Ecuador: refundar la patria como estrategia

Ecuador: refundar la patria como estrategia

Convocar a elecciones para que el pueblo decida sobre reformas constitucionales o, incluso, apruebe una nueva constitución, es una narrativa cuestionable.

Por: César Ulloa Tapia1 Jul, 2025
Lectura: 5 min.
Ecuador: refundar la patria como estrategia
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

Las elecciones generales y recientes en Ecuador pusieron en el debate un viejo dilema: borrar el pasado político de un solo tajo con la investidura de un gobierno de derecha. Pero el guión es el mismo que siguió en su momento su principal contrincante, el correísmo. Ambos apostaron por una Asamblea Constituyente para inaugurar un Estado diferente en lo conceptual, así como en el diseño de las instituciones democráticas. Desde el retrovisor, el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, tenía la más reciente experiencia en Chile. Mucho ruido y pocas nueces. La principal tarima del mandatario Gabriel Boric se cayó en poco tiempo. No logró incorporar las propuestas de su segmento elector.

La puesta en marcha de un plan político tan ambicioso, como es una Constituyente, tiene como principal riesgo mantener el apoyo al presidente durante la aventura. Eso significa también que el respaldo no solo debe provenir de su equipo cercano. Si no, sobre todo, de la población que valida el proyecto a largo plazo. Además, está en disputa la correlación de fuerzas acerca de quién o quiénes podrían administrar en el futuro el cambio de timón. La realidad evidenció que en Chile eso nunca estuvo claro. Pero, también, que no bastaba con ganar una elección presidencial para ir a otra batalla por una nueva Constitución.  

El equipo político del presidente Noboa en Ecuador posicionó en el discurso mediático la necesidad de una Asamblea Constituyente. De todos modos, a pocos días de ganar la segunda vuelta, la realidad fue apagando el relato. La Corte Constitucional mantuvo una posición firme que obligaba al Gobierno a respetar todos los procedimientos. Pero, además, se observó un electorado sumamente agotado. El proceso electoral se remonta a 2021, sin que eso haya significado un cambio en la inseguridad y la violencia, la falta de empleo, la corrupción y la impunidad. Entonces, no alcanza solo con un importante capital político. Pues es indispensable posicionar un planteamiento que en la práctica resuelva los principales problemas del país.

Malos antecedentes

Por otra parte, el nacimiento de un Estado bajo esta hoja de ruta descubre el proyecto político del mandatario de turno y su organización partidista. Pues, como se ha visto en los países en donde eso ocurrió —específicamente en los procesos constitucionales bolivarianos o autodenominadas progresistas en América del Sur— se configuró un diseño institucional para que el aparataje estatal se convirtiera en un apéndice del partido en el poder. Por el contrario, no en un conjunto de normas para fortalecer el Estado de derecho.

Los líderes latinoamericanos que cambiaron la normas constitutivas y superiores en sus países pusieron en debate la idea de participación efectiva de la población, la representatividad política, el diseño e interacción entre las funciones del Estado e, incluso, la política internacional, en el marco del regionalismo latinoamericano y las alianzas Sur-Sur. Bajo esos criterios, Hugo Chávez fue el pionero en disputar al viejo sistema bipartidista en Venezuela. Llevó un manejo del Estado con un experimento que llevó al colapso de la nación: la economía, el tejido social, la convivencia pacífica, los derechos y libertades, y la misma política.

En Venezuela, Bolivia y Ecuador se instaló la misma franquicia constituyente o neoconstitucionalista que derrumbó la arquitectura tradicional de pesos y contrapesos entre el ejecutivo, legislativo y judicial. Eso dio paso a nuevas funciones como el poder moral, electoral y de transparencia y control social. El mayor contrasentido fue el fortalecimiento de la personalización presidencial, el nombramiento y control de las autoridades de las nuevas instituciones. Una mezcla de autoritarismo y populismo. En el caso de Ecuador, se conoce que Noboa quiere volver a los tres poderes del Estado y las instituciones tradicionales de la democracia liberal.

Valores tradicionales que incomodan

Como se puede ver, la refundación de la patria no es exclusiva de una ideología. Pues tendría como fin un nuevo marco regulatorio de la vida de las personas a través de unas instituciones libres del pasado. ¿Cuál? A todas luces, hay una crisis de la democracia y sus instituciones. Y eso no es un fenómeno exclusivo de la región, pues la exacerbación del autoritarismo, los ultranacionalismos y el populismo ha llegado a Estados Unidos y varios países de Europa. En este contexto, no es una garantía que la redacción de nuevas constituciones sean, a futuro, verdaderos pactos sociales que brinden respuestas a los problemas estructurales y coyunturales. Mientras tanto, se enfrentan los desafíos de un mundo cada vez más cambiante, competitivo y que enciende alertas de guerra en varios lugares.

Tampoco las nuevas constituciones podrían resolver los excesos del poder que, sin cambiar las reglas del juego, los sobrepasa. La pregunta que viene es: ¿a cuáles de los nuevos líderes con signos autoritarios les gustaría una carta magna que los regule y les ponga un freno? A ninguno. En conclusión, estamos frente a liderazgos en todo el mundo que se incomodan con los valores tradicionales de la democracia liberal, a pesar que llegar al poder con sus reglas y procedimientos.    

César Ulloa Tapia

César Ulloa Tapia

Politólogo y comunicador. Doctor en Ciencias Sociales por FLACSO Ecuador. Docente universitario y consultor para organizaciones de sociedad civil. Editorialista para diario La Hora y Latinoamérica21.

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