Los tecnolibertarios, sus posturas y la ilustración oscura

Este movimiento acelera la erosión democrática en EEUU y anuncia un escenario de anarquía ya que propone subvertir las democracias representativas.

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Los tecnolibertarios, sus posturas y la ilustración oscura
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Artículo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

A finales de 2023, Peter Thiel (inversor tecnológico y cofundador de PayPal) accedió a una serie de encuentros con Barton Gellman, quien por ese entonces escribía para The Atlantic. En una rara concesión de su parte, siendo un hombre famoso por evadir a los medios, Thiel aceptó la entrevista para hacer público su compromiso de no financiar a ningún político en la campaña de 2024, incluyendo a Donald Trump.

El enigmático tecnolibertario lo hizo como un compromiso personal para no volver a involucrarse directamente en campañas políticas. Y aunque mantuvo su palabra, no fue obstáculo para que terminara imponiendo a su protegido JD Vance como candidato a vicepresidente.

Ideas tecnolibertarias

Thiel es uno de los varios personajes excéntricos que se encuentran en la intersección de la política antiliberal con Silicon Valley dentro del denominado movimiento tecnolibertario. Miembro de la comunidad LGBTQ que se identifica como libertario y financista del Partido Republicano desde hace más de 20 años, su trayectoria refleja múltiples ironías y contradicciones.

En su artículo El Fin del Futuro, Thiel comparte su pesimismo sobre el porvenir de EEUU luego de la recesión de 2008, así como su desconfianza en el rumbo de la civilización occidental, frustrado por la falta de celeridad en los avances de la ciencia. Cuestiona las credenciales de quienes estudian el cambio climático, la biología evolutiva o las células madre embrionarias. Thiel vincula el atraso científico-tecnológico con el freno que supone el poder regulatorio del Estado.

En su misión de presionar por una mínima presencia del Estado, lo acompañan figuras como Curtis Yarvin, Nick Land y Balaji Srinivasan. Sus ideas se reflejan en algunas de las políticas implementadas por la segunda administración de Donald Trump, bajo la conducción de otro miembro del movimiento tecnolibertario, Elon Musk. Estas se conectan directamente con la agenda del Proyecto 2025 en materia de inmigración, educación, asistencia internacional y promoción de la democracia.

Las contradicciones son evidentes. Mientras Thiel denuncia la ineficacia del Estado, las políticas de reducción del gasto público de la administración federal de Trump han desmantelado lo que él caracterizaba como un modelo ineficiente. Mientras que una de las críticas más fuertes que Thiel planteaba en El Fin del Futuro forzaban al gobierno de EE. UU. a abandonar su liderazgo en la investigación científica.

Tecnolibertarios en el poder

El movimiento tecnolibertario incluye diversas corrientes y autores que coinciden en un enfoque antiestablishment y antiregulatorio. El periodista Gil Duran lo ha caracterizado como Nerd Reich. En esta red confluyen billonarios de Silicon Valley cuyo desprecio por el gobierno y su función regulatoria los ha convertido en conspicuos financistas de campañas políticas y asesores cercanos del poder. La misión a largo plazo es debilitar la capacidad de gobernanza del Estado. Mientras tanto, su penetración en los gobiernos de Trump ha traído resultados tangibles para los llamados TechBros.

El tecnoempresario Balaji Srinivasan es un ejemplo paradigmático. Su propuesta del Network State es un nuevo tipo de sistema político donde las decisiones se toman en función de la propiedad, el consentimiento y el contrato. Se trata de una forma de soberanía digital que se opone a reformar al Estado. Srinivasan, un feroz crítico que en 2013 abogaba por la ruptura con el gobierno siguiendo la tesis de la Salida de Hirschman, terminó adoptando la Lealtad al ser considerado para un alto cargo federal en 2017. Más que transacción, el acceso a contratos federales les permitió avanzar en la captura del Estado. La experiencia de Elon Musk ilustra ese patrón. Con el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) mantiene contratos millonarios con el gobierno de EEUU mientras desregula sectores de interés económico.

Oficina Doge. Foto: publicada por Elon Musl en X

Ilustración Oscura

La noción de Ilustración Oscura fue desarrollada por Nick Land. Plantea, en oposición a la Ilustración, un lado oscuro que promueve el abandono del igualitarismo y la adopción de estructuras jerárquicas, tecnocráticas e incluso autoritarias. Para Land, estas son indispensables para la supervivencia de la civilización. Su tesis del aceleracionismo parte de la idea de que las fuerzas tecnológicas y capitalistas deben intensificarse, sin importar sus efectos desestabilizadores. Argumenta que la democracia no es garante de la libertad sino un obstáculo para la innovación. En su visión, la gobernanza es una función de los sistemas tecnológicos, lo que explica su desconfianza en las instituciones representativas.

Al igual que Srinivasan, Land plantea la Salida como estrategia política. En lugar de reformar las estructuras existentes, propone que las élites tecnológicas y culturales creen soberanías paralelas para evadir las restricciones democráticas. Esto se refleja en proyectos como Próspera o Urbit, comunidades políticas que buscan independencia de los Estados-nación. Para Land, la fragmentación y competencia entre soberanías resultan más dinámicas que proyectos universalistas como la democracia o el liberalismo.

El movimiento neorreaccionario cuenta también con Curtis Yarvin, cuyo Neocameralismo propone la centralización del poder soberano, la jerarquización en la toma de decisiones y la rendición de cuentas vinculada al lucro, en lugar del consentimiento popular. La influencia de Yarvin se percibe en muchas de las políticas de la administración Trump. Aspiran a debilitar el alcance del gobierno tanto en el sector público como en la carga impositiva. Para Yarvin, la democracia liberal es corrupta e ineficiente. En lugar de reformarla, plantea una reestructuración radical de la soberanía mediante políticas privatizadas que denomina “parches”.

Yarvin enfatiza en Patchwork sobre la fragmentación por encima de la universalidad. En lugar de un orden liberal global, visualiza una multiplicidad de experiencias de gobernanza, plurales pero no necesariamente igualitarias, que pueden incluir sistemas jerárquicos, teocráticos u oligárquicos. En esta concepción, la Salida actúa como limitación al abuso soberano, reduciendo la política a la lógica de mercados competitivos y legitimando modelos autoritarios.

¿El fin de la democracia liberal?

Es posible que el error haya sido creer que se trataba de una corriente inofensiva de extremismo político. Sin embargo, lo que tienen en común tanto las teorías como sus promotores es que el deterioro democrático ha facilitado que estas ideas extremas llenen el espacio que ha dejado la decadencia partidista, la falta de propuestas atractivas y el fortalecimiento de liderazgos populistas, financiado por ingentes cantidades de dinero que le sobran a estos inversionistas.

El objetivo último del movimiento tecnolibertario no es simplemente recibir favores del Estado, sino subvertir el orden constitucional de las democracias representativas para reemplazarlo. La apuesta no es la transformación desde adentro, sino la deconstrucción del Estado, su implosión, para erigir experiencias de gobernanza libertaria. Este proceso acelera la erosión democrática en EEUU y anuncia un escenario de anarquía como la versión más probable frente a este nuevo Leviatán.

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María Isabel Puerta Riera

María Isabel Puerta Riera

Doctora en Ciencias Sociales. Magíster en Ciencia Política y Administración Pública. Profesora adjunta en el Valencia College. Autora del libro «Crisis de la democracia: ¿en el umbral de la posdemocracia?» (2021)

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