¿Hamás representa a los palestinos? ¿Se puede diferenciar al grupo militante (y para muchos países, terrorista), de la población de Gaza, y, en general, de la población palestina? La respuesta más obvia sería pensar que sí. Es decir, una cosa es el grupo armado y político Hamás, y otra el pueblo palestino. Pero hay matices que debemos tener en cuenta para responder esta complicada pregunta.
Hamás gobernó la franja desde 2007, después de haber ganado unas elecciones legislativas en 2006 en Gaza y en Cisjordania. Aunque hizo un gobierno de unidad con su rival Fatah, el partido de Yasser Arafat y Mahmoud Abbas (actual presidente de la Autoridad Palestina), el acuerdo se disolvió cuando ambas facciones entraron en una abierta guerra civil en Gaza. Fatah hoy dirige la Autoridad Palestina en Cisjordania. No ha habido elecciones en ninguno de los territorios palestinos desde la última en 2006.
Tanto en Gaza como en los territorios de Cisjordania existieron desde entonces dos gobiernos de facto: uno encabezado por Hamás y otro por Fatah. Aunque el gobierno de Hamás tuvo alguna legitimidad de origen, producto de la mayoría que obtuvo en la asamblea legislativa palestina, las siguientes administraciones en la franja fueron el resultado de una imposición sin el apoyo del voto popular.
La última vez que los palestinos fueron llamados a votar, Hamás (bajo la denominación Cambio y Reforma) logró 44,45% de los votos. Fatah sacó un 41,43%. Una mayoría relativa prefirió al movimiento ligado a la Hermandad Musulmana, cuyo programa llama a la destrucción del Estado de Israel, como lo indica su carta fundacional de 1988. En el documento titulado Principios y Políticas de 2017, Hamás ratificó su intención de eliminar a Israel, que no tiene, según sus postulados, derecho a establecerse en ninguno de los territorios de lo que se conoció como Palestina bajo el Mandato Británico que duró hasta 1948.
La supuesta aceptación de establecer un estado palestino dentro de las fronteras del 4 de junio de 1967 antes de la Guerra de los Seis Días (que incluye Gaza y Cisjordania, con Jerusalén este como capital palestina) es para Hamás una solo etapa táctica. Eventualmente, el objetivo de Hamás es lograr el control de todo el territorio (desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo) y eliminar a Israel.

La opinión palestina
¿Qué piensan los palestinos después de años de guerra y violencia, tanto en Gaza como en Cisjordania? En Gaza pareciera que Hamás no las tiene todas consigo. Y tampoco en Cisjordania. Según una encuesta realizada entre el 1 y 4 de mayo de este año por el Palestinian Center for Policy and Survey Research (PSR), el apoyo al ataque de Hamás el 7 de octubre del 23 ha ido bajando. Pasó del 72% en diciembre de 2023 al 50% en mayo de este año. Según este centro de encuestas palestino el apoyo a la masacre cometida por Hamás en Israel es mucho más bajo en Gaza (37%) que en Cisjordania (59%). Las razones parecen obvias: las consecuencias de ese ataque para los gazatíes han sido terribles.
Una encuesta más reciente, realizada en septiembre por The Institute for National Security Studies de la Universidad de Tel Aviv, señala que solamente entre los palestinos que viven en Cisjordania se confirman los resultados de la encuesta hecha por la organización palestina en mayo. Según la encuesta israelí, el 46% de la opinión pública palestina piensa que el ataque de Hamás el 7 de octubre fue un error, y un 57% cree que el secuestro de civiles israelíes no ayuda a la causa nacional palestina. Un 75% de los encuestados dijo temer una “gazificación” de Cisjordania.

Sondeos y mundos paralelos
Sin embargo, los palestinos parecen vivir en un mundo paralelo al de los israelíes. Según la encuesta de la organización palestina de mayo de este año, un 87% de los interrogados afirmó que Hamás no cometió las atrocidades de las que se le acusan contra civiles ese 7 de octubre. En ese mismo sondeo de opinión es interesante observar que las expectativas de que Hamás pudiera ganar la guerra iban disminuyendo en Gaza (de 50% en diciembre 2023 a 23% en mayo de este año). Y, en general, entre todos los palestinos encuestados, mientras que 43% declaraba que Hamás saldría victorioso.
Ambas encuestas revelan aspectos importantes de lo que se podría denominar el ethos palestino, la visión que de ellos mismos tienen los habitantes de Gaza y Cisjordania, y cómo se posicionan con respecto a Israel. En la encuesta de la organización palestina, un 34% apoya la solución de dos Estados (Palestina e Israel) en diciembre de 2023, pasando a un 40% en mayo de este año. Un 57% no está de acuerdo con los dos estados.
La encuesta realizada por el instituto israelí en septiembre 2025 (solo en Cisjordania) encontró que 52% apoya la solución de dos Estados. Mientras, el 28% está por un Estado palestino desde el Jordán hasta el Mediterráneo que excluya a los judíos. Apenas 16% sostiene la idea un estado binacional democrático. Más significativo aún es que un 54% de los encuestados en Cisjordania afirmó que Israel no tiene derecho a existir (este porcentaje aumenta a 75% entre los palestinos de 18 a 34 años). Y una mayoría significativa de 69% cree que Israel no va a existir para siempre.
Un movimiento nacional en espejo
¿Cuál de las dos encuestas retrata mejor el estado de la opinión entre los palestinos? Resulta complicado dilucidarlo. En ambos casos la neblina de la guerra reciente contra Hamás pesó mucho en el clima de opinión prevaleciente entre los palestinos tanto en Gaza como en Cisjordania. Pero la historia del movimiento nacional palestino puede aclarar qué es lo fundamental en su concepción como pueblo.
El nacimiento del sentimiento nacional palestino está muy ligado con el surgimiento del sionismo político y las primeras migraciones judías a lo que era entonces una posesión del Imperio Otomano que se llamaba Gran Siria. Se extendía desde el norte de la actual Siria, incluyendo al Líbano y lo que después sería la Palestina bajo el Mandato Británico. En la porción palestina de ese territorio surgiría entre árabes cristianos los primeros elementos de un pensamiento nacional.
En parte, esos primeros nacionalistas “palestinos” lo hacían como reacción a las primeras olas de migración de los judíos de Rusia y de Europa del este para establecerse en lo que llamaban su tierra ancestral. Lo ha reconocido el propio historiador de origen palestino-libanés Rashid Khalidi. Después el movimiento palestino tomó un giro islamista, cuando el líder religioso conocido mufti de Jerusalén, Hajj Amin al-Husayni, se alió con los nazis a quien veía como los principales enemigos de los sionistas (y de los judíos en general). El mufti veía en los nazis aliados estratégicos para evitar que se estableciera un Estado judío en la Palestina del mandato.
El desarrollo del movimiento nacional palestino, en ambas versiones, seculares e islamistas, siempre ha sido un reflejo distorsionado de la evolución del movimiento sionista. Cada una de las derrotas del nacionalismo palestino ha implicado un alejamiento de la posibilidad de crear un Estado palestino viable.
Cuando en 1947 las Naciones Unidas votó por mayoría una división del territorio en dos Estados, uno judío y otro árabe, el nacionalismo palestino y sus aliados rechazaron la partición e invadieron al naciente Estado de Israel. Los fracasos continuaron en la Guerra de los Seis Días de junio de 1967. Culminó con la ocupación de Gaza y Cisjordania, que hasta entonces habían estado en manos de Egipto y Jordania desde 1948. ¿Qué pasó en ese tiempo de ocupación bajo los “aliados” árabes de los palestinos? Nada. Jordania había integrado la margen occidental del Jordán a su territorio, mientras que Egipto mantenía a la Franja de Gaza como región administrada por ellos (aunque no la integraron al territorio egipcio). No hubo durante ese período de “liberación” de territorios palestinos ninguna intención de establecer un Estado soberano palestino.
La primera intifada (1987-1993) dio un impulso al movimiento nacional palestino desde adentro de Gaza y Cisjordania. Mientras, su dirigencia representada por la Organización de Liberación Palestina, liderada por Yasser Arafat, estaba residenciada en Túnez. Con los Acuerdos de Oslo (1993-1995) se creó la Autoridad Palestina y el liderazgo palestino pudo establecerse en Ramala (Cisjordania) desde donde asumió responsabilidades administrativas y de seguridad en los territorios ocupados por Israel. La llamada segunda intifada (2000-2005) acabó con el proceso iniciado en Oslo. Hamás y la Yihad Islámica asumieron un protagonismo con acciones terroristas en Israel que terminaron hundiendo cualquier posibilidad de acuerdo negociado.
Cronología de los esfuerzos para la paz en Gaza de Diálogo Político
Nacionalismo democrático fallido
El movimiento nacional palestino volvió a perder oportunidades de crear un Estado en las negociaciones de Camp David (2000) y Annapolis (2007). Los primeros ministros israelíes Ehud Barak y Ehud Olmert respectivamente ofrecieron un acuerdo a los líderes palestinos que éstos rechazaron. Según Arafat, quien negoció con Barak, y Mahmoud Abbas quien lo hizo con Olmert, las propuestas israelíes no resolvían asuntos fundamentales para los palestinos, como el control absoluto de Jerusalén este, incluyendo el Monte del Templo o Haram Al Sharif, el retiro israelí de toda Cisjordania (ya Israel se había retirado de Gaza en 2005), y el derecho de retorno de los refugiados de la guerra de 1948.
Lo que queda del liderazgo de Hamás y alguno que otro político palestino menos radical han afirmado que la guerra en Gaza ha dado una gran visibilidad a la aspiración nacional palestina en el mundo entero. Además, varios países occidentales como Francia, el Reino Unido, Canadá, España e Irlanda han reconocido al Estado de Palestina. El costo de esa visibilidad y legitimidad ha sido inmenso: miles de muertos y heridos, la destrucción de gran parte de Gaza, cientos de miles de desplazados y el sufrimiento de quienes ya no tienen viviendas, ni escuelas ni hospitales.
La responsabilidad de Hamás en esta nueva catástrofe palestina no puede negarse, indiferente a los excesos de las fuerzas israelíes. El ataque del 2023 buscaba ese tipo de reacción por parte de las Fuerzas de Defensa de Israel. Era parte del cálculo de quienes planificación la masacre y el secuestro de israelíes. Provocaron una respuesta militar que puso en el mapa de nuevo el tema palestino, y cambió la percepción original de la masacre del 7 de octubre. Israel pasó de ser la víctima del más brutal ataque terrorista que haya sufrido en su historia a ser un Estado acusado de genocidio. La jugada maestra de Hamás resultó desde la propaganda.
El movimiento nacional palestino siempre ha entendido que era una “ventaja” contar como enemigo al Estado judío. Lo dijo el poeta nacional palestino Mahmoud Darwish en un documental del cineasta Jean-Luc Godard en los siguientes términos: “¿Sabe por qué los palestinos somos famosos? Porque ustedes (los israelíes) son nuestros enemigos. El interés es sobre ustedes, no en mi persona. Tenemos la desgracia de tener a Israel como enemigo, porque goza de apoyo ilimitado. Y tenemos la suerte de contar con Israel como enemigo porque los judíos son el centro de atención. Ustedes nos han traído derrota y renombre”.

