, obtuvo 42 escaños, mientras que la coalición moderada de centroderecha Chile Grande y Unido, compuesta por Renovación Nacional (RN), Unión Demócrata Independiente (UDI), Evópoli y Demócratas, obtuvo solo 34 escaños.
En total, los bloques de derecha alcanzaron 76 de los 155 escaños, claramente por debajo de las expectativas de una mayoría holgada. Unidad por Chile obtuvo 61 escaños. El PDG de Franco Parisi tuvo un fuerte desempeño con 14 escaños, logró por primera vez una presencia significativa en el Parlamento y podría desempeñar un papel decisivo dada la estrechez de las mayorías. Si los diputados del PDG se alinearán con la oposición o mantendrán una posición independiente será determinante para las decisiones políticas en la Cámara de Diputados.
En el Senado, tras la elección, las fuerzas se encuentran prácticamente equilibradas: los partidos de derecha y centroderecha alcanzaron 11 escaños —Cambio por Chile obtuvo 6 y Chile Grande y Unido, 5—. La coalición de izquierda Unidad por Chile, junto con la coalición Verdes, Regionalistas y Humanistas, obtuvo 12 escaños. A esto se suman dos senadores independientes. El resultado es un equilibrio casi exacto entre bloques políticos.
La composición del nuevo Parlamento apunta a un período legislativo complejo, en el que las negociaciones transversales adquirirán mayor importancia. Uno de los principales desafíos será alcanzar no solo mayorías simples en la Cámara y en el Senado, sino también mayorías legislativas estables que permitan avanzar en los objetivos políticos. Tanto entre bloques políticos como dentro de las alianzas de derecha existen diferencias significativas. En particular entre las fuerzas tradicionalmente conservadoras y las populistas de derecha, cuyas posturas difieren considerablemente. La capacidad del futuro gobierno para implementar su agenda dependerá de la disposición de estos grupos a coordinar posiciones y alcanzar compromisos viables.
Los resultados de la elección parlamentaria representan, al mismo tiempo, un claro revés para el centro político. Partidos pequeños como Amarillos por Chile y el liberal Evópoli, que no alcanzaron el umbral legal del 5% requerido para mantener representación parlamentaria, deberán disolverse y no estarán presentes en el Parlamento. Resta ver si los partidos restantes del centro político cooperarán con el gobierno en temas clave o si se posicionarán como oposición.
¿Fin del centro?
Quizás la conclusión más alarmante de esta elección es la debilidad del centro político. El columnista político Tomás Mosciatti describe esta situación como un «vacío del centro político». Los partidos pequeños de centro, Amarillos por Chile y Demócratas, enfrentan la posibilidad de desaparecer. El partido de centroderecha Renovación Nacional, el único partido popular de Chile, sufrió un revés significativo en el Parlamento y perdió numerosos escaños en ambas cámaras. La nueva composición del Congreso hará que gobernar en Chile sea más complejo que antes.
Aún es temprano para analizar el futuro de las fuerzas moderadas del espectro de centroderecha. Renovación Nacional elegirá una nueva directiva en marzo. La nueva dirigencia deberá decidir si cooperará activamente con un eventual gobierno liderado por José Antonio Kast o si se ubicará en la oposición. El ambiente dentro del partido está dividido, y esta decisión podría representar una prueba de cohesión interna. Sin embargo, algo es seguro: la carrera política de Evelyn Matthei se acerca a su fin.
Una renovación y rejuvenecimiento de los partidos del centro político y del espectro de centroderecha es urgentemente necesaria. En Renovación Nacional, numerosos alcaldes jóvenes y exitosos de diversas regiones se encuentran preparados para asumir nuevos desafíos. Durante la campaña, apenas se les brindó la oportunidad de participar activamente en el debate electoral o en la elaboración del programa del partido. Quizás la derrota electoral represente una oportunidad para darles un espacio y permitirles consolidarse políticamente a nivel nacional.

